“Los debuts son difíciles”, afirmó Russo en la semana. Y el entrenador no se equivocó. Central ganó y eso es lo que vale. Pero al Canalla le costó y mucho quedarse con el partido. Es que recién lo puso a su favor en el epílogo de la noche. Abreu con el gol le dio aire, Delgado con un zapatazo extraordinario lo dio vuelta y Acuña trajo la tranquilidad.
La imagen en el arranque del torneo fue cambiante: en el primer tiempo el rendimiento fue decididamente malo; pero en el segundo hizo pesar la superioridad de jerarquía con respecto a su rival, especialmente con los ingresos de Becker y Acuña.
Ni una jugada clara de gol tuvo Central en el primer tiempo. Y esto fue la síntesis exacta de cómo jugó el local en esa etapa. El Canalla no tuvo variantes, cometió errores en el fondo y careció de poder ofensivo. Así fueron los primeros cuarenta y cinco minutos del torneo.
¿Y Quilmes? Hizo lo suyo. Se mostró bien parado, presionó en el campo rival y tuvo en los pies de González el premio mayor.
Después del descanso, los de Russo salieron decididos a buscar el empate. Y lo encontraron gracias a un grosero error compartido entre Martínez y el arquero Benítez que aprovechó el Loco. Luego el técnico decidió meter mano, aunque por ahí lo tuvo que haber hecho antes. Y resultó. Ya que Becker le cedió la pelota a Delgado para el segundo y Acuña marcó el tercero.
Central ganó y eso es lo importante. Quedan muchas cosas para corregir, principalmente por lo que hizo en la primera etapa. Pero nadie podrá discutir la enjundia y la idea de ir a buscarlo que tuvo luego. Lo más importante es que a pesar de ir abajo no se dio por vencido. Al Canalla se lo vio con hambre y terminó absorbiendo al Cervecero, con más coraje que inteligencia, pero con efectividad.