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Maratón teatral de «Caperucita»

Desde el viernes se realiza una maratón teatral en Quercus Alba, con cuatro funciones de "Caperucita un espectáculo feroz", la obra de Javier Daulte que cuenta con la dirección de Carla Sacani.

Un hecho infrecuente ocurrirá desde esta noche en la ciudad, dado que uno de los espectáculos teatrales incluidos en la cartelera local, la versión de Caperucita un espectáculo feroz, del dramaturgo y director porteño Javier Daulte que dirige Carla Saccani y que cuenta con las actuaciones de Natacha Soboleosky, Marita Vitta, María Florencia Sanfilippo y Juan Carlos Capello, ofrecerá cuatro funciones seguidas en Quercus Alba (Corrientes 563), que arrancarán esta noche a las 22, para continuar mañana a las 20 y 22.30 y cerrar el domingo a partir de las 20.30.
“En nuestra versión de Caperucita una mujer es el lobo y un hombre es la abuela”, sostiene Saccani. Ni preconcepto ni riesgo en vano, sólo la necesidad de atravesar los textos de otros autores con una mirada crítica y corrosiva como la que caracteriza al equipo Teatro Cabeza que lleva adelante la talentosa actriz, dramaturga y directora.
Montada a partir de la idea de una familia matriarcal, con un particular dispositivo escénico elaborado a partir de una gran minuciosidad y muy buen nivel en las actuaciones, la obra, que no se inscribe entre las mejores de Daulte, llegó a manos de Saccani por encargo. “Fue una propuesta que me hiciera en agosto de 2013 Marita Vitta. Y dirigir actores de la trayectoria de Marita o de Juan Carlos es realmente un privilegio para alguien que está recién dando sus primeros pasos en la dirección, que es un rol en el que yo empecé desde un lugar absolutamente intuitivo”, expresó Saccani, quien completó: “Es en este tiempo, cuando atravesé algunas experiencias, que estoy empezando a teorizar en los métodos de dirección y en poder formarme específicamente”.
“En Rosario –continuó la autora y directora de Amarás a tu padre por sobre todas las cosas–, la mayoría de los directores somos antes actores y eso está buenísimo porque nos acerca al proceso de construcción de las actuaciones desde un lugar muy auténtico; pero por otro lado, creo que es imprescindible que podamos defender el rol del director como un oficio y un trabajo muy específico, muy técnico, y que nos corramos del lugar de «dueños» de las obras, de todopoderosos, de autosuficientes, porque sino es imposible que un director pueda trabajar en varios proyectos a la vez y entender a la dirección teatral como su oficio y su profesión”.
Respecto del montaje de Caperucita, Saccani expresó finalmente: “La obra en sí terminó siendo una versión; hicimos mucho hincapié en la puesta en escena, en lo musical del espectáculo y en la caracterización de los personajes. En ese sentido, fue un lujo volver a trabajar con Ramiro Sorrequieta que es uno de los artistas del teatro de quien más he aprendido desde que me puse a dirigir. Es una puesta que sorprende, porque si bien es intimista, tiene todos los componentes que requiere el teatro para transformarse en espectáculo. Podría decir que nuestra Caperucita es «un show íntimo teatral» además de «un espectáculo feroz», como la nombró Daulte”.

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