Como esos antiguos wines del fútbol, Vladimir Putin llegó esta semana hasta la raya de fondo y tiró un centro para que las economías latinoamericanas cabeceen. ¿Estará en condiciones la región de aprovechar el bloqueo a las importaciones de alimentos de Europa, Estados Unidos y Canadá que aplicó el presidente ruso?
“El bloqueo de importaciones significa un gran negocio para América latina”, anunció en forma directa la cadena televisiva rusa RT, al analizar la situación desatada por las sanciones de aquel país.
La situación política explosiva en Ucrania, la disputa internacional por el derribo de un avión sobre el espacio aéreo de ese país y las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea fueron los primeros capítulos de esta historia.
Entre tanto, durante el año la mirada de Rusia ya había comenzado a virar hacia sus socios de los Brics y en particular también a Sudamérica –un impactante acuerdo gasífero con China y una visita de Putin a Brasil y la Argentina–.
El análisis de RT indicó que Brasil, Argentina, Chile y Ecuador serán los principales beneficiados de la prohibición por un año que afectará a los productores de alimentos europeos y norteamericanos.
En el centro de este negocio estarán exportaciones de carne, fruta, lácteos y vegetales por un total del 8 por ciento de los alimentos que consume Rusia.
Moscú ya agendó reuniones con los embajadores de Brasil y Argentina para hablar de negocios concretos, según se publicó. Así, Brasil podría aportar más soja, azúcar, carne café y tabaco.
La Argentina, puntualmente exporta en la actualidad peras, uvas, manzanas, cítricos, carne, maní, manteca y queso.
Por el momento, restan varios pasos: primero el Estado ruso identifique aquellos productos que dejará de importar de los países sancionados.
Y salir a buscar fuentes alternativas para adquirirlos aunque también a buenos precios: en el decreto firmado por Putin se impone la necesidad de tomar medidas para “estabilizar” los mercados y evitar subas indiscriminadas.
¿Se abrirá la oportunidad de ampliar esa canasta de exportaciones? ¿Los productores estarán en condiciones de avanzar en un incremento del volumen a ofrecer en el corto plazo? ¿Qué niveles de acuerdo podrá encontrarse entre el sector público y el privado para aprovechar esta oportunidad?