La discusión sobre el grado y las causas del aumento del costo de vida ocupó de nuevo ayer un lugar central de la agenda pública: desde el gobierno salieron a respaldar las polémicas mediciones del Indec y la descripción que hizo el ministro de Economía, Amado Boudou, ante las preguntas que le dispararon en la víspera en el Congreso: se trata de un “reacomodamiento de precios” derivado naturalmente del “crecimiento de la economía” local, y está lejos del horizonte apocalíptico que plantean algunos economistas y dirigentes anti-K y no se contradice con las estadísticas provinciales que mes a mes arrojan cifras superiores de carestía. Funcionarios y legisladores nacionales debieron a su vez esforzarse para minimizar el supuesto entredicho en torno al tema entre el jefe de Hacienda y el titular de la CGT, Hugo Moyano, que fue ampliamente difundido por los medios a los que el Ejecutivo califica como opositores. El propio cacique gremialista desmintió posibles fracturas y además reinterpretó lo que había dicho horas antes: que “nadie puede negar” que hay una escalada de los valores minoristas en el país. Por último, las primeras líneas de la Casa Rosada aplicaron la defensa del contraataque con críticas hacia quienes arrojan pronósticos inflacionarios preocupantes, a los que acusaron de querer provocar el efecto de “profecía autocumplida”.
Uno de los que salió en apoyo de los indicadores del Indec fue el viceministro de Economía, Roberto Feletti. Dijo que el organismo “mide correctamente” y en paralelo cuestionó a quienes presagian un “crack devaluatorio, default e hiperinflación” que –remarcó el funcionario– no condice con lo que ocurre.
En tren de fundamentar la brecha entre las cifras oficiales nacionales y las más altas difundidas por consultoras privadas u organismos provinciales, el segundo de Boudou explicó que el Indec “no mide todos los productos, sino algunos que conforman la canasta básica”. Y que “otros institutos”, con “capacidad de medición, como los provinciales, reconocen diferencias por la diversidad de productos, de consumo y por el impacto en los precios finales de los fletes o el transporte” en esos territorios.
Otro de los flancos débiles que salieron a apuntalar ayer desde el kirchnerismo es el generado por Moyano y Boudou un día antes. Es que en la misma jornada en la que al ministro le cambiaron el libreto durante su visita a un plenario de comisiones de Diputados, con lo que a desgano tuvo que contestar preguntas sobre la evolución de los precios para referir que se trata de “tensiones” y “reacomodamientos” y no de una renovada tendencia inflacionaria –como acicatea la oposición–, el camionero le había retrucado con poco tacto: “No sé qué habrá querido decir. Nadie puede negar que la inflación es una realidad. La palpamos todos los días en el supermercado”, fue el desafío del histórico gremialista, que debe cuidar también su liderazgo y convalidar los pedidos de aumento de los gremios afiliados a la central obrera, que exceden el 20 por ciento y se sostienen en una estimación de inflación de ese tenor para todo el año.
Entre dos aguas
Pero en el difícil equilibrio que mantiene entre el apoyo global al gobierno y el ojo puesto en sus “bases”, el líder cegetista le facilitó letra –y titulares– a los grandes medios enfrentados con la Rosada. Ayer, el camionero salió a relativizar sus dichos. “No negamos nunca que haya inflación, pero en un país que crece no es mala, es normal”, puso paños fríos, y agregó: “A veces, cuando es controlada, es muchísimo mejor que la pérdida de puestos de trabajo, y hasta ahora vemos que no hubo un desborde inflacionario, como sucedió en otras épocas, con consecuencias nefastas”, se explicó a sí mismo Moyano.
El diputado nacional y asesor legal de la CGT, Héctor Recalde, también aportó para desandar el chisporroteo, y acusó a los medios de difundir una contradicción entre Moyano y Boudou que nunca existió. “Querían confrontarlos como antagónicos y no es así. Son distintos. Uno asume el rol del que gobierna y otro el sindical”, sostuvo el abogado laboralista. Y aunque admitió que “los estudios de la CGT dicen que hay inflación”, ésta es “por ganancias” y se debe a las “tasas de rentabilidad exorbitantes” del sector empresario, que cifró en “más del 50 por ciento”.