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Asesinan a un chico de 17 años a la salida de boliche céntrico

El adolescente recibió un tiro en el abdomen por parte del ocupante de un auto, quien lo emboscó en Dorrego y Zeballos. El fallecido era hermano menor de Jeremías Trasante, asesinado el 1° de enero de 2012 en la masacre de Villa Moreno.

Una pelea en un boliche céntrico, un auto negro y un arma cromada son los principales datos que se conocían ayer tras el homicidio de un joven de 17 años que fue ejecutado a quemarropa en la esquina de Dorrego y Zeballos. Según el relato de allegados, el muchacho fue ultimado por un automovilista que lo siguió quinientos metros, mientras intentaba regresar a su casa. De acuerdo con los familiares, el matador estaría vinculado a los dueños del local bailable. El fallecido era hermano de Jeremías Trasante, asesinado en el triple crimen de Villa Moreno.

El raid de violencia que culminó con la muerte de Jairo Trasante, de 17 años, comenzó dentro de Chiringo, un boliche ubicado en Dorrego 1049, cuando el fallecido y sus amigos tuvieron un encontronazo con un grupo de muchachos. Según contaron allegados al caso, los chicos protagonizaron un fuerte cruce con unos clientes, que no habría pasado a mayores. Sin embargo, al culminar la noche las cosas se complicaron. El grupo de contrincantes los esperó frente al boliche para continuar con la disputa. “Hacía mucho que no se armaba un quilombo de este tamaño. Hubo cascotazos y hasta un arma”, contó un empleado que trabaja en la parte de seguridad del local, quien ayer a la tarde pasó en forma circunstancial por el lugar.

De acuerdo con el relato de los amigos de Jairo, cuando los chicos salieron los atacantes comenzaron a tirarles piedras y golpes de puño, lo que originó una segunda pelea. En el medio de la trifulca uno de los agresores esgrimió un arma de fuego cromada, la cual gatilló sobre la facción de Trasante, pero no salió ningún proyectil. “El arma la sacaron adelante de todos los patovicas, pero ellos no hicieron nada, no intervinieron”, contó uno de los testigos de la pelea.

A su vez, agregaron que Florencia G., una amiga de la misma edad de Jairo, sufrió fuertes golpes en el cráneo y, al cierre de esta edición, se encontraba internada en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

Según allegados al hecho, unos minutos más tarde la pelea se diluyó y las partes se separaron.  Jairo decidió regresar a su casa de Villa Moreno, pero nunca llegó.

Fuentes de la Unidad Regional II informaron que alrededor de las 6.25 la moto en la que viajaba Jairo como acompañante de Walter R., de 18 años, fue interceptada en la esquina de Dorrego y Zeballos por un auto negro último modelo, desde el cual un hombre musculoso sacó una pistola calibre 9 milímetros y les disparó.

Uno de los plomos impactó en el abdomen de Jairo, quien cayó desvanecido. La víctima fue trasladada al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde falleció a las 7 de ayer producto de las lesiones que le provocó el proyectil.

“El arma con la que mataron a Jairo es la misma que sacaron en medio de la pelea. A nosotros nos llama mucho la atención que los patovicas no se hayan metido en el lío y que la persona descripta por los testigos haya tenido un físico similar a ellos”, contaron al El Ciudadano allegados a la familia del muchacho asesinado.

Por su parte, vecinos de Chiringo contaron que a las 8 de ayer un grupo de jóvenes llegó hasta el boliche y apedreó el frente del local mientras recriminaba el asesinato de Jairo. Tras la protesta, algunos automóviles que estaban estacionados en el frente del local resultaron dañados.

El caso es investigado por el juzgado de Instrucción en turno, con la colaboración de la Brigada de Homicidios y la comisaría 2ª.

Una nueva tragedia para la familia del pastor evangélico

“Hubo un dibujo del caso que conmovió a nuestras familias. Un árbol dentro de un gran bosque detrás del cual se empezaron a descubrir muchas cosas que hoy por hoy hacen a la investigación, como jefes de la Policía involucrados. Si la muerte de nuestros hijos ha servido para que todo lo oculto que está detrás del negocio de la seguridad se pueda dilucidar, más allá de que los lloramos, esperamos que a la larga esta experiencia traiga algún bienestar y apelamos a que no haya más muertes”, dijo Eduardo Trasante hace 13 meses, cuando se conmemoró el primer aniversario del denominado Triple Crimen.

Eduardo Trasante tiene 49 años y es pastor evangélico. Ese camino espiritual fue el que le permitió convertirse en uno de los voceros del reclamo de justicia por su hijo Jeremías, Jere (que también tenía 17 años al ser ultimado), y las otras dos víctimas de la también llamada Masacre de Villa Moreno, Claudio “Mono” Suárez, de 19 y Adrián “Patom” Rodríguez, de 21, ocurrida el 1º de enero de 2012, aportando una mirada no habitual en los familiares de víctimas, de serenidad a pesar del dolor, pero a la vez exigiendo con firmeza que los responsables sean condenados y denunciando amenazas para quienes reclaman por seguridad y justicia.

Cuatro días después del Triple Crimen, el pastor Trasante volvió a repudiar las primeras versiones difundidas por algunos medios que hablaron de un “ajuste de cuentas” y desmintió que los pibes asesinados hayan estado vinculados con el consumo o la venta de estupefacientes. “Apelamos a que se aclare eso. Muchas veces el hecho de vivir en un barrio hace que cierta parte de la sociedad caracterice a la gente barrial como delincuente, como personajes y gente ligada a todo el mal vivir. Nuestros hijos no estaban en eso. Y esta suerte de protesta es por los nuestros, pero también por todos los jóvenes que han muerto y por todos los que siguen en riesgo”, dijo.

Con su mujer, Alejandra, Eduardo tuvo siete hijos, y con ella también fundó la iglesia Vida para tu Vida, con la que construyó más de una decena de templos en todo el país. En medio de las marchas por el reclamo de justicia y su labor pastoral, el 7 de julio pasado, le llegó otra noticia devastadora: su mujer había muerto.

Tras el 1º de enero de 2012, Villa Moreno sufrió cambios importantes. Trasante resaltó el trabajo de los militantes del Movimiento 26 de junio en el Frente Darío Santillán, el cual se intensificó para hacer visible al barrio y llegar a 2014 con espacios recuperados, mayor iluminación y la apertura de calles. “Después de la masacre hubo una apertura en el corazón de los habitantes, hay un poco más de tranquilidad”, resaltó, mientras miraba emocionado a todas las personas que esperaban en la canchita de la tragedia con las velas preparadas para ser encendidas durante la marcha del 2 de enero pasado.

Por el caso se hará este año un juicio oral en el que estarán acusados Sergio “Quemado” Rodríguez; Brian “Pescadito” Sprio; Daniel “Teletubi” Delgado, Brian “Damiancito” Romero y Mauricio “Maurico” Palavecino, procesados por triple homicidio agravado por el uso de arma y la participación de un menor. A su vez, en una causa conexa están procesados por incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento agravado el comisario inspector Eduardo Carrillo, el suboficial Norberto Centurión y el agente Lisandro Martín.

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