Un atentado contra una escuela en la ciudad paquistaní de Peshawar, perpetrado ayer por el grupo talibán Tehrik-e-Taliban Pakistán (TTP), produjo al menos 141 muertes (132 niños) y más de 80 heridos. Se trata del atentado más sangriento de la historia de Pakistán. El anterior récord se remontaba a diciembre de 2007, cuando hubo en un atentado en Karachi 139 muertos, entre ellos la ex primera ministra Benazir Bhutto, que acababa de volver al país.
En el atentado cometido ayer por un comando talibán resultaron heridas 124 personas, de las cuales 121 son niños, precisó el portavoz del Ejército, el general Asim Bajwa, en una rueda de prensa en Peshawar.
“Los terroristas empezaron a disparar de forma indiscriminada en cuanto entraron en la escuela, y no tenían ninguna intención de tomar rehenes”, relató.
Los asaltantes “llevaban todos chaquetas suicidas (llenas de explosivos), municiones y comida para varios días”, añadió el portavoz.
El Ejército puso fin a últimas horas de la tarde a la operación después de siete horas de combates contra seis atacantes enviados por el Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP) para vengar la ofensiva militar que se desarrolla desde junio contra sus refugios de las zonas tribales vecinas.
El ataque de ayer comenzó hacia las 10,30 locales, cuando seis talibanes disfrazados de militares entraron a la escuela, situada en los suburbios de la ciudad y al borde de las zonas tribales, según fuentes coincidentes.
“Llevamos a cabo este ataque después de una investigación que indicó que los niños de varios altos responsables del Ejército estudiaban en esa escuela”, explicó a la AFP Muhamad Jurasani, un portavoz del TPP, al revindicar el asalto.
Jurasani dijo que se ordenó a los autores del ataque “disparar a los estudiantes más mayores, pero no a los niños”, afirmando que el objetivo de la operación era vengar a sus combatientes muertos en la ofensiva militar contra ellos en sus bastiones cerca de Peshawar.
Según testigos, los atacantes pasaron de clase en clase para matar a los niños, y por lo menos uno de ellos hizo estallar la bomba que llevaba encima.
Un paquistaní de 16 años, Shahrukh Khan, contó desde su cama, en un hospital de Peshawar, que vio la muerte “de cerca” y fingió haber fallecido para sobrevivir.
“Tragedia nacional”
El Ejército, muy presente en esta ciudad regularmente atacada por los insurgentes, intervino rápidamente. El primer ministro, Nawaz Sharif, quien denunció una “tragedia nacional” provocada por “salvajes”, decidió ir al lugar, algo inusual en este país habituado a los ataques terroristas.
Desde el comienzo del ataque, el TTP había indicado que se trataba de “una respuesta a la ofensiva Zarb e Azb, a la ola de asesinatos perpetrada contra los talibanes y al hostigamiento de sus familiares”.
Este grupo armado, creado en 2007, que también busca la instauración en el país de una severa ley islámica, ha atacado a cientos de escuelas públicas en los últimos años, y en 2012 intentó matar a Malala Yousafzai, una joven que milita por la educación de las niñas en esta misma región del noroeste.
Ese intento de asesinato le dio fama mundial y este año fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz.
Desde Gran Bretaña, donde está radicada, Malala, de 17 años, denunció los “actos atroces y cobardes” de los talibanes.
El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, también condenó enérgicamente el atentado. “Es un acto horroroso y de cobardía atacar niños indefensos mientras aprenden”, dijo.
Para el presidente estadounidense, Barack Obama, “tomando como blanco a estudiantes y maestros en este ataque horrendo, los terroristas mostraron nuevamente su depravación”. El primer ministro británico, David Cameron, dijo que se sentía “escandalizado” y “horrorizado” y el presidente francés François Hollande denunció un acto “abyecto”.