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Renguera de Scioli, chiste sobre Cristina y factor Berni

“Me pegó Cristina”. Daniel Scioli lanza el chiste mientras baja, rengueando pero sonriente, la escalera de la residencia del gobernador en La Plata.

“Me pegó Cristina”. Daniel Scioli lanza el chiste mientras baja, rengueando pero sonriente, la escalera de la residencia del gobernador en La Plata. Ríe a lo Scioli, y su risa desentona con el paso desprolijo que le impone el esguince en la rodilla derecha que sufrió hace una semana cuando entrenaba, temprano, en La Ñata, su quinta en Tigre.

El chiste que atribuye el rengueo a un golpe presidencial tiene un timing extraño. Justo, tras una larga temporada de calma, Cristina de Kirchner volvió a entrelazar palabras y acciones que tienen como blanco móvil al gobernador-candidato.

El último viernes de mayo despreció a los que tienen “proyectos personales” y el sábado siguiente ordenó que la provincia intervenga en la crisis de la automotriz Gestamp. “Es lindo sonreír siempre y decir a todo que sí”, pegó desde Santa Cruz. El broche fue nombrar secretario de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional a Ricardo Forster, la cara más visible de Carta Abierta, usina endemoniada contra la hipótesis de un Scioli sucesor.

El jueves pasado, en el clásico agasajo a los periodistas, se le preguntó por la designación de Forster. Respondió por elevación. “Que les digan a los ministros y secretarios que lean la carta de Marangoni”, le indicó a un secretario sobre la “Carta abierta a Carta Abierta” que Gustavo Marangoni, un histórico sciolista, actual presidente del Bapro (Banco de la provincia) y una de las espadas que puso en el armado presidencial, mandó a Forster & Cía., que en su Carta/16 considera peligrosa la idea de que Scioli herede a Cristina de Kirchner.

A modo de contracara, Marangoni se entrega a la defensa epistolar de su jefe. “Que la lean todos, ahí queda claro que soy mucho más revolucionario de lo que todos piensan”, mandó el gobernador.

La metralla K es una contingencia con la que Scioli aprendió a convivir y constituye un rasgo de su resistencia. El esguince de rodilla, con hematoma óseo según el diagnóstico, Scioli lo invoca y pide que hable su médico. “En 40 años de profesión no vi a nadie con tanta resistencia al dolor. Otros, con 20 años menos, estarían en cama y él jugó un partido”, dice el traumatólogo Juan José Castro, que pasó por la residencia platense para revisarle la rodilla.

Mundial

El partido del que habla Castro fue el lunes de la semana pasada contra el club Islas Malvinas de Tierra del Fuego, un amistoso que tuvo doblez político porque derivó en un asado con Federico Sciurano, alcalde de Ushuaia, radical y ultramaratonista que bracea para ser candidato a gobernador en 2015. A pesar de la indicación médica, Scioli se vendó y jugó y casi terminó peor tras un foul que capturó el fotógrafo Daniel Darras. El gobernador lleva la foto en su celular y la muestra como certificado de su habilidad futbolística.

“El tiempo es un gran ordenador”, es su frase fetiche sobre los empellones K y la validó, dicen en La Ñata, en la crisis Gestamp. Cuando su gobierno dictó la conciliación obligatoria, el jerarca de Smata Ricardo Pignanelli cuestionó la medida al decir que no servía “para nada”. Horas atrás, con la autopartista normalizada, el sindicalista lo llamó para agradecerle su intervención.

El frente empresario-laboral fue uno de los temas que Scioli citó en una reunión exprés de gabinete que armó luego del encuentro con los periodistas. “Hay que mirar el tema Brasil: ahora Gestamp funciona normalmente y siguen los problemas”, dijo. “El Mundial no son vacaciones, nosotros vamos a seguir trabajando igual, tenemos por delante seis meses fundamentales”, arengó a sus funcionarios. Avisó, además, que no viajará a Brasil durante el torneo a pesar de que tuvo invitaciones –una gubernamental, varias de empresas– a ver a la Selección nacional. Desechó los ofrecimientos y verá los partidos en Casa de Gobierno.

Catering

Entre los gestos y las parrafadas, en el horizonte inmediato asoma un expediente esencial para cotejar el estado de situación del vínculo Cristina-Scioli. El miércoles a la noche, en el Senado bonaerense quedó a medio tratar el proyecto de Policía municipal cuando se retiraron los legisladores del FpV y dejaron al massismo con el catering listo y un scrum de dirigentes preparados para festejar la ley como un triunfo propio. Felipe Solá y Gustavo Posse, candidatos a la gobernación del Frente Renovador, se pasearon por los palcos junto a Graciela Camaño, Gabriel Katopodis y Darío Giustozzi, al que sus pares acusaron de mufa. “Darío, llegaste vos y se cayó la sesión”, lo toreó un massista. Más cauto, Sergio Massa no apareció por la Legislatura aunque permaneció en el status “en camino” a la espera de una aprobación que no se ejecutó.

Votos sinuosos

A la destreza del tigrense se atribuyó la pirueta de Omar Foglia, senador del GEN que pasó de “ausentarse” a estar en contra. En el peronismo K se habló de charlas de Massa y Margarita Stolbizer como la razón del cambio de perspectiva de Foglia. Si esos parámetros permanecen intactos, la ley depende de la voluntad de expresiones K. Por un lado, Mario Ishii, que tiene su unibloque Néstor Vive pero le imputan cercanía con Massa. El ex alcalde prometió que dará su voto que, así y todo, sólo alcanza para empatar, por lo cual deberá desempatar Mariotto. Ese minishow puede servir para el sueño electoral del hincha del lomense. Si la opción Ishii naufraga, el último recurso es que Sergio Berni renuncie a la Secretaría de Seguridad para reasumir como senador provincial. Sería un golpe de doble valor porque además de sumar un voto para el FpV, le restaría otro al massismo, ya que Fabio Sorchili, quien lo reemplazó en la banca, meses atrás se mudó a ese sector.

Al acecho, Cristina Fioramonti de Kunkel, jefa del bloque K, no dejó pasar el detalle de rememorar que 8 senadores del FR lograron su banca “colgados de las listas encabezadas por Cristina y Scioli”. Pasó otra factura al recordar que la semana pasada el massismo cuestionó la licencia del juliandominguista Patricio García y la asunción en su lugar del randazzista Norberto García, pero el miércoles el FpV aceptó la licencia de Héctor Vitale, del FR.

La hipótesis Berni alborotó el Senado. “Yo voy a hacer lo que me digan que haga”, le transmitió el jueves pasado el funcionario a un dirigente que lo consultó sobre la posibilidad de volver a ocupar su banca. Una eventual renuncia debe ser aprobada por Cristina de Kirchner, con lo cual será la presidenta la última compuerta que operará para las acciones del secretario. La semana pasada, cerca de Berni decían que no había ninguna indicación de la Casa Rosada. Por las dudas, a los suyos el secretario les recitó, a modo de mini Biblia, un poema discursivo. “Yo estoy a favor de la política municipal y creo que puede servir para mejorar. Pero no es la solución. La única solución es una reforma muy profunda de la Policía bonaerense”, los aleccionó, siempre explosivo, el secretario.

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