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Nisman “comía de la mano de los servicios de EE.UU.”

Según el periodista Juan Salinas, el fallecido fiscal de la causa de la Amia “se suicidó o fue inducido” al no contar con “escuchas”.

“Que se haya suicidado no quita que lo hayan inducido a hacerlo. Mi hipótesis es que alguien lo convenció de presentar esa denuncia prometiéndole que le iba a dar unas escuchas que a la hora de la verdad no le dio. Que le prometieron escuchas de conversaciones de la presidenta y del canciller Timerman probatorias de la existencia de una conjura para levantar las alertas rojas de Interpol, es decir, para exculpar a quienes él acusaba. Mi hipótesis es que solamente pudo hacerle una promesa así la CIA, la central de inteligencia norteamericana, puesto que desde que estalló el escándalo de las escuchas a Ángela Merkel y Dilma Roussef, y que Barack Obama admitió que los primeros mandatarios espiados eran no menos de 35, resulta obvio que la National Security Agencia (NSA) también había pinchado los teléfonos de Cristina (Kirchner)”, sostiene Juan Salinas, periodista especializado en el tema y ex director del diario El Ciudadano sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, quien estaba al frente de la investigación sobre la causa del atentado a la mutual judía Amia. Según Salinas, el fiscal fallecido “comía de la mano” de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel, y unos tres mil millones de pesos a valores actuales en el curso de una década con el único objeto de garantizar que no se dejara de culpar a Irán, a pesar de la absoluta carencia de pruebas acerca de que los ayatolás hayan ordenado atacar a la Amia. Según Salinas, los principales sospechosos son las últimas personas con las que se comunicó el fiscal, es decir “Jaime” Stiuso, Diego Lagomarsino, Patricia Bullrich, Laura Alonso y el abogado Gabriel Rabinovich.

“Respecto a la muerte de Nisman, no tengo más información que la que sale publicada en los diarios. Claro que sí tengo una vasta experiencia en la causa Amia, y en su antecesora, por el bombazo a la Embajada de Israel, y no me voy a retractar de haber acusado a Nisman de traidor a la patria. Él siguió con el triste papel de continuar el encubrimiento luego de que el juez Juan José Galeano fuera desenmascarado”, expresó Salinas, autor del libro Amia. El atentado. Quiénes son los autores y por qué no están presos, producto de dos años de labor como investigador del ataque, contratado por la propia Amia, según el autor.

La mentira de la camioneta

Salinas recordó que luego de que finalizara el “bochornoso juicio de la Amia y se cayera toda la historia oficial laboriosamente erigida”, el tribunal convocó a una rueda de prensa para volver a poner en pie la hipótesis de que hubo un coche bomba, una “Trafic-bomba” piloteada por un chofer suicida del Hezbolá libanés. “Es una completa patraña, y se trata de la piedra basal del encubrimiento”, se indigna Salinas y expresa: “Si se exhumara la causa de la Embajada de Israel, se vería con absoluta claridad que la supuesta existencia de una Ford F-100/bomba fue un invento de quienes pusieron la bomba”, propone. “Israel y Estados Unidos, Carlos Menem y la Delegación de Asociaciones Israelitas de Argentina (Daia) –sostiene– cerraron filas en torno a esa falsa historia porque les era funcional tanto para apuntar a Irán como para eximirse de tener que deshacerse en explicaciones sobre quiénes y por qué pusieron las bombas”, agregó.

Las llamadas

Respecto a la muerte de Nisman, Salinas pone el acento en las personas con las que se comunicó antes de morir, y el periodista señaló a Jaime Stiuso, Diego Lagomarsino, las diputadas Patricia Bullrich (según Salinas, reclutada por la CIA a través de su cuñado Rodolfo Galimberti) y Laura Alonso (de quien Salinas subraya que es “sponsoreada por los fondos buitres”) y también el abogado Gabriel Rabinovich, “otro que cobraba 41.000 pesos sin ir a trabajar y que es de presumir que es un servicio como la copa de un pino, ya que fue abogado de Juan Bautista «El Tata» Yofre, a quien Menem puso al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (Side)”.

“Me parece evidente que tanto Lagomarsino como Rabinovich son servicios, y sospecho que no sólo lo fueron de la disuelta Secretaría de Inteligencia”.

Para Salinas, autor también de Narcos, banqueros y criminales, así como: “Nisman no podía ir a Teherán a acusar e indagar al ex presidente Akbar Rafsanjani, tampoco podía fundamentar su tremebunda acusación contra la presidenta y el canciller”.

Hipótesis

Preguntado sobre por qué cree que a Estados Unidos e Israel les conviene bloquear la investigación con pistas falsas como la de los terroristas iraníes, Salinas afirma que “porque los dos atentados tuvieron como motivación «mexicaneadas» de banqueros y financistas encargados de blanquear el dinero procedente del tráfico de cocaína y venta ilegal de armas, en ese orden”. Y agrega que considera que el atentado a la Embajada de Israel estuvo directamente vinculado al “trasiego de valijas Samsonite repletas de dólares provenientes de la venta de cocaína en la Costa Este de los Estados Unidos”, y el de la Amia con una operación de lavado de dinero proveniente de la venta de cocaína colombiana en Italia por la mafia tradicional de ese país, que la Justicia italiana desbarató a comienzos de 1994 en lo que se llamó “Operación Unigold”, tal como narra en su libro Narcos, banqueros y criminales.

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