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Los cuidacoches cosechan críticas en la zona de La Fluvial

Cobran una tarifa fija de 30 pesos para cuidar los autos durante los fines de semana en una zona donde hay boliches. Según las autoridades no pueden exigir una cifra pero sí recibir dinero según la voluntad del cliente.


El fenómeno se repite cada fin de semana. Según denuncias que llegaron este medio, cada fin de semana y por las noches, los llamados “cuidacoches” están pidiendo a los automovilistas que llegan hasta la zona de la Fluvial una suma fija de 30 pesos para estacionar en ese sector. En los últimos meses ya fueron detenidas varias personas por realizar cobros compulsivos y ejercer la actividad sin ningún tipo de autorización.

Desde hace poco más de dos meses, el grueso de la actividad nocturna se trasladó como en cada temporada de verano a la zona costera de la ciudad. Allí, uno de los sectores con más afluencia de público es el área central, en cercanías del Monumento Nacional a la Bandera. En ese sitio se encuentra el complejo conocido como La Fluvial, que alberga a dos locales bailables al que llegan miles de jóvenes cada viernes y sábado (y también domingo, aunque un poco menos) a cenar, tomar algo y bailar.

El fenómeno genera una situación de alta demanda de estacionamiento. Y detrás de la enorme convocatoria de vehículos llegaron los cuidacoches que se instalan en la noche/madrugada de cada fin de semana en busca de hacer una diferencia de dinero.

Según un puñado de personas contactadas por este diario (algunas en enero y otras el fin de semana pasado) que asistieron a la zona, los cuidacoches que trabajan en el entorno de La Fluvial están solicitando un monto fijo de 30 pesos a los automovilistas en la zona para vigilar los autos.

Una de las historias la narró Jorgelina, quien se acercó a El Ciudadano a contar lo que le sucedió el fin de semana pasado. “Con mis amigas vamos a bailar a Señor Ming, un boliche de la zona de la Fluvial. Cuando llegamos, a eso de las dos de la mañana, estacionamos en el lugar que lo hacemos siempre, sobre el césped en el parque. Todos saben que el sitio se llena de cuidacoches. Pero esta vez en un principio nos negamos a entregarles los 30 pesos que pedían. Pero como nos insistieron se los tuvimos que dar. Ellos lo que dicen cuando le planteás de darle menos es que tienen que entregarle una parte para que los dejen trabajar. Y uno siempre tiene miedo por el auto. Es así”, sostuvo la joven.

Según Jorgelina, el fin de semana pasado eran varios los agentes de la GUM que se encontraban en el lugar. Sin embargo, los cuidacoches desarrollaban su tarea con normalidad. “Además, la gente que asiste a esos boliches ya tiene naturalizado el hecho. Sacás el dinero y pagás. ¿Qué vas a hacer?”, agregó.

El Ciudadano también recogió otros testimonios. Federico, quien fue a bailar a la zona en más de una ocasión desde diciembre, también sostuvo que la situación ya es tomada “como algo común”. “La gente le da el dinero. Algunos discuten un rato pero terminan cediendo. Uno siempre tiene miedo. Vos te metés en el boliche y el auto queda ahí. En general no pasa nada, pero es así”, manifestó.

El joven fue luego un poco más y hasta trazó un análisis en torno al costo de salir a bailar. “Además de que a los tipos se les va la mano pidiendo esa guita está todo lo que gasta uno. Arrancás poniendo 30 mangos para que te cuiden el auto, después tenés que poner 50 para entrar al boliche y adentro te matan con la bebida. Pero, bueno, también es cierto que es uno el que elige el lugar”, reconoció Federico.

Desde el municipio sostienen que, en general, no hay inconvenientes si los jóvenes que trabajan en la vía pública cobran según la voluntad del “cliente”. Distinta es la situación cuando el “cobro es compulsivo”.

La zona adyacente a La Fluvial es una de las más conflictivas de la ciudad. En octubre del año pasado un operativo realizado por la Policía y personal dependiente de la Subsecretaría de Seguridad Ciudadana municipal terminó con la detención de seis cuidacohes. Aquel operativo se realizó luego de que varias personas denunciaran días antes “aprietes” de los denominados trapitos.

Por entonces se informó que los detenidos pedían de 20 hasta 50 pesos como “tarifa fija”. Los arrestos se produjeron, en términos técnicos, por el delito de “extorsión”.

En la temporada de verano de año pasado también se detuvieron a, al menos, 20 personas por realizar cobros compulsivos y ejercer la actividad sin ningún tipo de autorización en la zona.

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