Posiblemente, y sin ánimo de exagerar, lo que se vivió el sábado en el Espacio Cultural Universitario (ECU, San Martín 750) fue el evento musical del año, al menos para la joven institución local que, en pocas semanas, celebrará dos años de vida.
Es que, en el marco del ya célebre ciclo “El piano y su música”, se presentó Daniel Rivera, el prestigioso rosarino radicado desde hace muchos años en Italia donde, además de concertista, se desempeña como profesor de una cátedra de piano en el Instituto de Alta Cultura Musical Pietro Mascagni de Livorno.
El concierto, que se vivió con gran intensidad desde todos los ángulos del histórico palacio construido por los hermanos Micheletti en 1926 –ex edificio del Banco Nación–, fue la concreción de un espectáculo que debía realizarse la semana anterior y que, por motivos de salud del músico, debió ser reprogramado para este fin de semana.
Con entrada libre y gratuita, el concierto configuró una oportunidad única para las más de 500 personas que se dieron cita y pudieron asomarse, en su ciudad, a lo más elevado del repertorio pianístico actual de la mano de uno de sus principales exponentes.
Caracterizado por una técnica deslumbrante y un repertorio compuesto por las obras más exigentes para piano, el músico planteó un recorrido histórico-musical de unos 80 minutos de duración a partir de un programa que incluyó obras de Chopin, Shumann y Rachmaninoff.
Rivera toca con todo el cuerpo. Vive el concierto con una intensidad que sorprende. Con pasión, pero también, y lo más importante –al menos para este cronista–, con mucha sensibilidad. Su música viaja a toda velocidad por el aire hasta calar en lo más profundo de la existencia tocando fibras que parecían adormecidas por el tiempo o la costumbre.
Apenas pasadas las 19.30, el concierto comenzó con “Andante Spianato” y “Gran Polonesa Brillante Op. 22”, obras con vigorosos cambios de tiempo y tonalidades, escritas para piano y orquesta. Y redescubriendo a Chopin, Rivera abrió una huella por la que invitó a transitar a través de un par de célebres piezas del compositor del siglo XIX: “Nocturne Op. 15 Nº 1” y “Nocturne Op. 27 Nº 2”, que mostraron el espíritu del romanticismo musical que caracterizó al destacado autor polaco.
Antes de un brevísimo intervalo, la historia planteada por Daniel Rivera llevó a recorrer una “Novelleta” de Schumann, y tras una pausa el concierto continuó con la bellísima “Sonata Nº 2” de Rachmaninoff, una obra en tres movimientos que marcó el punto final del concierto.
Pero aún quedaba tiempo para más y tras una eterna ovación el músico debió volver al escenario. Allí fue, ante la insistencia de su público que, como bis, compartió una singular versión de La muerte del Cisne, pieza del músico romántico del siglo XIX Camille Saint-Saens que se supo popularizar en la danza clásica, y que el sábado, en Rosario, cerró la velada y engalanó una noche que quedará en la memoria de muchos asistentes.
Hasta el momento, del Ciclo “El piano y su música” participaron eximios intérpretes como Eduardo Delgado, Daniel Rivera (en dos ocasiones), Aldo Antognazzi y Horacio Lavandera, entre muchos otros.
En su afán por llegar a todos los rosarinos sin distinciones para, desde la cultura materializada en diversidad de expresiones artísticas, asumir retos para formar ciudadanos con perspectiva histórica, el Espacio Cultural Universitario sigue explorando nuevas formas de entender el mundo sin condicionamientos.