A fin del año pasado, entre gallos y medianoche, se aprobó una reforma de la ley electoral que endurece las condiciones para superar las internas, poniendo un piso del 1,5 por ciento del padrón electoral para llegar a las generales. Asimismo, se mantiene restringida al máximo la publicidad, de modo que las listas que no reciben financiamiento gubernamental o de empresarios ven callada su voz y sus propuestas.
A instancias de un senador peronista, pero con conveniencia del gobierno de Antonio Bonfatti, se aprobó una reforma de la ley electoral que establece un piso de 1,5 por ciento del padrón (unos 40 mil votos a nivel provincial y poco menos de 15 mil en Rosario) para pasar las internas de abril y poder presentarse en junio. Se trata de una reforma que es aún más antidemocrática y oligárquica que las Paso kirchneristas, que instalaron también un piso del 1,5 por ciento, pero en ese caso del número de votantes. Encima los espacios para la publicidad prácticamente no existen, pudiendo hacerse conocidos sólo… los que ya son conocidos por contar por una enorme billetera.
Misión: callar a la izquierda
Los motivos para haber impulsado esta reforma son varios. En primer lugar, poner en caja a las disidencias internas en cada uno de los tres grandes conglomerados políticos que responden a los grandes empresarios: el Frente Progresista (PS más UCR), el peronismo y el PRO. Pero sobre todo se busca silenciar, obstaculizar a la izquierda.
Esto es explícito, casi pornográfico: las mismas autoridades que impiden la publicidad gratuita y que no cumplen con la ordenanza municipal que exige que se distribuya gratuitamente un porcentaje de las carteleras en Rosario, encima ponen multas a los partidos que nos vemos obligados a pegar afiches en paredes o postes. Nos silencian en los medios de prensa, nos silencian en el espacio público.
Tapar los reclamos
Los impulsores de esta ley bochornosa explican que el motivo de la misma es terminar con los quioscos electorales, con partidos que sólo existen en períodos electorales. Esto es una mentira. Todo lo contrario, a la que buscan boicotear es a la izquierda que lucha día a día, desde hace años, entre los docentes por salario y condiciones de trabajo, en los barrios contra la represión policial y la mafia narco, entre las mujeres contra la violencia machista y por anticonceptivos para no abortar y por el derecho a abortar para no morir. Callar a la izquierda es tapar la boca a los que denuncian la complicidad de los tres grandes partidos con la impunidad narcopolicial; que no hable la izquierda es garantizar que casos como los de Franco Casco se conviertan en “accidentes”, en lugar de que salte a la luz que la Policía aprieta, tortura y mata a los jóvenes hijos de la clase trabajadora.
En el caso del PTS y el Frente de Izquierda, además, dejarnos afuera de las elecciones es garantizar que no se eche luz sobre las condiciones de vida y de trabajo, y sobre la absoluta falta de derechos sindicales de decenas de miles de jóvenes que trabajan en fábricas, talleres, galpones, obradores, teniendo para colmo el estigma social de vivir en los “barrios peligrosos”. El ejemplo de los trabajadores de Liliana no es un mero ejemplo de lucha sindical: hay que tomarlo como la emergencia de una juventud trabajadora despojada de derechos.
Superar el piso de las Paso
Como parte del Frente de Izquierda, el PTS asume un primer desafío hacia las próximas elecciones. Superar los pisos que el Estado nos impone en cada una de las categorías es el primer objetivo que nos proponemos y que proponemos a todos nuestros simpatizantes: que cada uno sea parte de ayudar a que no callen a la izquierda. Algunas fuerzas consideran que denunciar este piso “rebaja” a la izquierda. Disentimos: siendo el Frente de Izquierda una expresión con importante presencia a nivel nacional, con una bancada parlamentaria combativa y que participa en la mayoría de las luchas de trabajadores a nivel nacional, aún así creemos que enfrentar el piso es una condición sine qua non para ser una izquierda anticapitalista y antiestatal consecuente, y no una mera comparsa de los grandes partidos.
Que la izquierda “hable” es también que se escuchen los reclamos de la juventud, de las mujeres, de los trabajadores, de las docentes, de los colectivos LGTTBi, de todos los sectores que hoy, en este régimen de políticos amigos de los narcos, los empresarios y la Policía, no tienen “carta de ciudadanía”. Este es el desafío, ahora, para la izquierda.
* Sociólogo, dirigente del PTS y candidato del Frente de Izquierda