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¿Qué es la buena salud?

Por: Rabino Shlomó Tawil

A propósito de haberse conmemorado esta semana “el día mundial de la salud” va una reflexión abrevada de las enseñanzas del Rebe sobre algo tan importante del deber que recae a cada ser humano estar saludable. La buena salud es mucho más que el funcionamiento adecuado del cuerpo físico. La buena salud es un alma sana en un cuerpo sano. La medicina moderna ha empezado a descubrir el extraordinario efecto que el espíritu de una persona puede tener sobre el proceso de cura. Por ejemplo, ha quedado demostrado que la gente con espíritu saludable y optimista tiene un sistema inmunitario más fuerte; y también psicológicamente, estamos descubriendo que la salud física de una persona es afectada directamente por su fe en Di-s. A la inversa, aun una pequeña debilidad en el espíritu puede provocar un profundo mal en el cuerpo.

Es por eso que importa tanto imbuir al enfermo con esperanza y confianza en su recuperación. Confiar en Di-s es una fuente de gran bienestar, especialmente cuando un paciente debe entrar en un hospital. Este bienestar es la mejor medicina para luchar contra la desmoralización que acompaña a la enfermedad, que suele ser tan dañina como la enfermedad misma.

Es por eso también que debemos visitar a los enfermos. Además del hecho de que es una obvia obligación moral, visitar a una persona enferma le muestra que se lo quiere, lo cual fortifica su confianza y su esperanza. Esto, a su vez, ayuda a fortificar su decisión de curarse. Aun cuando el medio físico de un hospital puede deprimir a un paciente, la conciencia del gran potencial de ayuda que tienen la medicina y los médicos crea una cierta paz de espíritu y una receptividad a la cura.

De modo que la buena salud incluye el cuidado del alma tanto como el del cuerpo. Hacerlo de otro modo sería equivalente a tratar a la mitad de una persona, creando una división entre sus necesidades físicas y espirituales.

Así como ciertos alimentos nutren al cuerpo, el alma necesita nutrición espiritual. Esta nutrición incluye una conciencia de la propia misión en la vida y una conciencia de Di-s, que nos ha dado la capacidad de cumplir con esa misión. Un alma saludable se conecta con Di-s mediante el estudio, el rezo, y los actos virtuosos; cuando uno consuma sus obligaciones morales y espirituales, el alma es alimentada con energía divina, así como el cuerpo es abastecido de energía material mediante la ingestión de comida.

Es importante ver que todo aspecto de nuestro buen estado físico tiene un componente espiritual. Cuando comemos, debemos reconocer que la comida no pretende ser una simple indulgencia, sino generar la vitalidad necesaria para llevar una vida plena de sentido. Cuando nos vamos a la cama con un humilde reconocimiento de Di-s y una seria evaluación de nuestras actividades de la jornada, al alma se le permite beber de las aguas espirituales regeneradoras durante el sueño.

Un cuerpo sólido y sano depende de un alma sólida y sana.

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