Por Gabriel Pennise
Nadie discute la hombría de bien de Roberto Sensini, tampoco su capacidad como entrenador sea del agrado o no de los hinchas de Newell’s, propensos a la crítica. Pero sí es real que muchas veces se maneja desde la improvisación. El primer caso fue darle descanso a Boghossian previo al partido contra Huracán, cuando el uruguayo tenía cuatro amarillas. Al recibir la quinta se perdió el partido ante Estudiantes. Algo que en los tiempos que corren, con tanta gente colaborando con el entrenador no debiera ocurrir.
En una semana Newell’s jugará el clásico en el Gigante, pero antes (mañana) tiene que jugar contra Chacarita. Sebastián Peratta y Mauro Formica llegan al partido ante el funebrero con cuatro amarillas, propio de un cuerpo técnico que hace de la improvisación un culto. Peratta es posible que no corra riesgo alguno, le alcanzará con templar su carácter, no protestar y tampoco hacer tiempo. Pero lo Formica es más complicado, debe tener el mismo comportamiento que el arquero. Pero su puesto y manera de jugar hace que de una infracción no cobrada el árbitro pueda interpretar simulación y sea amonestado, una acción absolutamente inmanejable para el jugador. También puede llegar tarde al tratar de cortar una contra del rival, aunque en ésta situación podría controlarse más.
¿Tiene reemplazante Formica, en un plantel repleto de jugadores comunes?. No. Así de terminante. Con la misma contundencia podría afirmarse que Nahuel Guzmán no es Peratta. Pero lo suyo (que sea amonestado) es menos probable.