El músico Javier Calamaro y la Orquesta Pirata llegarán esta noche, a las 22, al Teatro Empleados de Comercio (Corrientes 450) para dar a conocer La vida es afano, su flamante disco donde irrumpe en una nueva búsqueda más ligada al 2×4.
“Es un disco que empieza rockero pero está claro que es un disco de tango, con un quinteto de tango. Se nota que la idea del rock y el tango se mezclan”, describió el músico. Desde su primer disco solista (10 de corazones, 1998), Calamaro venía amagando con el tango, presentando versiones de “La última curda” y “Los Mareados” por distintos escenarios, incluidos conciertos de Mariano Mores y de su hermano Andrés.
El debut oficial vino de la mano de Villavicio (2006), un disco muy personal con cierta atmósfera rockera y temas propios entre clásicos de tango, donde el sonido de la orquesta típica se fusiona por momentos con el rock and roll de pura cepa en un resultado sorprendentemente innovador y a la vez natural.
De la mano de su socio musical Leandro Chiappe (el Maestro Chapa) y acompañado por un seleccionado de músicos reconocidos mundialmente, la Orquesta Pirata, tal la denominación de la banda, incluye en la presentación una serie de clásicos del tango.
Los shows lo llevaron a un lugar de escala mundial, como el Teatro Cervantes, donde cantó para la Orquesta Filiberto dirigida por Néstor Marconi, a la Piazza Navonna y el Auditorium de Roma, el Zócalo y el Teatro de la Ciudad de México DF, la Plaza de Armas de Zacatecas, además de giras extensas por Argentina, Brasil y Chile.
En marzo de 2014 salió a la venta La vida es afano, el nuevo disco de Calamaro y sus piratas, donde la novedad parte desde el repertorio.
Además del tango que da título al disco, las versiones de “Rata de dos patas”, “Pedro Navaja” y “Ruido” parecen nacidas como tango de cuarteto.
Con la participación de Horacio Romo en bandoneón, Julio Domínguez en violín y el Mono Hurtado en contrabajo, la coproducción del pianista, arreglador y director Chapa incluye al Toto Graña y a Guillermo Ferrer (integrantes entre otras de la orquesta de Pugliese), a Leopoldo Federico, Fabricio Rodríguez y a Rubén Juárez en una grabación póstuma.
Alternando rock, tango y algunos otros estilos, los últimos siete años devuelven a un Javier que brilla en cada estrofa y se emociona en cada nota, donde el crecimiento como artista es evidente y la interpretación parece no tener límites.