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¡Hay que reaccionar!

Actualidad política y análisis.

Hace años algunos periodistas venimos insistiendo sobre un tema central: ¡la corrupción! Llegamos a una conclusión: ¡la corrupción mata! La corrupción como todas las grandes pandemias se inicia de a poco, pero con la permisividad de la política y de la sociedad, arrasa. “Roban pero hacen” fue el comienzo de la complicidad. En paralelo, la palabra se devaluó y ya no se sellaban los pactos con un apretón de manos. Esa espiral perversa fue creciendo y permitiendo el avance del delito hasta llegar a estos últimos años, en donde el narcotráfico se hizo presente de una manera tal que la muerte, en realidad los asesinatos, pasaron a ser paisaje natural. Lamentablemente la bella Rosario, ciudad que amamos quienes vivimos en ella, puebla a diario su geografía con cruces. Muchos años atrás entrevistando en el programa radial Convenio, el cual transita su año 28°, al por entonces ministro colombiano doctor Cepeda Ulloa, en momentos en que el narcotráfico se adueñaba de sus calles y de sus vidas como hoy de las nuestras, finalizó el reportaje casi implorándonos sobre la necesidad de que la política se anoticiara para que no nos sucediera lo de ellos. Indudablemente la corrupción fue facilitadora del narcotráfico que se infiltró en gobiernos, policías, justicias… su poder fue más fuerte que cualquier advertencia. Hasta hoy no tenemos un periodista asesinado por el narcotráfico, pero sí tenemos periodistas amenazados. Nos toca de cerca Germán de los Santos, quien bien sabe que su vida cambió radicalmente porque para quienes hacen del negocio de la droga su forma de vida matar para mantener el negocio es sólo un trámite. Siento que la política, aun la más honesta, no está reaccionando. La vertiginosidad de los hechos cuanto menos la paraliza y el delito no se paraliza.

En septiembre de este año el periodista Pablo Medina, del diario ABC Color del Paraguay, fue acribillado por narcotraficantes. Conversando con su compañero Iván Leguizamón me dijo: “El hecho mismo de matar a un periodista no debe ser investigado como un simple crimen, puesto que hay un simbolismo que ello conlleva. Para nosotros el asesinato es un claro mensaje de la mafia de querer silenciar a la libertad de expresión. Ojalá que esto no se repita en países vecinos. Esto debe ser un alerta no sólo en Paraguay sino en la región”.

Consultado sobre la actitud ante este asesinato del presidente paraguayo Horacio Cartes, manifestó: “Es un presidente muy cuestionado antes y durante la asunción del mando por sus presuntos vínculos con el narcotráfico. Hay publicaciones que lo indicaban como jefe de una de las facciones más grandes del Paraguay… tuvo una reacción tibia luego del asesinato de Pablo, a través de Twitter envió sus condolencias a la familia…”.

También conversé con monseñor Mario Melania Medina, obispo de la diócesis de San Juan Bautista de Paraguay, quien graficó con brutal realidad la metodología del narcotráfico: “Primero ofrecen dinero, si no consiguen comprarlos los amenazan, luego viene la ejecución”. Ratificó los dichos del periodista paraguayo respecto de la vinculación del presidente de su país con el narcotráfico diciendo: “Cartes fue acusado antes de narcotraficante, no creo que lo apoyen en este momento porque eso sería fatal también para él. Pero hoy no tiene la fuerza como para combatir el narcotráfico, porque los otros poderes están totalmente contaminados”. Ante la gravedad y la ramificación de este flagelo en la región le consulté sobre si veía alguna posibilidad de cambio, me dijo: “Si hay buena voluntad política creo que sí. Pero tiene que comprometerse el gobierno y todos los poderes del estado, legislativo y judicial. Y los medios de comunicación y la ciudadanía. La situación si bien no se va a remediar totalmente, por lo menos lo lograremos en gran parte si estamos todos unidos”. No obstante enfatizó que si no hay una toma de conciencia regional para combatirlo, no va a ser fácil.

Estos hechos debieran hoy convocar a una reunión urgente de los distintos gobiernos así como también de los distintos poderes si en ellos aún queda gente proba. No se debe perder más tiempo.

Por último he dejado una reflexión del doctor Vidulfo Rosales Sierra, abogado de los 43 estudiantes asesinados en México, quien me dijo: “El poder judicial y las autoridades que buscan justicia tienen que organizarse para impedir que el narcotráfico se vaya extendiendo, que avance. La sociedad no tiene que ser indiferente, tiene que impedir que este flagelo se anide, porque cuando penetra lo hace en todos los aspectos de la vida. No se trata solamente de un negocio, ataca todos los aspectos de la vida. Después es poco posible salir de ahí y afecta los derechos de las personas. ¡Quién se iba a imaginar que un grupo de narcos iba a atacar a un grupo de estudiantes que nada tienen que ver con su negocio! Hay una colusión con las autoridades, a veces las protestas de líderes sociales afectan a la autoridad y hay una línea ligera entre quién es autoridad y quién es delincuencia”.

De todos los problemas que hoy atraviesan a nuestra Argentina, la inseguridad y su brazo ejecutor el narcotráfico, es el más terrible. Todo lo demás es subsanable. El narcotráfico genera impotencia porque los resortes institucionales no actúan con la anticipación, rapidez, idoneidad y la decencia que este tema exige.

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