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Para un grupo de vecinos, fue “un acto de defensa”

La detención de dos muchachos por la muerte de David Moreira alteró los ánimos en barrio Azcuénaga.

La llegada de efectivos de la Tropa de Operaciones Especiales (TOE) alteró la rutina de la mañana de martes del barrio Azcuénaga, que en los últimos tiempos ganó lugar en los medios por el resonante caso de “justicia por mano propia” contra David Moreira. La noticia del despliegue de la fuerza de seguridad se diseminó rápido por el vecindario.

No tardaron, entonces, en salir a la calle los habitantes del lugar para ver y comentar lo que pasaba en la zona de Marcos Paz al 5400.

Por la radio, muchos vecinos se habían enterado de la detención de dos hombres del barrio acusados de participar de la mortal golpiza contra Moreira. Eso, la detención, hizo explotar de indignación a más de uno.

“Fue un acto de defensa (por el de la golpiza a Moreira), tuvimos la mala suerte de que se murió”, señaló Héctor. Otro vecino que justificó el crimen dijo: “David Moreira no salió a trabajar. Los vecinos estaban todos callados. No sé quién fue el que entregó los datos. Nos robaron y nos defendimos. Fue un acto de defensa, tuvimos la mala suerte de que se murió, porque de esos casos hay cientos y miles y no se murieron. No sé quién lo hizo, pero todo tiene su condena”, señaló.

Entre esos vecinos se repetía una reflexión: antes y después del caso David Moreira, los hechos de inseguridad no dan tregua en ese sector de la zona oeste, pegado al populoso barrio Belgrano.

Gabriel Pomi es verdulero y directivo del club Amistad y Unión, que está ubicado en la cuadra donde Moreira encontró la muerte en marzo pasado a manos de un grupo de jóvenes que, supuestamente, lo sorprendieron in fraganti durante un robo. “Los patrulleros estuvieron sólo 15 días después de lo que pasó con Moreira. Luego todo volvió a la normalidad: robos, entraderas y violencia. Todos los días. Es muy complicado vivir acá”.

El hombre detalló con precisión varios hechos delictivos en la zona: un asalto a una anciana, un robo de motocicleta a uno de sus empleados de la verdulería, una entradera a un hombre que había cobrado una herencia, y los casos siguen. Para el comerciante, parte de estos padecimientos tienen que ver con la falta de patrullaje y señala “la peligrosidad” que conlleva la cercanía de las vías del ferrocarril. De hecho, cuenta que algunos que se hacen pasar por pasajeros de taxis desde otros puntos de la ciudad se hacen llevar hasta donde está el cruce de las vías, en Marcos Paz al 5900. “Los llevan hasta ahí, los apuntan, les roban y se pierden por las vías”, contó Pomi.

Entre las medidas que tomó el vecindario para combatir la inseguridad se cuenta la instalación de una alarma comunitaria en la zona. El sistema, que permite activar un alerta mediante un control remoto, cayó en desuso. “Ya nadie le da bola. Van cambiando las cosas. La gente se tiene que cuidar mucho más. Nosotros (por la verdulería) cerrábamos más tarde pero ahora lo hacemos más temprano”, ejemplificó Pomi. A esto se le agrega serios problemas para radicar denuncias en la comisaría 14ª, tal como comentaron otros vecinos a El Ciudadano.

Consultado por aquel sábado 22 de marzo, Pomi remarcó que “hubo más de 70 personas pegándole a Moreira y agarraron sólo a dos porque subieron el video”. Y siguió: “Es muy difícil la situación. Lo cierto es que muy jodido vivir así”.

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