Muchas patadas y poco fútbol. Ese fue el saldo que arrojó anoche el primer duelo entre Boca y River por una de las semifinales de la Copa Sudamericana, que finalizó sin goles luego de 90 intensos minutos de acción en La Bombonera.
Ambos equipos salieron decididos a dejar todo en el terreno de juego y lo demostraron enseguida. A los cinco minutos el árbitro Silvio Trucco (de muy buen trabajo) ya había tenido que sacar una amarilla y antes de la media hora casi se van todos a las manos por una fuerte entrada de Leonardo Ponzio sobre Fernando Gago.
¿Y las emociones? Bien gracias. Con semejante ambiente el nerviosismo fue el principal protagonista, a tal punto que el primer tiempo terminó sin ninguna situación de gol, más allá de algún que otro remate de media distancia que Barovero controló sin dificultades. Al descanso 0-0.
Si la etapa inicial había sido caliente, en el complemento la temperatura subió aún más. River arrancó un poco mejor que el local, pero no supo aprovechar su momento. Es que Carlos Sánchez empezó a gravitar más por los costados y bajo la batuta de Pisculichi el elenco millonario comenzó a inquietar al arco defendido por Agustín Orión, que respondió bien en las pocas que tuvo que intervenir.
Con el correr de los minutos la historia volvió a emparejarse y el encuentro se ubicó en la mitad de la cancha, lejos de las zonas de emoción. Las patadas y las simulaciones siguieron a la orden del día, a tal punto que River finalizó el partido con siete futbolistas amonestados, entre ellos los cuatro defensores.
La última la tuvo Boca. Centro al corazón del área que Gago conectó de cabeza y encontró bien parado a Barovero, en la que sin duda fue la chance más clara que generaron los dirigidos por Arruabarrena en todo el encuentro.
Fue 0-0 nomás, un resultado más que justo por lo poco que ofrecieron ambos dentro del terreno de juego. ¿La revancha? El jueves próximo en el Monumental de Núñez.
