“Siempre focalizábamos en la inocuidad y ahora debemos pensar en la calidad de vida. Apuntamos a la alimentación segura y saludable. La idea es proteger a la comunidad y a la vez ayudar al empresario que quiere explorar el rubro alimenticio a trabajar”, señaló a El Ciudadano la directora del Instituto del Alimento de Rosario, Susana Dueñas, al efectuar un balance de la gestión que cumple la repartición a su cargo en la ciudad.
Durante 2014, el municipio realizó unas 8.700 auditorías a comercios con habilitación municipal. A esto se le suman las programadas por la repartición que dos veces por año releva la higiene de los 700 establecimientos de elaboración de alimentos de la ciudad que están en el Registro Nacional de Establecimientos (RNE). Además, se desarrollan operativos semanales, en los que participa la Guardia Urbana Municipal (GUM), la dirección de Inspecciones y de Vectores, respectivamente. No sólo se controlan los 4.500 vehículos para transporte alimenticio que circulan (habilitación provincial o nacional) sino que se efectúa un trabajo de campo por distrito.
Desde un supermercado, una verdulería o carnicería, la política del Instituto es velar por la seguridad alimentaria y acompañar en cada caso con el asesoramiento al productor.
“Hemos tenido problemas diferentes (falta de higiene, presencia de vectores, productos vencidos o interrupción de la cadena de frío) y se interviene en función de ellos. Ello se traduce en actas o clausuras que luego van al Tribunal de Faltas”, precisó Dueñas.
En total, por distintas infracciones a las normas de seguridad del alimento que posee el municipio se labraron el año pasado unas 550 actas, de resultas de las cuales se dispusieron alrededor de medio centenar de clausuras, la mayoría de ellas levantadas luego de que el juez de Faltas del distrito definiera la sanción y se realizara una nueva auditoria para chequear si la contravención se había revertido.
Oscila y preocupa
En la actualidad, existen unos 16 mil manipuladores de alimentos registrados que recibieron capacitación, ya sea para renovar su carnet o para obtenerlo por primera vez. Lo llamativo es que el año pasado se sumaron unas 8.500 personas que se iniciaron en el rubro.
“Es una actividad fluctuante. Hay años que tenés muchos y otros no tanto. Lo mismo pasa con las habilitaciones. Recibimos unos diez pedidos de nuevas habilitaciones por distintos rubros, desde restobares hasta carnicerías. Muchos negocios funcionan durante el verano y luego cierran”, describió la directora del Instituto del Alimento.
Dos sectores de especial interés para el municipio en cuanto a seguridad alimentaria son los jardines de infantes y guarderías. En ellos, durante el año pasado se realizaron capacitaciones para el manejo de alimentos. También existe especial interés en las colonias municipales que se despliegan en los clubes, en las cuales participan no sólo adolescentes y niños sino también adultos mayores. “Capacitamos al personal para mantener en condiciones el agua de las piletas, así pueden controlarla día a día. Periódicamente, también, relevamos los niveles de cloro y limpieza para evitar la transmisión de enfermedades. No es la misma cantidad de desinfectante siempre. Depende del horario, de la cantidad de personas y hasta de si llovió”, ejemplificó Dueñas.
Puertas adentro
La línea de edificación es el límite de la jurisdicción del Instituto del Alimento sobre quienes elaboran alimentos. Si alguien lo hace en la calle, tal el caso de muchos vendedores ambulantes, la fiscalización es dirigida entonces por la dirección de Control Urbano. Igual, hay colaboración. “No hemos tenido mayores sorpresas. Hemos trabajado con muchos carritos de comida que han cambiado su fisonomía para mejorar la higiene en su trabajo. Acompañamos los operativos de Control Urbano para registrar la cadena de frío y verificar si los alimentos que utilizan tienen su sello de elaboración como debe ser”, abundó la funcionaria local.
Cabe recordar que para cumplir su cometido, el Instituto cuenta con personal de variados perfiles: ingenieros agrónomos, técnicos en alimentos, bioquímicos, farmacéuticos, veterinarios y licenciados en química.
Seguridad, redoblada
Desde octubre del año pasado, el Instituto del Alimento ha incorporado sistema de alarma, personal de seguridad y, más importante aún, ha modificado la modalidad de pago de capacitaciones y otorgamientos de carnés, que ahora se hace por depósito bancario.
Estas medidas se tomaron luego de un robo que sufrió la repartición por esos días, cuando tres personas armadas ingresaron a su edificio de inmediaciones de Lima y Eva Perón y, tras amenazar y golpear a empleados y personas que realizaban trámites en el lugar, se alzaron con dinero en efectivo, celulares y otros efectos de las víctimas. “Hemos arbitrado los medios para que no vuelva a ocurrir. No hemos registrado quejas por cambiar a la modalidad de buzón de pago por distintos bancos sobre las operaciones del instituto”, precisó Dueñas.