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Celedonio Esteban Flores, poeta libertario del tango

Por Carlos A. Solero.- De él dijeron que “sin proponérselo, hizo psicología social, buceo sociológico y sobre todo hermosos versos”.

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Celedonio Flores fue un poeta, recitador y letrista de tango con un estilo singular. Las letras de los tangos que escribió tienen un hondo contenido social.

Como afirma Osvaldo Rossler, “lo que hace interesante para quien se aproxime a la obra de Celedonio Flores es la relación que se establece entre sociedad y literatura. Es que las letras de este poeta se abren a un campo insospechado, fértil en intenciones e interpretaciones que van más allá de los dictados literarios. Celedonio, sin proponérselo, hizo psicología social, buceo sociológico y sobre todo hermosos versos; de esa conjunción surge una obra ideal para poner en práctica criterios que no pueden ser tachados de anacrónicos, convencionales o individualistas. Y Celedonio por descontado que fue un individualista, pero las circunstancias, o lo que fuere, lo precipitan a la objetividad de la materia que trabaja. Frente a la autocomplacencia enfermiza de tanto poeta confesional, el negro «Cele», fraternalmente volcado al lado de los que siente suyos, describe, narra destinos ajenos, y éste es otro acicate para los ganados por la convicción de lo social y de los criterios históricos sobre todo proceso estético”.

En efecto, Celedonio Flores es individualista en el sentido anarquista del término, es decir no un egoísta aislado del mundo y del padecer de los explotados, humillados y ofendidos, sino un hombre comprometido con las luchas de su pueblo.

Vida y contexto social

Celedonio Esteban Flores nació el 3 de agosto de 1896 en la calle Talcahuano 48 de la ciudad de Buenos Aires. Su padre fue Manuel Ceferino Flores y su madre Fermina Rueda. Concurrió a la escuela ubicada en la calle Libertad entre Lavalle y Tucumán y al terminar sus estudios primarios asistió a un colegio comercial pero abandonó en tercer año: sus expectativas se orientaron hacia otro rumbo, el del arte, particularmente la música. Comenzó a estudiar violín en el conservatorio Williams, luego pintura y bellas artes, pero su verdadera vocación era la literatura. Los pasos iniciales sirvieron, como señala Rossler, “para poner en funcionamiento los resortes sensibles” del más tarde autor de Pan. El llamado del arte se había instalado en el joven y marcaría su destino de modo definitivo e indeleble hasta el final de sus días.

Los años previos al festejo del Centenario de la Revolución de Mayo fueron de permanente agitación y política. En 1904 Alfredo L. Palacios es elegido primer diputado socialista de América y su ingreso al Parlamento implica la presentación de proyectos para proteger a los trabajadores de los abusos del capital. Además, el Movimiento Obrero de tendencia anarquista estaba en auge y se producen huelgas permanentes.

Mientras la oligarquía terrateniente y ganadera se ufanaba de gobernar “el granero del mundo”, lo concreto es que la realidad mostraba a la población, en su mayoría de inmigrantes europeos –españoles, italianos, alemanes y también rusos, árabes y de Europa central– hacinada en infectos conventillos. En 1907 se produjo la huelga de inquilinos, que fue reprimida ferozmente por el gobierno de José Figueroa Alcorta. Para disuadir las protestas obreras también se habían sancionado las leyes de Residencia y Defensa Social, las que se aplicaban a quienes el Estado consideraba “agitadores indeseables” y que en realidad eran los militantes de la Federación Obrera Regional Argentina (Fora).

Esta legislación represiva significó la deportación masiva de luchadores sociales de tendencia anarquista.

En 1909 se produjo una brutal represión contra los trabajadores reunidos en plaza Lorea para conmemorar el 1º de Mayo y fue asesinado el marinero Juan Ocampo, cuyo cuerpo los proletarios trasladaron al local del periódico La Protesta. El coronel Ramón L. Falcón comandaba las tropas que dejaron, además del muerto, un saldo de cientos de trabajadores heridos.

El 14 de noviembre de 1909 el obrero anarquista ruso Simón Radowitzky arrojó una bomba contra el carruaje de Falcón, dándole muerte a éste y a su asistente Juan Lartigau. La prensa obrera de la época reivindicó esa acción como una justa venganza de los humillados y ofendidos de la región contra uno de sus verdugos.

De lector a escritor

En 1910, Celedonio Flores y su familia se mudaron al barrio de Villa Crespo y, como dice O. Rossler, “lo que en otros casos hubiese significado un mero traslado, en este caso se convierte en el eje de una aventura verbal. Esta aventura entraña la entrada en un microuniverso que favorecerá el salto definitivo del idioma al habla, y con ello la expresión y asimilación entera de la ciudad”.

Al decir de Carlos Taboada en su artículo “El Negro Cele”, “desde temprana edad Celedonio se sintió atraído por los libros. Era un ávido lector de grandes poetas tales como Almafuerte, Belisario Roldán, Rubén Darío, Amado Nervo, Evaristo Carriego y hasta Alfonsina Storni”.

Celedonio Flores trabajaba en el Ferrocarril Central Argentino y en sus ratos libres escribía y leía vorazmente. El cuaderno de versos Flores y yuyos está fechado en 1915.

En el año1920 envió al diario Última Hora, un poema titulado Por la pinta, recibiendo 5 pesos como pago. Los versos de dicho poema llamaron la atención de Carlos Gardel y de José Razzano, que le pusieron música, creando el tango Margot. Éste era una amarga crítica a la muchacha humilde y bonita que se acomoda y se pervierte para escapar de su destino de pobreza.

Un sello distintivo

Los tangos de Celedonio Flores son sentenciosos y a veces hasta moralizantes, con precisas descripciones de sus personajes. Recurría abundantemente al lunfardo y su mejor etapa creativa llegó hasta principios de los años 30.

Cabe señalar que la actividad de Celedonio no estaba restringida a la literatura. También practicó boxeo, destacándose en la categoría peso liviano.

Años después cambió de empleo: pasó del ferrocarril a trabajar en un estudio contable, y más aliviado económicamente, Celedonio Flores dio rienda suelta a su labor poética a través del tango.

Entre otras letras memorables pueden mencionarse la de Mano a mano (1923), con música de Gardel y Razzano; La mariposa (1923), con música de Pedro Maffia; El alma que siente y Milonga fina (1924); El bulín de la calle Ayacucho (1925), y en 1926 Sentencia, llevado al disco por Rosita Quiroga. También Viejo coche y el tango libertario Gorriones, grabado por Carlos Gardel.

Celedonio compartió la amistad con Aníbal Troilo, Francisco Fiorentino y Héctor Gagliardi. Pero la dictadura militar instalada por el golpe de Estado de 1943, instigada por monseñor Gustavo Franceschi, prohibió la difusión de los tangos que contuvieran palabras del lunfardo, y Celedonio Flores y Enrique Santos Discépolo fueron los blancos predilectos de los censores uniformados.

Celedonio Esteban Flores cerró sus ojos y partió de la vida, joven, el 28 de julio de 1947. Estaba a punto de cumplir 51 años.

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