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Alta resolución microscópica

El Centro Científico Tecnológico Rosario cuenta con un laboratorio dotado de un microscopio electrónico de barrido, donde un grupo interdisciplinario lo utiliza en innumerables campos que exceden la investigación científica.

El Laboratorio de Microscopía Electrónica del Centro Científico Tecnológico (CCT Rosario) surgió a partir de la llegada a la institución de un microscopio de barrido FEG SEM Quanta 200 equipado con EDS y EBSD.

Su tecnología y capacidades hacen que no sea un aparato más, pero ¿para qué sirve? Su campo de uso, como se explica aquí, es amplio y va desde la investigación científica al arte o la criminalística.

La adquisición de este microscopio electrónico a un valor superior al millón de dólares fue posible en virtud del proyecto liderado por el doctor Raúl Bolmaro, del Instituto de Física Rosario (Ifir). Hoy está integrado al Sistema Nacional de Microscopía (SNM), dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva.

Bolmaro, graduado en Física en la UNR, con doctorado en la Universidad Nacional de La Plata, posdoctorado en Alamos National Laboratory de Estados Unidos e investigador principal del Conicet, afirma: “La microscopía electrónica es una técnica que cuenta con capacidades que incluso van más allá del uso científico, ya que puede ser aplicada en campos diversos, ofreciendo servicios a la comunidad”.

Martina Ávalos, a cargo del laboratorio, doctora en Física por la UNR e investigadora adjunta del Conicet afirma que el laboratorio está asentado en un grupo interdisciplinario del que participan biólogos, bioingenieros y físicos. “Utilizamos el microscopio electrónico con diversos objetivos, incluso en arte ya que nos permite reconocer el origen de una obra, validar autorías y procedencia, reconocer modo de pintura y tipos de sustancias utilizadas. Hemos trabajado con obras de Gustavo Cochet en la puesta en valor de sus trabajos para el museo que con su nombre funciona en Roldán”.

Pablo Risso es bioingeniero y está encargado de manejar el microscopio. “Es un equipo muy avanzado que permite altas resoluciones. Tiene un emisor que se llama efecto de campo que genera un haz de pequeño diámetro que se mide en nanómetros”. Bomaro amplía: “Produce un millón de aumentos. Podemos ver objetos del rango del nanómetro que es la millonésima parte de un milímetro”.

El uso en criminalística

“La microscopía electrónica es una herramienta que aporta certezas relacionadas con imágenes de alta de resolución y determinación de composición de materiales. Nuestra experiencia en esta técnica, junto con la policía, nos ha permitido siempre encontrar residuos producidos por disparos de armas de fuego”, afirma Bolmaro.

—Se dice que hay armas que por su bajo poder de fuego no dejan rastros…

—La conclusión nuestra es que siempre quedan rastros. El microscopio electrónico utiliza electrones en lugar de luz. Al interactuar con la materia se producen diversas señales. En particular, en el caso de la detección de residuos de disparos, se trata de detectar rayos X que se producen por la interacción de los electrones con los metales pesados. Cada uno de esos metales pesados detectados produce una señal característica como si fuera una huella digital.

—¿Qué es lo que se busca?

—Antimonio, plomo y bario. Estos tres elementos juntos producen una señal distintiva según la cual se ha efectuado un disparo de la mano de la que se tomaron las muestras. Si esos tres metales no se encuentran, no hubo disparo desde esa mano.

—¿Por qué cree usted que despiertan tanta suspicacias estas pruebas?

—Hay toda una mitología acerca de que esta técnica puede fallar. La técnica de detección de residuos de disparos ha ido evolucionando pasando por detección de nitritos y nitratos, detección de metales pesados por métodos químicos y actualmente lo que estamos tratando de incorporar es la detección de metales pesados por medio de la microscopía electrónica de barrido.

—Se sabe que las condiciones en que trabajan los investigadores no son siempre las ideales…

—Lo que ocurre es eso justamente; cuando llegamos a hacer los análisis respectivos, lo hacemos en condiciones que no son las ideales. La persona que ejecutó el disparo está en fuga, se la captura pasado un tiempo cuando ya se lavó las manos o las condiciones propias del paso del tiempo: viento, transpiración, entre otros hicieron desaparecer los restos que los instrumentos pueden captar.

—¿Existe alguna situación ideal?

—La situación ideal se da, por ejemplo, en un polígono de tiro. Inmediatamente después del disparo, se toma la muestra con una cinta autoadhesiva de carbono de doble contacto, la que se apoya en la mano o la ropa. A la muestra la ponemos en el microscopio electrónico. Nuestra experiencia nos marca que en 50 disparos hechos con armas de diferentes calibres siempre nos dio positivo. Lo que quiere decir es que (en la situación ideal) no hay arma que no deje residuos. Y en esos 50 disparos estoy incluyendo una Bersa 22.

—Pero no siempre se dan las situaciones que usted llamó ideales.

—Lo que hay que tener en cuenta es el lugar del hecho. Por ejemplo, si hay sangre puede oscurecer la toma de la muestra. En el caso Nisman, por ejemplo, se produjo en un mes difícil porque hay mucha gente de vacaciones. Se pudieron cometer errores en los primeros momentos, cuando se accede al lugar o en la toma de la muestra. Pero la técnica es absolutamente segura. También puede haber un arma en particular; y creo que la fiscal está tratando de dilucidar eso, justamente, que por su diseño no deje restos. Sin embargo no es nuestra experiencia; en la nuestra, todas las armas dejaron residuos.

—¿Hasta cuánto tiempo después del disparo se pueden encontrar residuos en la mano de quien disparó un arma?

—Hicimos un trabajo tomando muestras espaciadas. El número de residuos va disminuyendo paulatinamente y al cabo de 7 u 8 horas desaparece casi totalmente.

Casos donde se usó la microscopía de barrido

La muerte del fiscal Alberto Nisman es uno de varios casos representativos donde se intentó probar si la víctima accionó el arma que le causó la muerte. En este caso se recurrió a la técnica de microscopía electrónica de barrido. También se aplicó esta técnica en la investigación del robo a la casa de un conocido animador radial, en marzo de 2012, en cuyo interior se produjo un intercambio de disparos que impactaron en el periodista, su hijo y uno de los asaltantes, que resultó muerto. La microscopía electrónica de barrido determinó que en la mano del atacante había rastros de disparos de armas de fuego. Mediante esta prueba y otras evidencias el fiscal encuadró como legítima defensa el accionar del periodista radial.

Otro caso representativo, donde se aplicó esta técnica es el caso de Marcos Leuzzi, quien muriera en el hospital de San Fernando en abril de 2014. Según el relato de quienes llevaron la víctima al hospital, había estado en la casa de una familia amiga. En un momento de la reunión, estando en la terraza junto a un amigo, extrajo un arma de fuego y se disparó un tiro en la sien del lado derecho. La pericia de residuos de armas de fuego fue realizada a las tres personas que se encontraban en la casa donde se produjo el disparo y a la víctima, resultando negativo para todas. Sin embargo, según fuentes judiciales, las manos de la víctima habían sido lavadas cuando fue atendido aún con vida, en el hospital, lo que disminuye la fidelidad del método. José Ignacio Amallo, fiscal de la causa, aún no descarta ninguna de las hipótesis: el suicidio, el accidente o el homicidio.

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