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“Siento que hacer Lorca es como entrar en otra dimensión”

El director José María Muscari habla de su versión de “La casa de Bernarda Alba”, que llega a la ciudad con un elenco integrado por María Rosa Fugazot, Andrea Bonelli, Valentina Bassi, Adriana Aizemberg, Mimi Ardú y Lucrecia Blanco, entre otras.

Un mundo de mujeres que sueñan con un hombre que las ronda frente a la crueldad, el dolor y ese deseo que se espía con las persianas bajas. La poética agitada de Federico García Lorca estremece a la hora de pensar que, en La casa de Bernarda Alba, el poeta granadino ensayó los conflictos de un mundo que vio y conoció, un mundo que en las últimas temporadas, de la mano de uno de los creadores más singulares de la escena nacional, José María Muscari, encontró una versión que supo granjearse un lugar en los gustos de un público que, quizás, no sea el que habitualmente consume teatro clásico.

Escrito a mediados de la década del 30, pero ahora propuesto desde un lugar atemporal, Muscari construyó un Lorca propio, un mundo de mujeres con actrices más o menos conocidas y de la mano de una actriz inconmensurable como la recordada Norma Pons, quien falleció en abril último en la cima del éxito de la pieza y habiéndose llevado premios y aplausos por este gran trabajo.

“Lorca me aporta como director la comprensión de las relaciones humanas, las relaciones familiares desde otro lugar”, dijo Muscari a El Ciudadano, autor del texto escénico que aborda la elogiada versión que, con algunos cambios en el elenco, desembarcará esta noche a las 21.30 y 23.30, y mañana a las 20.30, en el teatro Broadway (San Lorenzo 1223).

El elenco que ahora gira con La casa de Bernarda Alba está integrado por María Rosa Fugazot, como Bernarda, a quien acompañan Andrea Bonelli, Valentina Bassi, Adriana Aizemberg, Andrea Frigerio, Mimi Ardú, Lucrecia Blanco, Mariana Prommel y Florencia Torrente.

—¿Cómo vivís y sentís el presente de esta versión del texto de Lorca que ha sido tan elogiada?

—Creo que el presente de esta versión radica en el encanto del éxito que tiene la obra; la situación atemporal en donde ubiqué la versión, de alguna manera, permite una mayor identificación con el público y eso es genial. Es realmente impresionante cómo un clásico, llevado, al circuito comercial por primera vez, logra esto con el público. Y me encanta y soy feliz de que el público se ría, se emocione, pero por sobre todas las cosas pierda el prejuicio que se pueda tener con una obra de Lorca. Mi versión tiene licencias personales pero con un respeto por su autor porque la obra es maravillosa y genial. Simplemente, la tomé como propia y la aggiorné con mi propio sello.

—¿Qué te aporta como director, siendo conocedor y habiendo abordado el universo femenino en varias de tus obras, un texto de Lorca que pareciera encerrar la mayoría de los conflictos posibles dentro de ese universo?

—Siento que hacer Lorca es entrar en otra dimensión, y no plantea sólo un mundo femenino, plantea un mundo, y el gran protagonista de La casa de Bernarda Alba es un hombre, es Pepe El Romano, que es el objeto de deseo y que nunca aparece. Lorca me aporta como director la comprensión de las relaciones humanas, las relaciones familiares desde otro lugar. Y soy feliz cuando veo a mis actrices adueñarse con la pasión que lo hacen de esos conflictos, tan poéticos, universales, únicos y personales.

—¿Qué te atrapó de esta obra en un primer momento?

—Siempre estuve enamorado de esta obra porque es una obra perfecta, es de amor, de odio, de traición, de sumisión, de poder, de dolor; plantea todo con una simpleza y una complejidad tan perfectamente combinada que me enamoró desde que la leí por primera vez. Poner este texto en escena era un sueño pendiente, y que la obra sea un éxito tan arrasador, creo que sucede no sólo por el talento de mis nueve geniales actrices sobre el escenario sino también porque inexplicablemente algo del espíritu lorquiano se adueña del teatro cada noche.

—El texto cuenta con una adaptación que no se limita a modificaciones temporales o de lenguaje. ¿Qué registro elegiste para las actrices, qué mantuviste del texto original y qué decidiste modificar?

—Del texto original está todo: las situaciones, los personajes, los conflictos, pero el lenguaje ahora es más cotidiano y no se define en una época, no es actual pero tampoco tiene un marco histórico, por eso digo que es atemporal. Por otro lado, hay personajes que en la versión original son más secundarios o no tan importantes en la historia, y yo, contando con un elenco tan estelar, reescribí pasajes para nueve actrices que podían iluminar esos personajes.

—¿Cuál fue el aporte de Norma Pons y más allá del dolor de su perdida qué significó para vos su partida?

—Norma Pons fue la única actriz de la historia de mi teatro que trascendió la categoría de actriz y se transformó en una musa; trabajé con ella los últimos siete años de mi vida; hicimos tres espectáculos: Cash, 8 Mujeres y La casa de Bernarda Alba. Y esta obra yo la adapté para ella, para cumplir su sueño y el mío que era lograr con ella lo que logré, que se conozca su enorme potencial como actriz. De todos modos, Norma sigue estando en la obra, y tuve la enorme suerte de convocar luego a otra actriz gloriosa como María Rosa Fugazot para asumir el rol protagónico que es enorme, y ella, con su sabiduría y sin nunca hablarlo, hizo lo que mejor podía hacer, que fue crear su propia Bernarda sin emular, copiar ni siquiera intentar repetir nada de lo que hacía Norma. Por otro lado, la partida de Norma dejó un vacío imposible de llenar en mí. Tanto artística como humanamente, para mí, su pérdida es irreparable, pero me quedó su sabiduría, su alegría, y su gratitud; la amo y siempre la amaré, porque ella está en mí y en toda mi obra.

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