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Amigo de verdad: le dona un riñón al compañero de trabajo

Sebastián recibió autorización de la Justicia para darle el órgano a Ángel, que padece una dolencia renal congénita.

En un acto de solidaridad y humanidad inmenso, Sebastián Silva, de 34 años, decidió –tras pedir autorización judicial– donarle un riñon a Ángel Arellano, su compañero de trabajo y amigo. Ambos pasan sus días en Poligoma, un comercio ubicado en Saavedra al 700 en la zona sur de la ciudad, hace más de 15 años. En todo ese tiempo el correr de las horas terminó convirtiendo a la relación en profunda y entrañable. Ángel, de 43 años, tiene poliquistosis renal, una enfermedad congénita y hereditaria que produce una insuficiencia renal crónica y terminal. Desde septiembre de 2012 es sometido a diálisis y la única solución posible para él es el trasplante. La misma enfermedad padecieron su padre y un tío, y ambos fallecieron. Además, sus familiares que se encuentran vivos presentan incompatibilidad del sistema sanguíneo por lo que la decisión de Sebastián fue la llave para renovar sus esperanzas.

“Con Sebastián nos conocemos hace más de 15 años. Es una relación que fue creciendo en el día a día. Después empezamos a salir los fines de semana, íbamos a los campings con nuestras familias, nos gusta jugar al fútbol y así se fue construyendo la amistad”, cuenta Ángel.

“La mía es una enfermedad progresiva y yo siempre supe que iba a llegar este momento, de empezar a hacer diálisis y él siempre vivió todo esto conmigo. Siempre hablábamos del tema. Después de un año y pico en diálisis ingresé a lista de espera de un donante cadavérico. Charlando con la médica me preguntó si tenía algún familiar donante y le dije que no, que se habían muerto de la misma enfermedad, mi vieja tiene 80 años y yo soy hijo único. Mi esposa y mis hijas tienen otro grupo sanguíneo por lo que tenía todas las puertas cerradas. Y un día él me dijo: «Yo te donó el riñón». Y ¿sabés qué?, más allá del gesto del cual no tengo palabras no me llamó la atención porque es un tipo sensacional”, destacó.

Por ahora no hay fecha para la operación. “Ya pasé toda la documentación y estoy esperando que se acomoden las poquitas cosas que faltan”, añadió.

“Los dos trabajamos en el depósito de Poligoma. Ahora él está en la sucursal de 27 de Febrero porque está haciendo un reemplazo. Nuestro laburo consiste en preparar pedidos. Yo hace unos 17 años que estoy y él entró poco tiempo antes”, recuerda.

El pedido de autorización de una ablación e implante de órganos entre sujetos vivos tiene que ser tratado en sede judicial. Se deben cumplir los requisitos establecidos en la ley: gratuidad de la donación, acto voluntario del dador, el consentimiento informado del dador y el receptor y las especificaciones médicas.

La palabra de la Justicia

En la resolución, el juez en lo Civil y Comercial de la 7ª nominación, Marcelo Quiroga, afirmó que “el derecho a donar es considerado personalísimo y como tal, inherente al hombre, extrapatrimonial, vitalicio, no enajenable e intransferible”.

Para el magistrado “la donación es una expresión de altruismo y generosidad”.
Más adelante agrega en el fallo que “la amistad y la solidaridad son los motores que mueven al dador del órgano, que al ver sufrir al otro lo alientan a tratar de terminar con ese estado de cosas y prolongar la vida de su amigo”. La ablación y el implante se realizarán en un Instituto de Nefrología de la ciudad de Buenos Aires. Sin hacer grandes alardes y tomándolo con naturalidad, Sebastián remarca que con Ángel son amigos “desde hace mucho tiempo”.

“Para mí no fue nada raro tomar esta decisión. Es una persona a la que quiero mucho. Hace mucho tiempo que trabajamos. He visto casos similares como el de Sandra Mihanovich con su ahijada, lo charlé con mi familia y le comuniqué la decisión. Ya me hicieron todos los estudios previos, médicos y psicológicos, y estamos a la espera”.

Por último, a la pregunta sobre si tiene algo para decirle a su amigo tras tomar esta decisión trascendente y que marca un antes y un después en la vida de ambos responde con humor: “Que me consiga una entrada al Mundial”. Acto seguido, una estruendosa carcajada sonó del otro lado del teléfono como remate a la charla.

“Esto no es algo común”

La decisión de donar un órgano a una persona que no es familiar no es un trámite sencillo y tiene que pasar por la Justicia. El director del Cudaio, Pablo Maidana, recordó que “si la persona no es familiar tiene que acreditar ante un juez que la relación de amistad es real y tiene un determinado lapso de tiempo”.

“En esto es bastante estricta la cuestión porque lo que se busca es que no haya ninguna relación comercial de por medio. Esto realmente no es algo común. Hace un tiempo tuvimos un caso similar en Reconquista pero puedo decir que en los últimos diez años los pedidos no deben superar los tres en toda la provincia”, aclaró.

Consultado sobre cómo funciona la procuración de órganos en la Justicia, el funcionario dijo que está en un “muy buen nivel”.

“En estos momentos estamos duplicando la media nacional. Estamos entre las dos mejores provincias junto con Entre Ríos. Poco a poco el sistema sanitario se va comprometiendo cada vez más y la sociedad va perdiendo los miedos y tomando decisiones que salvan vidas”, concluyó.

Aunque con mínimos cuidados, después de la operación la vida del donante será normal (Por Alexis Louhau)

Desde el Centro de Nefrología y Diálisis de Rosario explicaron que si bien el donante de riñón deberá tomar algunas precauciones en cuanto al consumo de proteínas, sal y algunas bebidas (especialmente alcohólicas), la intervención quirúrgica no le supondrá riesgos para la salud en el futuro, por lo que podrá llevar una vida prácticamente normal.

De acuerdo a lo señalado por la nefróloga Sara Mohamad en diálogo con El Ciudadano, la donación en vida puede ser tanto de un mayor de edad de la familia (padres, hermanos, hijos, tíos, abuelos o primos de sangre) como de una persona de su círculo íntimo o grupo de pertenencia (hijos adoptivos, cónyuges o amigos), siempre y cuando éstos presenten un buen estado de salud en general.

Previamente a la intervención, se realizan una serie de estudios de compatibilidad que encierran un doble objetivo: por un lado, determinar que el cuerpo del receptor aceptará el nuevo órgano y, por el otro, que el donante no tendrá ninguna complicación al vivir con un solo riñón.

De esta manera, aquellos que se disponen a donar el órgano deberán presentar, entre otros requisitos, una función renal normal libre de cualquier alteración analítica o estructural significativa y no mostrar alteraciones que incrementen el riesgo de nefropatía, como es el caso de enfermedades sistémicas, hipertensión severa o diabetes.

Un estudio complejo

“Se trata de un estudio complejo de sangre que se realiza mediante análisis que se encuentran autorizados por el Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante). La persona a la que se le extirpa un riñón va a tener una vida normal en líneas generales, aunque va a tener que cuidarse con algunas cosas”, sintetizó la profesional.

En este sentido, reconoció que las precauciones deben enfocarse principalmente en el control permanente de la presión arterial y en el consumo de proteínas, sal y líquidos, sobre todo aquellos con contenido alcohólico.