HISTORIA
Bolchevique de salón. Vida de Félix J. Weil, el fundador argentino de la Escuela de Frankfurt
Mario Rapoport
Debate / 2014, 576 páginas
“Un anciano millonario muere inquieto por la miseria que reina en el mundo. En su testamento dona una gran suma para la creación de un instituto dedicado a investigar el origen de esa miseria. Por supuesto, ese origen es él mismo”, escribió Bertold Brecht pensando en Hermann Weil, el argentino alemán que se volvió rico especulando con el precio del trigo. Es cierto que su dinero fue a parar a un instituto de estudios marxistas, tal vez el más famoso del mundo, la Escuela de Frankfurt; pero más cierto y paradójico es que su propio hijo, quien se había afiliado al Partido Comunista alemán, Félix Weil, fue el argentino que motorizó esa tarea, así como también una infinidad de empresas nada rentables en lo monetario pero riquísimas en lo cultural y social. En su libro Bolchevique de salón. Vida de Félix J. Weil, el fundador argentino de la Escuela de Frankfurt, Mario Rapoport construye la biografía del hombre que reunió a quienes terminaron siendo altos pensadores de las teorías inspiradas en Karl Marx, como Georg Lukács, Friedrich Pollock, Konstantin Zetkin y Karl Korsch, entre otros, en la Primera Semana de Trabajo Marxista en Alemania, germen del famoso laboratorio de pensamiento que surgió en Frankfurt y recorrió Estados Unidos, para volver a su lugar de origen.
En una entrevista con El Ciudadano y en el marco de la presentación de su libro en Rosario, Rapoport analiza el devenir de la vida de Weil como mecenas de artistas y colaborador de investigadores sociales al mejor estilo de Friedrich Engels, además de su pensamiento, del que quedó una obra recientemente traducida al castellano, El enigma argentino.
“Es una figura que me fascina desde hace mucho tiempo. Yo escribí varios artículos sobre él antes de hacer el libro. Me pareció que era un personaje con una obra importante en la Argentina y en el mundo. Nunca fue tratado ni acá ni en Alemania, el país en el que colaboró fundando el Instituto de Investigaciones Sociales. Creo que el olvido desde la Argentina es muy grave porque su libro principal, El enigma argentino, se publicó en español sesenta años después de que fuera editado en inglés”, desliza Rapoport.
El enigma Weil
Se trata de una historia novelesca y apasionante, que abarca varios mundos: Argentina, Europa y Estados Unidos. Hermann Weil llegó a la Argentina hacia fines del siglo XIX sin un centavo, pero pronto logró hacer una fortuna con la exportación de cereales. Ese aspecto propone la primera paradoja para Félix, su hijo, quien siendo rico se opuso a los intereses de su clase. “¿Cuáles son las razones de lo que algunos llaman «el enigma Weil?, yo pienso que son varias. Una es que en el fondo, con sus libros, él ataca al sistema económico y político de los años 30 y 40, sobre todo a lo que él llama «las tierras del estanciero». La economía estaba ordenada por un grupo pequeño de estancieros que manejaban el país a su deseo e impedían su industrialización. El enigma es porqué este hombre que proviene de una familia de un gran comerciante de granos, cuya empresa Weil Hnos., llegó a ser tan importante como Bunge & Born, se opone a su clase. Como que él estuvo en contra de los grandes comerciantes de granos en la Argentina”, explica Rapoport.
Otro aspecto de ese enigma es que Weil no se quedó en la crítica y pasó a la acción. Tras haber hecho su primera educación en Argentina, viaja a Alemania donde termina haciendo un doctorado y se contacta con grandes pensadores y militantes marxistas, como Rosa Luxemburgo, y da origen a la mismísima Escuela de Fránkfurt.
“Esto se debe al hecho de que él cobra una conciencia política y social en Europa, cuando va a estudiar a Alemania. Allí se vincula al movimiento revolucionario que se desata en ese país como consecuencia de la acefalía de poder, por la caída del emperador, y por la influencia de la Revolución Bolchevique en Rusia. Se forma un ala de izquierda en la socialdemocracia, encabezada por Rosa de Luxemburgo, que se radicaliza. Pero finalmente, ese movimiento se frustra, en oposición a lo que ocurre en Rusia. Sin embargo, él queda enganchado a ese sector, y por eso organiza una Semana de Trabajo Marxista en 1922, en Tübingen, y luego, a partir de ahí, surge la intención de crear un instituto de investigación social que pueda continuar los estudios, formando profesores e investigadores en los problemas sociales, políticos y económicos de Europa en un sentido progresista”, sostiene el economista e historiador.
