La noticia corrió como pólvora por las calles de Tablada. Matute, un joven conocido en el barrio por su poder de fuego como soldadito de un concurrido búnker de drogas había sido detenido anteayer en la esquina de Deán Funes y Esmeralda. En teoría, hacía más de un año que la Policía lo buscaba por un doble homicidio, lapso en el que reforzó su fama de pistolero con su mención en más de un hecho de sangre, como también el creciente rumor que le otorgaba un grado de impunidad a la hora de ser apresado. Por eso, cuando los vecinos observaron su detención por “un hecho menor” –se había “pasado” de drogas y le robó a unos pescadores que llamaron al 911, contaron–, no tardaron en dar aviso a los familiares de dos chicos asesinados que corrieron a la seccional 16ª. Sin embargo, allí les negaron la presencia de Matute, cuyo retrato cuelga en una de las paredes desde hace meses, por lo que uno de ellos dio aviso a un efectivo de las TOE que también se presentó en la comisaría. La situación se clarificó y en la seccional explicaron más tarde que no lo habían reconocido porque el muchacho había sido llevado por el Comando Radioeléctrico y dado un nombre falso.
“Nos avisaron que lo había agarrado el Comando a las cinco de la tarde y que lo llevaron a la seccional 16ª, donde yo mismo llevé una foto el año pasado que todavía está colgada en la pared. También nos dijeron que le habían pedido 3.000 pesos para dejarlo ir. Pero se ve que Dios es grande y me iluminó porque yo estaba cerca de la seccional y llegué antes que sus familiares junten la plata y lo larguen”, dijo con indignación Héctor, el papá de Nicolás Horacio López, un muchacho de 18 años asesinado el 16 de febrero del año pasado en Ayacucho y Centeno, donde también resultó herido de muerte Nicolás Basualdo, de 17.
Por ese hecho está imputado Matías Nahuel G., alias Matute, cuya captura lleva meses ordenada por el Juzgado de Instrucción de la 10ª Nominación.
“Las mismas personas que me informaron la detención del asesino de mi hijo me dijeron que es la tercera vez que cae en la 16ª, y que las dos veces lo dejaron ir a cambio de dinero”, agregó Héctor, quien participó de muchas movilizaciones junto a otras familias que perdieron a seres queridos en hechos violentos para exigir que se esclarezcan sus prematuras muertes.
“Yo no sé si los policías son de madera, si no tienen sangre, si no tienen hijos o nietos. Pero si yo no llego a tiempo, por tres mil pesos el asesino de mi hijo hoy estaría afuera, con un revólver en la cintura y volviendo a matar gente”, agregó Héctor que aseguró haber perdido el miedo a hablar porque “ya me sacaron lo que más quería”.
Otra muerte
Hace dos meses, un pibe de 24 años también fue asesinado en Tablada, en otro hecho que los vecinos atribuyeron a Matute. Se trataba del Gringo Cristian Gonzalo Escobar, quien cayó en inmediaciones de Ayacucho y Biedma, en cercanías de un búnker de drogas cuyo manejo se le atribuye a una mujer conocida como Gina, a quien le atribuyen un “aceitado arreglo” con la Policía y a la que le adjudican haber ordenado ese crimen por una diferencia con el hermano de la víctima, apodado Toro y actualmente preso en la cárcel de Coronda.
Los mismos vecinos que no se atreven a formalizar denuncias ni contra transeros ni contra su sindicada connivencia policial aseguran que Matute trabajaba para Gina, a quien le achacan haber amenazado por teléfono a familiares de pibes asesinados que intentaron denunciarla.