El presidente estadounidense, Barack Obama, admitió ayer que los republicanos tuvieron “una buena noche” anteayer al lograr el control del Senado y aumentar su mayoría en la Cámara de Representantes y reconoció que “merecen crédito” por haber realizado “buenas campañas” en todo el país.
En conferencia de prensa en la Casa Blanca, Obama sostuvo que escuchará las propuestas legislativas que la oposición proponga ahora que tendrá el liderazgo de ambas cámaras en el Capitolio y que buscará trabajar en una agenda común.
El jefe de Estado demócrata mencionó no obstante que si bien está “deseoso” de trabajar con los republicanos para hacer los próximos dos años de su presidencia “lo más productivos posible”, habrá proyectos de ley que no podrá firmar.
En ese sentido, advirtió que no firmará la derogación de la reforma de Salud aprobada durante su primer mandato y que “antes de fin de año” tomará medidas sobre la reforma migratoria, por decretos presidenciales, ya que no seguirá esperando a que los republicanos decidan actuar.
“Habrá algunos republicanos que estarán enojados o frustrados con cualquier decreto” que pueda firmar sobre la reforma migratoria, sostuvo.
No obstante, “hice todo lo que pude para darles espacio para que hagan algo”, por lo que “si de hecho este Congreso no puede hacer algo, tomaré más medidas ejecutivas”, dijo.
Por último, en una larga conferencia de prensa brindada ante un salón repleto de periodistas, el líder demócrata recordó que su “objetivo número uno” como presidente en los dos últimos años al frente del gobierno “es ejecutar lo más que pueda para los estadounidenses”.
“Soy la persona elegida por todos, no sólo por un estado o por un distrito”, concluyó reafirmando su posición de jefe de Estado y de gobierno más allá de los resultados de anteayer que significaron un fuerte golpe, en términos de poder, para los demócratas.
Además de eso, Obama anunció que pedirá formalmente al Congreso un debate sobre el uso de la fuerza contra el grupo Estado Islámico.
Balance
Los demócratas intentaban comprender ayer las causas de su histórica derrota en la elección legislativa, alimentada por la desconfianza de los estadounidenses hacia la política económica del presidente Obama.
Seis años después de su triunfal elección en la Casa Blanca, Obama amaneció ayer con la mayoría republicana más importante en el Congreso en décadas.
Los republicanos hicieron cartón lleno, no sólo quedándose con el Senado y aumentando su mayoría en la Cámara baja, sino con gobernadores en estados que no habían visto los colores del “Old Party” en mucho tiempo.
Los votantes coincidieron en un 70 por ciento en que la situación económica del país es mala; sólo el uno por ciento la considera “excelente”, según sondeos a boca de urna llevados a cabo por un consorcio de medios.
El crecimiento fue de 3,5 por ciento en el tercer trimestre y el desempleo estuvo en su nivel más bajo en seis años, en 5,9 por ciento.
En 2012, 46 por ciento de los votantes creía que el país iba “en la dirección correcta”; este año, sólo 31 por ciento lo piensa así.
La Unión queda con un mapa mucho más rojo que azul
La oposición republicana triunfó en el Congreso y también se quedó con la mayoría de las gobernaciones en el territorio de la Unión.
Los republicanos conquistaron la totalidad del Congreso en las elecciones legislativas de ayer y proponen dos años de difícil convivencia porque podrán dictar la agenda parlamentaria de Obama.
Los republicanos lograron victorias en Virginia del Oeste, Arkansas, Dakota del Sur, Montana, Colorado, Iowa y Carolina del Norte, destronando a los demócratas en ejercicio en esos estados.
Pero la cifra podría ampliarse: las contiendas en Alaska y Virginia seguían abiertas y en Luisiana se decidirá en un balotaje el 6 de diciembre.
Según las proyecciones de la televisión estadounidense, los republicanos pasarían de tener 45 escaños a 52, de los 100 que constituyen el Senado.
En la Cámara de Representantes podrían ganar hasta 18 bancas, según la cadena ABC, lo que les daría 247 de los 435 miembros, la más amplia mayoría republicana desde la década de los treinta.
El mapa de las gobernaciones norteamericanas también quedó teñido de rojo luego de que el Partido Republicano arrebatara en las urnas dos estados a los demócratas y pasara a controlar 31 de los 50 del país, según proyecciones difundidas ayer tras las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos.
De las 36 gobernaciones que estuvieron en juego en las elecciones de anteayer, los republicanos se quedaron con 24 y los demócratas con 10, mientras que dos estados aún debían definirse: Vermont, que parecía encaminado a una ventaja demócrata, y Alaska, donde el favorito es un independiente, según proyecciones de la cadena de noticias CNN.
En términos absolutos, el Partido Republicano ganó dos gobernaciones, mientras que el Demócrata perdió tres.
Los estadounidenses también decidían ayer en decenas de referendos que iban desde la marihuana y el aborto, pasando por el salario mínimo.