“Traigo el recuerdo de un pensamiento de Kant: dormí y soñé que la vida era belleza, desperté y vi que era un deber”. La cita es de Víctor Raúl Haya de la Torre, el fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra) a nivel continental y el Partido Aprista Peruano, de cuya muerte se cumplen hoy 35 años.
Haya de la Torre fue un marxista heterodoxo que aplicó el materialismo histórico a la revisión de la historia y condiciones objetivas de Latinoamérica, deduciendo de ello una teoría original de la acción política para conducir dichas sociedades hacia el socialismo basada en el indoamericanismo y el antiimperialismo.
Carismático y bonachón, fue abogado, político y pensador. Su célebre frase: “¡Ni con Washington ni con Moscú!”, dejó en claro su rechazo tanto al imperialismo norteamericano como al comunismo marxista de la Unión Soviética, de los que fue contemporáneo.
Pese a vivir durante muchos años en el exilio, dejó un gran legado en la política peruana, donde su pensamiento aún se mantiene vigente. Además, sus ideas influyeron significativamente en históricos partidos socialdemócratas de otros países latinoamericanos.
Víctor Raúl Haya de la Torre nació en un hogar de clase media de la ciudad de Trujillo, en el norte del Perú, el viernes 22 de febrero de 1895 y desde muy joven se interesó por la problemática social y demostró sus cualidades para el liderazgo.
Cuando ingresó a la universidad comenzó a formar parte del legendario grupo La Bohemia, donde se destacaba César Vallejo. El poeta cultivó una entrañable amistad con el joven Víctor, y vaticinó su destino al señalar: “Yo profeta brindo por este pichón de cóndor. Yo profeta, anuncio que volará alto y será grande, grande”.
En 1919 Haya de la Torre fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes del Perú y emprendió numerosas revueltas contra el gobierno del presidente Augusto Bernardino Leguía y Salcedo.
Haya de la Torre levantó las banderas de la Reforma Universitaria, el movimiento político-cultural que se inició en 1918 en la Universidad de Córdoba y que se extendió por toda América latina.
En ese marco, impulsó la creación de universidades populares de educación obrera denominadas González Prada –en homenaje al periodista, escritor y filósofo peruano José Manuel de los Reyes González de Prada y Ulloa, (18441918)– y buscó comprometer al estudiantado con las luchas obreras.
Poseedor de un magnetismo sorprendente, la gente lo seguía con devoción ahí donde irrumpía con su vehemencia y su discurso dialéctico cuestionando el poder político. Para miles de peruanos con sed de justicia era casi un salvador, un predicador de verdades ocultas, incendiario de pasiones y pensamientos inteligentes. Era el maestro que enseñaba a pensar y a reflexionar, el relator de hechos reales, el analista del fenómeno humano y de la justicia social.
Es que Haya de la Torre entonaba con sentido mágico lo que muchos entendían pero no sabían explicar. Pero también era el líder inseparable de la disciplina y le rendía culto a la inteligencia de los grandes pensadores del mundo. Alguna vez se le escuchó decir con actitud paternalista: “No podremos cambiar al Perú, si también no cambiamos nosotros. Un aprista libre, justo y culto, es anticipo de prefiguración del Perú de mañana”.
Junto con José Carlos Mariátegui (18941930), uno de los grandes teóricos del marxismo en América latina que buscaba la construcción de un socialismo auténticamente peruano, editó la revista Claridad. En octubre de 1923, Haya de la Torre fue arrestado y deportado, y no pudo regresar al Perú hasta 1931. Durante su primer exilio viajó por gran parte de América latina, recorriendo México, la Argentina, Chile, Nicaragua, Cuba, Panamá y El Salvador.
El 7 de mayo de 1924, Haya de la Torre entregó la bandera indoamericana –el mapa dorado de América latina sobre un fondo rojo– a los estudiantes mexicanos invocando a un frente antiimperialista de trabajadores y estudiantes a escala continental para luchar por la justicia y la unidad indoamericana. Ese fue el punto de partida para la formación a nivel continental de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (Apra) y del Partido Aprista Peruano (PAP).
Tras regresar del exilio, Haya de la Torre se presentó como candidato presidencial del Partido Aprista Peruano en las elecciones generales de 1931. Pero los comicios fueron fraudulentos y Luis Miguel Sánchez Cerro, de Unión Revolucionaria, le arrebató el triunfo.
Sánchez Cerro ilegalizó al Partido Aprista en 1934, y tras un exitoso levantamiento armado en Trujillo se produjeron cruentos enfrentamientos entre militantes apristas y el Ejército en dicha ciudad. La insurrección fue duramente reprimida y terminó cuando Sánchez Cerro murió asesinado en Lima.
En 1948 se produjo un golpe de Estado y al año siguiente Haya de la Torre fue forzado a marchar otra vez al exilio.
En las elecciones generales de 1962 se presentó nuevamente como candidato presidencial del Partido Aprista derrotando a Fernando Belaúnde Terry (Acción Popular) y al ex presidente Manuel Odría (Unión Nacional Odriísta). Pero, al no obtener ningún candidato la mayoría absoluta de los votos, la elección tuvo que ser decidida en el Parlamento. Ante la negativa de Belaúnde Terry a reconocer su derrota y debido al rechazo que el Partido Aprista generaba en las fuerzas armadas, Haya de la Torre pactó en el Congreso que el ex presidente Odría fuera proclamado ganador en aras de mantener la institucionalidad democrática.
Sin embargo, ese gesto no fue suficiente, y el general Ricardo Pérez Godoy encabezó un golpe de Estado y anuló las elecciones.
En los comicios generales de 1963, Haya de la Torre se postuló por última vez a la presidencia del Perú y quedó segundo, por detrás de Belaúnde Terry. En 1968, cuando todo indicaba que Haya de la Torre ganaría las elecciones presidenciales previstas para el año siguiente y por fin accedería al poder, el general Juan Francisco Velasco Alvarado derrocó a Belaúnde Terry inaugurando un gobierno militar (1968-1975) que ilegalizó nuevamente al Partido Aprista.
El 29 de agosto de 1975, el general Francisco Morales Bermúdez derrocó a Velasco Alvarado mientras se hallaba en Tacna, y en 1978 convocó a una Asamblea Constituyente en la que el mítico Haya de la Torre fue elegido por aclamación. Haya de la Torre asumió la presidencia de la Asamblea y en 1979 firmó la hoy derogada Constitución peruana, dejando como heredero del Partido Aprista a su mejor alumno, Alan Gabriel Ludwig García Pérez, quien finalmente sería presidente de Perú en 1985 y en 2006.
Víctor Raúl Haya de la Torre murió el jueves 2 de agosto de 1979 en Lima, acompañado por varios líderes del partido, entre ellos, Alan García y Armando Villanueva del Campo. En honor al viejo maestro, el Partido Aprista colocó en la tumba donde descansan sus restos una gran roca en la que se lee la siguiente frase: “Aquí yace la luz”.