Esta semana se estrenó en el cine El Cairo (Santa Fe 1120) Errata, ópera prima de Iván Vescovo que en su avant premiere contó con la participación de una de sus protagonistas, la joven actriz Guadalupe Docampo (El Custodio, La Tigra Chaco, El agua del fin del mundo).
Estrenada en la competencia oficial del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata 2012 y el Festival de Cine de Varsovia 2013, la película que mereció varios premios, entre los que se destacan mejor película en el Festival de Cine de Kerala, continuará en exhibición todo el fin de semana en la céntrica sala local.
El Ciudadano estuvo presente en la avant premierè y dialogó con la protagonista sobre su participación en el film, donde interpreta a dos personajes hermanados por mucho más de lo que se puede pensar a primera vista.
—En el film hacés de Alma y de Bianca, su hermana gemela; ¿cómo fue construir estos personajes?
—En el rodaje se dieron bastantes dificultades porque filmamos a lo largo de todo un año y por el tiempo que pasaba a veces me costaba retener algo que había logrado, algún tono de los personajes. Para mí la historia plantea tres personajes a los que tuve que encontrarles su lugar: además de Alma y Bianca, hay momentos de la trama donde Alma es Alma, la verdadera persona. Estas eran cosas que trabajamos con Iván (Vescovo) desde el guión. Yo trabajé como si en verdad hubiera no dos sino tres personajes y después de definir sus personalidades me propuse hacer lo mismo con su falsedad innata, lo artificial de ellos mismos. Porque Alma, la novia ideal –además de ser una mentira– muchas veces es el recuerdo idealizado de Ulises.
—La película juega con los bordes, entre lo manifiesto y lo que puede imaginarse…
—Una de las cosas más interesantes era trabajar con un registro de género. Esta película me daba la oportunidad de animarme a más. Entre todos tratamos de trabajar el artificio. Cuando uno ve películas de género de los 50 ve a los hombres haciendo esas caras de misterio y a las mujeres poniendo las de sensualidad; eso era una apuesta que me entusiasmaba.
—“Errata” tiene un formato propio del cine de género policial, en blanco y negro, y con un delicado trabajo fotográfico y de planos. ¿Cómo la ves ahora terminada?
—Como espectadora la película me pareció muy desprejuiciada y arriesgada; esto tiene que ver con que el director también hizo cámaras y la empezó cuando tenía 22 años. Eso hace que conserve ciertas cosas y recupere algo del género, como ser el blanco y negro muy contrastado con todos esos negros tan fuertes. Después está la impronta del director, una persona muy llena de vida y sin prejuicio que hizo que la cámara tenga todo ese movimiento y esa búsqueda. Una de las propuestas de Iván era que la cámara nunca estuviera quieta pero no por un capricho sino para tratar de que sea lo más divertido posible. Por supuesto que esto se transformó en una propuesta estética y cobró la identidad de su director pero vino también de toda la búsqueda de la película.
—En relación con tus otros trabajos en cine, ¿“Errata” es un quiebre en tu carrera?
—No la llamaría quiebre pero sí es una película que amo porque quiero a la gente con la que la hice. Fue un año de mi vida donde estuve hasta las manos con el proyecto. Siempre pasa en este tipo de propuestas que las personas que no están a fondo decantan. No sé si es un quiebre pero como actriz hay determinadas películas en donde uno pone tanto que termina impactando en su vida. Yo puedo hablar de un antes y un después en mi vida personal, no sé si a nivel carrera.
Intriga y misterio para hablar sobre entresijos de pronunciación universal
Con actuaciones de Nicolás Woller, Claudio Tolcachir y Arturo Goetz, entre otros, Errata de Iván Vescovo sigue una suerte de trama policial desde donde se cuenta una historia cargada de preguntas que le sirven al protagonista para avanzar en la resolución de los conflictos y al espectador para profundizar sobre interrogantes de pronunciación universal.
“La errata es una creación donde el sentido se invierte y pervierte dejando salir a la luz el sinsentido, la explosión de la nada”, señala uno de los personajes durante la película. Y es que el film, durante todo su desarrollo, se mueve por espacios anacrónicos que brindan pistas y apelan a memorias, a conexiones subliminales entre lo que se imagina su protagonista y lo que realmente está sucediendo en el presente.
La película, con buena cuota de intriga y misterio, logra mantener la tensión argumental a partir de un relato elíptico y una trama que atraviesa temas universales como el amor, la muerte, la verdad, la libertad, la interpretación, el sentido y la culpa.
Oscilando entre elementos (y conceptos) tomados de la filosofía pero también de la literatura –hay referencia directa a un texto de Borges– la película narra la experiencia de Ulises (Nicolás Woller), quien un día se levanta y descubre que su novia Alma (Guadalupe Docampo) desapareció de su vida. A partir de ese momento comienza una intensa búsqueda que lo llevará a vincularse con aspectos secretos y ocultos de la vida de su amada.
Rodada en blanco y negro, con una fotografía que respeta los planos detalle de objetos cargados de sentido, la cámara de fotos con la que Ulises transita el mundo, por ejemplo, no aparecerá sólo como un elemento que utiliza para su profesión sino también como objeto-dispositivo que le brindará conocimiento: ofrecerle esa verdad que parece no querer revelarse de otro modo que no sea en tanto imágenes.
Sin la sangre de Los crímenes de Oxford, film de Álex de la Iglesia donde el prestigioso Arthur Seldom (John Hurt) junto a su alumno Martin (Elijah Wood) salían en la búsqueda de un misterio, Errata conecta con ciertos elementos simbólicos similares a aquel título –la universidad, la búsqueda de respuestas en teorías– y se debate en un terreno donde el misterio –y la resolución de conflictos– dependerá de cierto orden, ya no matemático pero sí filosófico y poético.
En ese terreno la interpretación –o su búsqueda continua– cobrará un sentido primario. La necesidad de explicitar y hacer accesible el contenido latente que existe en las diversas manifestaciones tendrá un papel principal en la necesidad de encontrar sentido. “Es la interpretación del asunto lo que importa”, dirá en un pasaje del film el profesor Viñas (Claudio Tolcachir).
Por la obsesión de este profesor de letras, la obra El jardín de senderos que se bifurcan de Borges florecerá en la historia para descifrar interrogantes como el de la configuración del tiempo, las imágenes incompletas y las emergencias que cada acción acarrea en el mundo de las personas.
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