Miles de personas –25.000 según los organizadores– marcharon ayer por las calles de Madrid bajo el lema “La Tortura no es cultura”. Las principales asociaciones ecologistas y de defensa de los animales expresaron así su rechazo a la declaración de la tauromaquia como Bien de Interés Cultural (BIC) por parte del gobierno regional.
La manifestación salió al mediodía de la Plaza de la Villa –la plaza Mayor de la capital española– y concluyó a las 14 en la Puerta del Sol. Esta manifestación es en protesta contra la intención de la región de Madrid de inscribir la tauromaquia en la lista de su patrimonio cultural, en reacción a las amenazas de prohibición de las corridas de toros en Cataluña (noreste).
La manifestación fue calificada de “histórica” por sus organizadores y como la más importante organizada en Madrid, que es bastión de la “Fiesta brava” taurina, y donde se iniciará el 6 de mayo la gran Feria anual de San Isidro en la plaza de toros de Las Ventas.
Se trata de “demostrar el rechazo social” a la medida anunciada por el gobierno de derecha de la región de Madrid que quiere calificar a la tauromaquia de “patrimonio de interés cultural”, declaró Mireya Barbeito, portavoz del Partido antitaurino (Pacma).
“En Madrid, más del 70 por ciento de la población rechaza esos actos de barbarie y tortura, una vergüenza nacional”, afirmó la mujer.
El Pacma reúne a varias organizaciones ecologistas y de defensa de los animales, como Equanimalis, para formar la nueva plataforma antitaurina “La tortura no es cultura”, organizadora de la manifestación en Madrid.
María Ángeles, presidenta de la asociación de protectores de animales de Extremadura, viajó a Madrid para asistir a la manifestación y dejó un mensaje claro: su propuesta para que se establezca una ley de Protección Animal “y por supuesto, maltrato animal cero”.
Los convocantes de la marcha pretenden que no se asocie la palabra cultura con la tradición taurina por la que “se torturan y matan animales que padecen dolor”. En su comunicado, las asociaciones que marcharon por Madrid lamentan que varios representantes políticos de las ciudades de Madrid, Murcia o Valencia “se hayan dejado llevar por un oportunismo que casa mal con su deber de velar por el bien común”.
Por todo ello, los manifestantes consideraron “inaceptables” todo tipo de “prácticas culturales que involucran la tortura de animales” y exigen no disfrazar “su brutalidad e inhumanidad”. La principal reivindicación es, en consecuencia, “la supresión de las corridas de toros” y que “semejante escuela de brutalidad” no sea “nunca” considerada un Bien de Interés Cultural.
El debate sobre las corridas de toros cobró relevancia en los últimos meses en España, al tiempo de que el Parlamento de Cataluña organizaba este mes debates agitados sobre una posible prohibición de los combates taurinos. Estas discusiones sucedieron a una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) lanzada por los poderosos medios antitaurinos de Cataluña. Y una campaña similar acaba de ser lanzada en Madrid para imponer un debate en el Parlamento regional.
Otras dos regiones gobernadas por la derecha, las de Valencia y Murcia, quieren también inscribir a la tauromaquia como patrimonio cultural para “protegerla” de los que piden abolirla.
Los manifestantes de ayer en el centro de Madrid, entre los que hubo preponderancia de jóvenes, protestaron también contra el apoyo dado a la tauromaquia por el rey Juan Carlos, un ferviente admirador de la “lidia” de toros.
Barbeito, presidenta del Pacma, consideró que la tauromaquia es “un mal de nulo interés cultural”, y que no hay justificación para mantener “escuelas de barbarie que envilecen a todo aquél que participa”.
Barbeito afirmó que las corridas de toros suponen “un acto de tortura de un mamífero que siente como nosotros”.
En total fueron 53 las asociaciones participaron en la marcha contra la declaración de la fiesta de los toros como Bien de Interés Cultural, que ha fue sido convocada por 16 organizaciones, entre las que se encuentran –además de Pacma– Anima Naturalis y Ecologistas en Acción.
San Fermín también cuestionada
Con un recorrido de apenas 900 metros, en Pamplona, al norte de España, los encierros de toros que cada mañana de su semana de fiestas ocupan las estrechas calles adoquinadas del centro histórico de la ciudad atraen a miles de personas, pero también provocan la ira de los defensores de los animales, que ven en esta tradición una crueldad injustificable.
Cuando en la mañana del 6 de julio, el “chupinazo” (el cohete que marca el inicio de las fiestas populares de la ciudad) se eleva al cielo, comienza otra edición –los defensores de esta tradición dicen que se remonta a 1591– de una de las fiestas españolas más conocidas en el mundo que para algunos es motivo de orgullo pero para otros –cada vez más– lo es de vergüenza.
Por eso, un día antes de la inauguración de la semana grande de Pamplona, otro encierro, esta vez de “toros muertos”, se desarrolla desde hace ocho años.
Decenas de personas, semidesnudas, cubiertas por pintura roja que simula ser sangre y con banderillas adheridas a la espalda, se tumban sobre las aceras de la ciudad para denunciar una tradición cruel.
“Sólo por el miedo que sienten (los toros) al correr perseguidos, ya que a veces les pegan con palos o periódicos, ya de por sí es un sufrimiento psicológico. A veces se rompen las patas o los cuernos en las curvas”, explicó Aída Gascón, coordinadora de la organización Anima Naturalis. “Hay muchas fiestas en España que son famosas que se hacen sin maltrato a ningún animal y atraen también al turismo. Las fiestas y tradiciones tienen que evolucionar con el tiempo”, sentenció la activista.