“Para lograr algo nuevo no hace falta pirotecnia” opinó Sebastián Jarupkin en diálogo con El Ciudadano. El bandoneonista y compositor miembro de Quintegaseto, grupo que esta noche, víspera de feriado, estrenará su primer disco titulado Otro tango, analizó los pilares sobre los que se apoyó para sacar a la luz un trabajo que, lejos de la fusión electrónica que primó en el pasado, se para sobre formas puras, con matices desprovistos de ornamentación ajena al género, para delinear y mostrar una perspectiva actual del tango y una conceptualización y estilo propio.
Integrado por Jarupkin, Guillermo Copello (violín y composición), Lucas Querini (piano y composición), Javier Ramírez (guitarra eléctrica) y Julia Martínez (contrabajo), además de algunos invitados, el grupo formado en 2010 presentará sus composiciones y adelantará temas nuevos, desde las 21, en el teatro La Comedia (Mitre y Ricardone).
—¿Cómo diagramaron el concierto?
—Haremos los temas del disco y estrenaremos músicas que nunca habíamos tocado en vivo. También tocaremos una composición instrumental y otra cantada que hicimos con Adrián Abonizio y que en esta ocasión cantará Gustavo Pérez. Tenemos algunas sorpresas y pasarán invitados como Evelina Sanzo que cantará un tango de su autoría con arreglos del quinteto y la participación del percusionista Carlo Seminara.
—Todo disco, hasta alcanzar su síntesis, deja canciones en el camino. ¿Con qué metas fue naciendo “Otro tango”?
—En 2009 volví al país tras vivir varios años en el exterior; al año siguiente surgió la inquietud de armar un quinteto para hacer composiciones propias en base a una idea de tangos nuevos. Como conocía a estos músicos de otros proyectos, los convoqué y enseguida se generó la buena onda y sintonía necesaria para que el laburo sea posible. Después con muchas horas de transpiración atrás de la inspiración, logramos este repertorio que quedó. En el camino fuimos descartando algunas cosas como temas de Piazzolla que nos daba mucho placer tocar. La depuración del repertorio se dio naturalmente, con el paso del tiempo.
—¿Sobre qué búsquedas fueron trabajando la construcción de cada canción?
—La búsqueda surge de querer tocar lo que quisiéramos y también de ampliar el horizonte más allá del tango tradicional que nos mostró la televisión en la década del 70 ú 80. Lejos de esa música cargada de clisés, de sombreros y peluquines, queríamos ir por otro lado, ofrecer una mirada actual. De todas maneras no es algo que se nos ocurrió a nosotros.
—¿Cómo analizás el presente del género?
—En los 90 hubo un resurgir del movimiento tanguero en manos de artistas jóvenes que se adueñaron del género e hicieron cosas nuevas, tocaron tangos de otra manera. Ya en 2000 se ve con claridad esa corriente de nuevas generaciones que escriben nuevas músicas y poesías para el tango. Nosotros estamos inmersos en esa corriente pero de ninguna manera estamos solos ahí.
—En 2000 la evolución del tango apostó por la fusión electrónica con formaciones como Bajofondo. Lo que hacen ustedes, lejos de aquella mixtura, se la juega por las formas puras con colores desprovistos de ornamentación ajena al género. ¿Sobre esa huella plantean su conceptualización, creen que ahí está el presente del tango?
—Es una pregunta compleja. No veo que, hablando de Bajofondo y del tango que se hace en esa línea, sigan surgiendo grupos así. Por el contrario, veo más grupos que siguen la línea de lo que hacemos nosotros: por ejemplo en Buenos Aires está Astilleros, que es un sexteto con instrumentos acústicos y sin parafernalia electrónica; en Rosario uno de los pioneros fue Víctor Parma, quien empezó a componer sus temas más acostado sobre el jazz con saxo. Para lograr algo nuevo no hace falta pirotecnia; de todas maneras, cuando digo nuevo tampoco creo que lo que estemos haciendo sea algo totalmente ajeno al tango. Yo creo que los ingredientes siempre son los mismos y cambia la receta, eso es lo que hace que suene diferente.
—El escenario del tango en Rosario es muy fuerte. El disco tiene, ya desde el nombre del grupo, una profunda referencia a la ciudad…
—La inspiración es la ciudad porque los cinco vivimos y respiramos lo que pasa acá. Rosario está encauzada de alguna manera, sobre todo en esta música que es totalmente ciudadana y no tiene nada que ver con otras de grandes espacios abiertos como el folclore. El nombre de la banda está en esa forma que se conoce como “rosarigasino” y algunos temas hacen alusión a la ciudad porque a nosotros nos gusta hacer conocer este sentido de pertenencia, mostrando que no todo tiene que pasar por Buenos Aires, que también aquí pasan cosas en la música y en el tango. Pareciera que la meca es irse a vivir a Buenos Aires y, a mí, eso me da mucha bronca. Creo que tenemos que luchar para conseguir los espacios que nos permitan desarrollarnos en nuestra ciudad.
