Estados Unidos puso fin esta semana a la exportación de su profunda crisis, cuando la Reserva Federal anunció que finaliza el programa de estímulo con el que inyectó durante seis años una cifra equivalente al doble de la economía de España para sostener su actividad.
Se inicia así una nueva etapa en la economía global que, de todos modos, no estará exenta de incertidumbre para los Estados Unidos y para el mundo.
Los cambios, afirmó la entidad que encabeza Janet Yellen, serán progresivos: se espera que la tasa de interés se mantenga en niveles muy bajos por lo menos hasta mediados del año próximo.
“La Fed puso fin de manera silenciosa a su programa de estímulo. Ahora el trabajo duro empieza realmente”, interpretó el diario británico The Guardian.
El matutino londinense analizó que el multimilllonario plan de estímulo “probablemente” ha ayudado a la economía estadounidense aunque “no lo suficiente”.
Entre los resultados del programa, detectó bancos con más ganancias, una propia Fed más poderosa e influyente entre los negocios del sector privado.
“En otras palabras, al terminar con el estímulo, la Fed no está llenando el agujero financiero dejado por el propio estímulo. Sólo ha dejado de hacerlo más profundo”, puntualizó.
El diario también evaluó que en la nueva etapa quedará en claro que mientras los bancos hicieron “billones en ganancias provenientes de bajas tasas de interés, los americanos comunes han perdido”.
“El fin del estímulo es quizás el mayor desafío financiero que enfrenten los Estados Unidos en décadas. Involucra billones de dólares, la suerte de los mercados financieros y un siempre presente miedo a un pánico del mercado”, remarcó.
The Guardian señaló que cuando empezó la crisis la Fed tenía en su poder bonos por 1 trillón de dólares y que ahora tiene en sus arcas 4 trillones.
“Eso significa que, en los próximos pocos años, para volver a la normalidad, la Fed tiene que encontrar una manera de vender más de 3 trillones en bonos. ¿Los posibles compradores? El mismo grupo de bancos y fondos de inversión a los que se los compró”, señaló.
El cambio no involucra sólo a la economía norteamericana: las tensiones geopolíticas con China y Rusia y la suerte de los “mercados emergentes” siempre quedan en medio del fuego cruzado con este tipo de cambios en las políticas.
Las apelaciones al llamado fin del “súper ciclo” de los commodities no parecen estar desvinculados de lo que ocurre en la mesa de las decisiones de la Fed.