La ciudad late al ritmo del 2×4 con milongas, orquestas, clases y conferencias. Es que, con ese pulso, comienza hoy, y se extenderá todo el fin de semana, la 3ª Edición del Rosario Tango Festival, un encuentro que busca “sacudir el movimiento tanguero de acá con artistas que nos representan a nivel internacional”, según dijo a El Ciudadano la bailarina rosarina radicada en Buenos Aires Marisol Morales, organizadora del encuentro junto a Augusto Lagardera y Aldana Mazzeo.
La idea de Morales, según contó, es convocar a todos los amantes del baile de tango sin distinción de técnicas o niveles por lo que diagramaron actividades para grupos avanzados, intermedios pero también principiantes. “El festival está orientado a todos porque uno de los objetivos es hacer crecer a la comunidad del tango local”, dijo la bailarina, quien destacó lo “emocionante” que resulta encontrar grupos que después de tres años continúan bailando y se iniciaron en el primer festival.
A puro tango, hasta el domingo se dictarán en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) una veintena de clases durante el día, mientras que por la noche, en Club Echesortu (San Nicolás 1350), serán los turnos de las milongas.
Además, como broche de oro, mañana, a las 21, en el teatro de Plataforma Lavardén, se realizará el espectáculo La noche de los maestros, un mega show que contará con la participación de bailarines y maestros como Gustavo Naveira y Giselle Anne, Rubén y Sabrina Veliz, y Christina Marquez y Virginia Gómez, entre otros; además de la actriz y bailarina invitada Amira Cámpora, y la música en vivo de la formación local La Trifulca Trío. La inscripción y venta de entradas se realiza en la boletería de Plataforma Lavardén.
“No se necesita bailar para ir a ver un show; si uno quiere disfrutar de ver bailar a esos maestros que viajan por el mundo, es una buena oportunidad para acercarse y ver a quienes son nuestros representantes”, destacó la organizadora quien, además, hizo un balance de su festival, contó pormenores de algunas actividades y también habló del presente del género.
—En este breve pero intenso camino que recorrió el festival, ¿qué lugar se ganó entre los rosarinos?
—El festival brinda la posibilidad a bailarines y profesores de entrar en contacto con artistas de nivel internacional, tomar clases, bailar en las milongas y ver sus shows. Hoy en día, si los rosarinos no viajan a Buenos Aires en las temporadas que estos maestros vuelven del exterior, no tendrían forma de verlos. Es una oportunidad muy buena el hecho de tenerlos acá.
—¿Cuál es el balance que hacés, se cumplieron los objetivos?
—El nivel de baile de tango en Rosario creció muchísimo en estos últimos años a partir de muchas actividades que se organizaron, pero fundamentalmente de la participación de la gente. Creemos que el festival logró su objetivo, que era sacudir el movimiento tanguero de acá con artistas que nos representan a nivel internacional.
—¿Cuáles fueron los retos que se plantearon a la hora de pensar esta nueva edición?
—El objetivo siempre fue apostar por la diversidad. Que el tango crezca en muchos aspectos y direcciones. Y para eso, los invitados que elegimos también fueron pensados con la idea de que sean muy diferentes entre sí.
—¿Qué te aporta esa diversidad a tu faceta de bailarina?
—Lo que a mí como bailarina más me hace crecer es estar frente a una gran diversidad. Por ejemplo: el baile con mi pareja de hace 10 años creció en la dirección de aprender de todos y sentir que, a través de la improvisación y el baile, depende la orquesta o la situación en la que uno esté, te podés expresar de diferentes maneras. A mí me gusta eso: mostrarle todo a la gente para que después pueda elegir qué hacer o qué le gusta ver.
—Naciste en Rosario pero te fuiste luego a Buenos Aires ¿Es el camino para crecer?
—Aprendí a bailar tango acá y luego me fui a Buenos Aires para seguir formándome. Hace 12 años que me fui y 17 que bailo. De alguna manera, con este festival, buscaba poder devolverle a la ciudad un poco de lo que yo me fui a buscar. Porque esos maestros están en Buenos Aires. Hoy el tango cambió mucho y es tan universal que la mayoría de estos maestros pasan más tiempo viajando que en su país. Que me preguntes dónde vivo es una gran pregunta porque, por ejemplo, este año, con mi pareja estuvimos de gira 10 meses.
—El tango sigue siendo la primera atracción cultural argentina en el exterior ¿A qué creés que se debe esta continuidad histórica?
—Eso es increíble. A veces, cuando te llegan contratos o invitaciones a festivales de lugares remotos, es impresionante. Es increíble cómo se expandió el tango y la comunidad que forman sus amantes. Yo me preguntaba: “¿Cómo puede ser que eso suceda en el extranjero y en nuestro país no haya festivales de tango por fuera de Buenos Aires?”. Hay festivales en Argentina de música pero de baile no. Ahora, a partir de estos últimos años, se comenzaron a hacer cosas en Entre Ríos, Córdoba, Mar del Plata, Neuquén. A partir de estos últimos años el tango se empezó a expandir y a crecer en ese aspecto.
—¿A qué adjudicás ese cambio?
—Creo que se debe a que el tango creció tanto en el exterior que hizo que creciera para adentro. Es la historia del tango: se tiene que ir para luego volver. Entonces, ahora el argentino se está preguntando porqué a todo el mundo le gusta. Con Augusto (Lagardera) y Aldana (Mazzeo) teníamos ese objetivo: el tango tiene que crecer también hacia adentro. Y partimos desde Rosario porque es mi ciudad natal y quería generar acá un proyecto de estas características.