El papa Francisco participó en el principal evento de su visita de cinco días a Corea del Sur, la beatificación de 124 mártires católicos coreanos muertos en los siglos XVIII y XIX tras renunciar al confucianismo.
«Su ejemplo tiene mucho que decirnos a nosotros, que vivimos en sociedades en las que, junto a inmensas riquezas, prospera silenciosamente la más denigrante pobreza; donde rara vez se escucha el grito de los pobres», aseguró el pontífice, de 77 años, en la homilía de la misa en la que volvió a hacer una condena al materialismo.
«(…) Los mártires nos invitan a poner a Cristo por encima de todo y a ver todo lo demás en relación con él y con su Reino eterno. Nos hacen preguntarnos si hay algo por lo que estaríamos dispuestos a morir», subrayó el Papa.
Francisco llegó al lugar de la misa, en la plaza de Gwanghwamun en el centro de Seúl, a bordo del «Papamóvil» abierto, en medio de gritos de «¡Viva Papa!» procedentes de una multitud entusiasmada, quesegún el Vaticano era de unas 800.000 personas.
La beatificación tuvo como protagonistas a Paul Yin Ji-Jung, un noble convertido al catolicismo que creó la iglesia católica coreana y fue asesinado en 1791, así como 123 de sus seguidores. Gran parte de los homenajeados fueron torturados y ejecutados «en los primeros días de la Iglesia en Corea».
«Vine desde lejos (…) para ver a Francisco», afirmó una monja que no quiso dar su nombre. «Quería experimentar el espíritu del martirio».
Lee Mee Hyun, una mujer con velo -como la mayoría de las que participaban en la misa-, dijo que ve en el Papa a un «modelo de vida» por su énfasis en ayudar a los pobres y los que sufren.
En el momento en que Francisco pronunció la fórmula en latín de la beatificación sonaron trompetas y los fieles estallaron en aplausos, acercando así a los mártires a un paso de la santidad.
El catolicismo tiene una historia particular en la península coreana, donde fue introducido por nobles locales que lo conocieron durante una visita a Pekín, China.
Los católicos fueron perseguidos en Corea hasta finales del siglo XIX por la dinastía Joseon, que era hostil a las influencias occidentales.
Unos 103 mártires coreanos fueron promovidos a la santidad ya por el papa Juan Pablo II en 1984, durante su primera visita a Corea del Sur. El actual papa visitó su santuario antes de la ceremonia de beatificación.
Francisco aprovechó para hacer coincidir su viaje con la celebración de la VI Jornada de la Juventud Asiática, en la que participan miles de jóvenes de todo el continente.
En contra de lo que se había anunciado, el Papa no bautizó a un hombre que decidió convertirse tras perder a su hijo en un grave accidente de ferry ocurrido en abril de este año. El ritual fue pospuesto al domingo por falta de tiempo.
El pontífice se reunió con el hombre y otra decena de personas que exigen una investigación completa del accidente. Y hoy el Papa se detuvo para saludar a otros familiares de las víctimas que llevan semana acampados cerca de la plaza de Gwanghwamun.
Después de la misa, el papa se trasladó a un centro de asistencia para personas pobres y discapacitadas situado a unos 100 kilómetros al sudeste de Seúl, donde se reunirá también con comunidades religiosas y de laicos coreanas.
El fundador del centro, el padre John Woong Jin, ha sido investigado varias veces por presunta corrupción, aunque nunca se han hallado indicios de delito. También es polémico por su supuesta influencia exagerada sobre los gastos asistenciales del gobierno local.
El líder de los obispos coreanos, Peter Kang U-il, señaló al diario «Boston Globe» esta semana que tiene dudas sobre la institución, pero que a la vez reconoce «que es el lugar más simbólico de la Iglesia católica coreana en lo que respecta al trabajo con los pobres y los enfermos».
Los católicos representan en torno al 10 por ciento de los 50 millones de habitantes de Corea del Sur, pero se trata de un número en aumento, que ha crecido de los 1,3 millones en 1980 a 5,4 millones en 2013.
Uno de los objetivos del viaje de Francisco -el primero de un papa a Asia desde 1995- es apoyar los esfuerzos de evangelización en el continente. En enero volverá a la región para visitar Sri Lanka y Filipinas.
El domingo, el Papa se reunirá con obispos asiáticos y celebrará una misa con los jóvenes en un monumento a los mártires en Sosan. La misa de cierre de su gira el lunes en la catedral de Myongdong, en Seúl, estará dedicada a pedir por la paz y la reconciliación entre las dos Coreas.