Los internautas daneses manifestaron ayer su disgusto por la ola de indignación mundial causada por la eutanasia de una jirafita llamada Marius en el zoológico de Copenhague por razones genéticas.
“El mundo se volvió loco. ¿Piensan que los leones comen repollitos de Bruselas?”, preguntó el periodista Kristian Madsen, del diario Politiken.
“Marius tuvo un buen lugar para vivir en el zoológico durante un año y medio. Vivió y ahora los leones están contentos y saciados”, opinó Mikkel Dahlqvist, un consultor en relaciones públicas.
Para muchos daneses, la reacción del resto del mundo fue hipócrita y políticamente correcta.
“¿Cómo la gente puede ponerse en tal estado cuando existen el cáncer, la guerra en Siria y el Partido Popular”, preguntó Dorte Dejbjerg Arens, quien trabaja en el sector del turismo.
La escasa emoción registrada en Dinamarca ante la eutanasia de la jirafita, a la que se le hizo una autopsia en público, en presencia de muchos niños, puede explicarse por razones culturales, explicó a la AFP Peter Sandoe, profesor de bioética en la Universidad de Copenhague.
“El sentimiento general aquí es que es normal tener y matar animales mientras se los trate bien”, dijo Sandoe, quien destacó la debilidad relativa de los defensores de los animales en Dinamarca.
Al negarse a castrar o dar contraceptivos a los animales que alberga, el zoológico de Copenhague respeta su misión que consiste en preservar las especies, más que los individuos, y contribuir al conocimiento de la vida salvaje.
Ayer, el zoológico de Moscú condenó la eutanasia de Marius diciendo que se trata de un “método de selección extremadamente cruel”.
El zoológico de Copenhague no es el único donde se realizan eutanasias a animales.