San Martín y Engels
“Una de las características más importantes de Weil, es que pasa 16 años en Argentina, sobre los 75 que vive. El resto lo pasa en Alemania y Estados Unidos. Sin embargo, sus principales trabajos se refieren a la Argentina. Esto indica un compromiso con su país natal que es notable, porque con nueve años de su infancia vividos aquí, se asemejan a los pocos años que también vivió San Martín en el país. Él terminó viviendo sólo 16 años en el país pero referencia su amor por Argentina”, subraya Rapoport. Al mismo tiempo, a Weil siempre se le reconoce en Alemania y Estados Unidos su rol de mecenas pero Rapoport destaca su producción teórico-económica.
“Él hizo su aporte como mecenas, con el objeto de formar profesores e investigadores con objetivos revolucionarios. También participó en distintas actividades intelectuales escribiendo libros y artículos sobre distintos temas. Principalmente, escribió sobre Argentina, pero también sobre Estados Unidos. También tuvo a su cargo una editorial que publicaba libros de izquierda en el Instituto Marx-Engels de Moscú y dirigió la edición de las obras de Marx y Engels en Alemania. Al mismo tiempo, fue mecenas de artistas. Uno de ellos es quien le hizo el retrato que está en la tapa de este libro. También colaboró con Erwin Piscator, uno de los directores de teatro más innovadores, íntimo amigo de Bertolt Brecht. Weil tiene muchas actividades. En Argentina, cuando vuelve en 1921, lo hace porque lo envía la Internacional Comunista y, en ese marco, escribe un informe sobre el movimiento obrero argentino. Es un pionero en la realización de trabajos que apuntaban a mostrar el estado de la clase obrera en Argentina. Su situación económica, política y social, y las consecuencias miserables de su condición”, comenta Rapoport, quien compara a Weil con Engels porque ambos realizaron obras sobre la situación de la clase obrera, además de sostener económicamente a pensadores amigos.
“Más adelante, en los años 30, su aporte es la creación del impuesto a los réditos, como es hoy el impuesto a las ganancias. No le parecía posible hacer la revolución social en Argentina. Pero sí pensaba que se podía mejorar la situación de los pobres sacándoles a los ricos con un impuesto a las ganancias. Después escribe el libro El enigma argentino, donde hace una descripción muy cruda de la realidad argentina en dos aspectos: económico y político-social. Era un tipo multidisciplinario, principalmente desde la economía. Después escribe algo sobre la intervención del Estado en la economía, sobre el ascenso del nazismo, sobre la Unión Soviética. No todas sus tesis son correctas, porque tiene tesis erróneas sobre la Argentina. Él escribe su libro en un momento en el que hay un proceso de cambio en el país. Se produce el golpe del 4 de junio de 1943 y propone una interpretación del peronismo, donde habla de «naziperonismo». Posteriormente, admite errores sobre eso”, apunta Rapoport, quien expresa que el pensamiento de Weil “era muy realista”, y que su obra tuvo ingerencia en la izquierda argentina, en autores como Milcíades Peña.
Acerca del pensamiento de Weil
Rapoport subraya la importancia de la producción teórica de Weil porque, afirma, “no está tan de acuerdo con la teoría crítica de Adorno y Horkheimer, de la Escuela de Frankfurt. Prefiere basarse en los principios del marxismo aunque no en un marxismo dogmático”. Sumado a esto, el mecenas y teórico argentino-alemán propuso un proyecto para la Argentina a partir de su libro El enigma argentino. Acerca de si sus ideas de industrialización se pueden aplicar ahora, Rapoport sostuvo: “Completamente, porque las ideas de su libro están presentes en la Argentina actual. La discusión es si el país va a marchar hacia un proceso de industrialización o no. En la Argentina, el modelo agroexportador dejó de funcionar ya en los años 30. Es imposible tratar de revivirlo porque una Argentina agroexportadora tiene capacidad para alimentar a 400 millones de personas, y no puede darle de comer a 40 millones de argentinos porque ese modelo no produce puestos de trabajo. El campo se sostiene con la cuarta parte o menos de la población. Por lo tanto, hay que industrializar el país. Todos los países que llegaron a ser desarrollados tomaron ese camino. Los países que surgieron de procesos de colonización, como Canadá o Australia, terminaron siendo países importantes porque se industrializaron tempranamente. Ese es el punto central de su libro, pensar por qué la Argentina no llegó a tener un proceso de industrialización y bienestar social como tienen esos países”, finalizó Rapoport.