En la madrugada del 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers se declaró en quiebra bajo la protección del “Capítulo 11”, siendo la mayor bancarrota en la historia de Estados Unidos. Era el cuarto mayor banco de inversión tras Goldman Sachs, Morgan Stanley y Merrill Lynch, y fue el puntapié inicial de la crisis financiera mundial que se gestó en 2007 con el colapso de las hipotecas subprime y los derivados financieros.
Se cumplen seis años desde que las autoridades económicas de Estados Unidos tomaron la decisión que cambió el rumbo de la historia: no rescatar al legendario banco de inversión (mientras que otros como Bear Stearns fueron salvados). Unos días después, el entonces secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Fed, Ben Bernanke se reunieron con legisladores para diseñar un rescate del sector financiero por 700.000 millones de dólares (bautizado Tarp) bajo la amenaza, en palabras de Bernanke, de que, “si no lo implementamos, puede ser que el lunes no tengamos economía”.
El gran derrumbe
El sistema financiero mundial comenzó a derrumbarse. Requirió del millonario auxilio de gobiernos y bancos centrales para no sucumbir. El colapso financiero de Wall Street se desparramó sobre las entidades europeas y se transformó en una crisis de deuda soberana que detonó una aún mayor crisis de la economía real. Desempleo y recortes en los gastos sociales asolaron a gran parte de la eurozona, que llegó a estar a un paso de la ruptura.
Seis años después, el desempleo sigue siendo insostenible en varios países periféricos de la Unión Europea, los bancos aún necesitan del auxilio estatal y las autoridades siguen buscando cómo salir de la crisis. Hoy, mientras en Estados Unidos piensan en empezar a subir las tasas para reencauzar la economía a su tendencia normal, en Europa el Banco Central Europeo acaba de volver a bajar las tasas para evitar una tercera recesión en menos de un quinquenio.
Estados Unidos, mejor
Hoy, los bancos en Estados Unidos muestran mejoras respecto de 2008. Reforzaron sus balances y redujeron los créditos tóxicos. Según la FDIC (organismo de control estadounidense), en 2013 hubo sólo 24 quiebras bancarias frente a las 51 de 2012 (el máximo fue en 2010 con 157). Además los bancos con problemas pasaron de 614 a 515 el año pasado (eran 888 en marzo 2011). Desde entonces, los bancos incrementaron sus reservas hasta los 2,8 billones de dólares.
Inversores
En cuanto a los inversores, quienes pudieron mantener sus acciones bancarias recuperaron gran parte de sus fondos. Así lo refleja el índice KBW (indicador de las acciones bancarias) de las entidades financieras de Wall Street, que cerró por aquellos años en 71,01. Ahora se sitúa en 71,81.
Así, por ejemplo, el JP Morgan subió desde casi 42 dólares hasta cerca de 60; el Bank of America (que adquirió Merrill Lynch) pasó de 33,7 y hoy está apenas por encima de 16; Goldman Sachs, de 154 hoy cotiza a 179,8. Morgan Stanley pasó a 34,6 frente a los casi 27 tras la crisis; el Wells Fargo, favorito del multimillonario inversor Warren Buffett, subió hasta 51,6 desde los 34,3.
Otros, como los acreedores no asegurados de Lehman (empleados, fondos de pensiones, bancos y gestores) recién ahora recibirán un primer pago de 4.600 millones de dólares según una notificación presentada en el Tribunal de Quiebras de Manhattan por el fideicomiso James Giddens.
Muy grande para quebrar
De todos modos, aún hoy el pensamiento de “demasiado grande para quebrar” (too big, too fail) sigue siendo una espada de Damocles sobre el sistema, en referencia al probable impacto a nivel sistémico de la caída de un banco grande. Hoy, el JP Morgan es la entidad más grande, con activos de 2,5 billones de dólares, seguido por el Bank of America con casi 2,2 billones. Los diez bancos más grandes de Estados Unidos tienen activos de más de 11,1 billones de dólares. En este contexto, la pregunta sigue siendo si Estados Unidos resolvió el problema de “too big to fail”. Todavía no está claro.