Maxi y Franco, dos kiniesiólogos argentinos, llegaron en auto a Brasil 2014 para seguir a su selección como muchos de sus compatriotas. Y para estar más cerca del equipo de Lionel Messi no tuvieron mejor idea que acampar enfrente de su búnker en las afueras de Belo Horizonte.
La carpa color marrón está montada junto al auto de estos jóvenes en un terreno aledaño a la entrada de Cidade do Galo que la prensa utiliza para estacionar sus vehículos cada día, cerca del vallado de protección que colocó la policía militar brasileña.
“Llegamos acá, preguntamos si nos podíamos instalar a la policía militar, averiguaron y nos dijeron que mientras no molestemos el ingreso al portón no había problemas de estar cerca”, cuenta a la AFP Maximiliano Gutiérrez, de 25 años, vestido con la camiseta argentina y bermudas.
Mientras Maxi habla, Franco prepara un asado con Juan Constantino, un porteño de Mataderos que se les sumó y aportó fuego y algo de carne, en una escena 100% argentina.
La historia del dúo de acampantes es más que singular: Maxi es de Neuquén, en la Patagonia (sur), su amigo Franco Marchesi es de San Juan (oeste) y se conocieron estudiando en Córdoba (centro), con lo cual lo suyo es un canto al federalismo.
La idea del viaje a Brasil para el Mundial nació hace varios años. Originalmente iban a ser cuatro compañeros de la carrera de kinesiología de la Universidad Nacional de Córdoba. Pero al final, por cuestiones de presupuesto, solo quedaron dos.
Maxi partió el miércoles 11 de junio de Neuquén, pasó a buscar a Franco por Córdoba, unos mil kilómetros al norte, ese mismo día y de ahí arrancaron con destino a Río de Janeiro para el debut de Argentina con Bosnia en el Maracaná.
“Llegamos el sábado y estuvimos en el ‘Banderazo’ de hinchas argentinos en Copacabana. El domingo fuimos a la cancha y no conseguimos entradas, así que vimos el partido en el Fan Fest” que organiza la FIFA, rememora.
Esa misma noche salieron para Belo Horizonte, adonde arribaron el lunes a la madrugada. Una horas más tarde ya estaban instalados con la carpa enfrente del centro de entrenamiento del Atlético Mineiro que sirve de casa a Argentina durante el Mundial.
“Estamos cerca de Argentina esperando un milagro, que salga un jugador, una foto, una firma. Pero la veo muy difícil”, dice Maxi.
Por lo pronto ya consiguieron que algunos miembros del seleccionado firmasen una bandera argentina que dice Neuquén y de un periodista que ingresó a la concentración.
“El sueño es ver un partido del Mundial. Queremos comprar entradas, pero necesitamos algo a precio oficial, porque no tenemos mucha plata”, agrega Maxi, pensando en el encuentro del sábado de Argentina ante Irán en el estadio Mineirao de Belo Horizonte.
“Yo pude ver a Argentina en eliminatorias contra Paraguay en Córdoba. He visto amistosos también, cuando dirigía (Diego) Maradona. Pero ver un partido del Mundial es un sueño”, insiste.
¿Cómo es la vida diaria en el camping improvisado junto a la ruta que lleva a Belo Horizonte?
“El agua la pedimos acá a los muchachos de Cidade do Galo que nos dan. También nos dejan pasar al baño. Tenemos bebidas, comida. El padre de Franco tiene una fábrica de pastas en San Juan que nos abasteció, es nuestro spónsor”, dice Maxi con una sonrisa.
“Estamos bien, tenemos colchón inflable, dormimos cómodos. El amigo Juan vino con algunas cosas que nos faltaban y hoy nos vamos a comer un asado”, continúa.
Los chicos tienen pensando quedarse hasta el final de la primera fase, que Argentina cerrará el miércoles 25 de junio ante Nigeria en Porto Alegre.
El búnker argentino se ha convertido en un lugar de peregrinación para los fanáticos albicelestes desde la llegada de Messi y compañía el lunes 9 de junio.
La gente se detiene con su vehículo, ata su bandera al vallado colocado antes del arco de entrada al predio y se toma una fotografía.
Según fuentes diplomáticas se esperan que unos 50.000 argentinos, con y sin entradas, desembarquen en Belo Horizonte para el partido Argentina-Irán.
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