Philip Dick fue un prolífico escritor de relatos y novelas de ciencia ficción en los que en buena medida, anticipatoriamente, están reflejadas las sociedades contemporáneas. Este autor es quizá uno de los más importantes del género ciencia ficción y uno de sus más singulares exponentes.
Al decir de uno de sus biógrafos, “Dick trató temas como la sociología, la política y la metafísica en sus primeras novelas, donde predominaban las empresas monopólicas, los gobiernos autoritarios y los estados alterados de conciencia. En sus obras posteriores, el enfoque temático de Dick reflejó claramente su interés personal en la metafísica y la teología. A menudo se basó en su propia experiencia vital, reflejó su obsesión con las drogas, la paranoia y la esquizofrenia en novelas como A Scanner Darkly y Sivainvi”.
Su visión distópica de la realidad social, un mundo de ciudades contaminadas por el smog en las que las diferencias socioeconómicas evidencian las flagrantes desigualdades entre las clases sociales, se parece bastante a lo vivenciado actualmente en diversas latitudes del planeta Tierra.
De la misma manera se expone la opulencia de los dominantes en contraste con la miseria y el imperio de la violencia entre los dominados, inducida por los dominantes.
Hay quienes atribuyen esa perspectiva cuasi paranoica al modo de vida turbulento de Dick, pero para quien escribe estas líneas este autor supo avizorar el futuro con implacable lucidez y esto es lo perturbador de su propuesta.
El autor de la novela que inspiró la película de Ridley Scott Blade Runner era poseedor de una hipersensibilidad que le permitió vislumbrar el devenir de las sociedades de producción y consumo plagadas de maquinarias y dispositivos de control social. Esas claves sociológicas se hallan en muchos de sus cuentos y novelas.
Señala un comentarista: “La novela El hombre en el castillo, galardonada con el Premio Hugo a la mejor novela en 1963, está considerada como una obra maestra del subgénero de la ciencia ficción denominado «ucronía». Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, un libro sobre una estrella televisiva que vive en un estado policial en un cercano futuro distópico, ganó el Premio John W. Campbell Memorial a la mejor novela en 1975”.
Reseña biográfica
Philip Kindred Dick nació en la ciudad de Chicago, Estados Unidos de Norteamérica, el 16 de diciembre de 1928 y realizó estudios primarios en la Escuela John Eaton desde 1936 hasta 1938.
Resulta paradójico señalar que su calificación más baja fue un “suficiente” en redacción, a pesar de que uno de sus profesores dijo: “Demuestra interés y talento para contar historias”.
En junio de 1938, volvió junto a su madre a California y en esta ciudad del oeste asistió al instituto de enseñanza secundaria de Berkeley.
Allí coincidió con la gran escritora de ciencia ficción Ursula K. Le Guin, de quien fue condiscípulo en la misma promoción, aunque no llegaron a conocerse.
Finalizados sus estudios secundarios, Dick transcurrió una breve temporada en la Universidad de Berkeley dedicándose al aprendizaje del idioma alemán, aunque luego abandonó estos estudios.
La defección fue forzada y se debió a su negativa a seguir el curso del Reserve Officers Training Corp (curso para oficiales del cuerpo de reserva).
Durante el tiempo que estuvo en la universidad, Dick trabó amistad con el poeta Robert Duncan y, según él afirmaba, realizó las más diversas actividades: “Fue presentador de un programa de música clásica de la emisora de radio KSMO en 1947. Desde 1948 hasta 1952 fue vendedor de discos, su única labor comercial antes de publicar su primer relato breve en 1952”.
A partir de ese año, se dedicó a la escritura casi por completo, publicando su primera novela en 1955.
Los años 50 fueron una época difícil para Dick, tanto que, como una vez dijo, “ni siquiera podía pagar las multas por retraso de la biblioteca”.
En esos años se vinculó con la contracultura de California anterior a los 60 y simpatizó con los poetas beat y las ideas de izquierda.
P. H. Dick se opuso a la guerra de Vietnam, por lo que el FBI le abrió un expediente.
De hecho, en 1955, Dick y su por entonces compañera de vida, Kleo Apostolides, recibieron una “visita” de los agentes del buró.
Obra y temáticas
Gregg Rickman, el más importante estudioso de la obra de Dick, afirma que “dejando a un lado el enfoque simplista y optimista del mundo frecuente en la edad dorada de la ciencia ficción, las obras de P. K. Dick se caracterizan por una sensación de constante erosión de la realidad, explorando su naturaleza enigmática de forma sistemática y creando ambientes posmodernos y decadentes, adelantándose al subgénero cyberpunk”.
“A menudo –agrega– los protagonistas descubren que sus seres queridos (o incluso ellos mismos) son sin saberlo robots, alienígenas, seres sobrenaturales, espías sometidos a lavados de cerebro, alucinaciones, o cualquier combinación de éstos. Este rasgo de la obra dickiana refleja la obsesión del autor acerca de la frágil naturaleza de la realidad perceptible. Sus historias a menudo se convierten en fantasías surrealistas a medida que los personajes van descubriendo que su vida diaria es realmente una ilusión construida por poderosas entidades externas (como por ejemplo en la novela Ubik), por grandes conspiraciones políticas, o simplemente por las peripecias de un narrador no creíble”.
Philip K. Dick nos legó, además de treinta y seis novelas, 121 relatos breves. La mayor parte de sus cuentos fueron publicados en las revistas pulp de la época.
En ellas aparecieron Aquí yace el Wub (Beyond Lies the Wub) y Planet Stories en julio de 1952.
Philiph Dick murió en Santa Ana, California, el 2 de marzo de 1982.
Admirado y elogiado en vida por quienes fueron sus contemporáneos, como Robert A. Heinlein o Stanislaw Lem, había vivido la mayor parte de su carrera como escritor padeciendo apremios económicos, casi en la pobreza y habiendo logrado escaso reconocimiento antes de su muerte.
Años después, sin embargo, la adaptación al cine de varias de sus novelas le brindó notoriedad póstuma, siendo en el presente su obra una de las más populares de la ciencia ficción.
P. K. Dick se ganó así, finalmente, el reconocimiento del público y el respeto de la crítica.