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Viaje de secundarios a Malvinas

Hoy parte hacia el archipiélago un grupo de alumnos de la Escuela Evangélica Cristiana de Pichincha que recorrerá la capital de las islas y distintos lugares de interés histórico y turístico en una visita que reactualiza una polémica.

Marcelo es cuidadoso; este viaje es un tema delicado. Desde hace quince años cada arribo de ciudadanos argentinos a las islas Malvinas está en la mira diplomática, periodística y política. La última de estas historias lo tuvo al ex vicepresidente Julio Cobos como foco de duras críticas cuando lanzó su candidatura desde el archipiélago. Y no sólo se trata de figuras políticas: la cuestión de la soberanía emerge y pareciera que cada visita argentina desata interpretaciones. No es para menos. Hubo una guerra y muertos de por medio, y el conflicto todavía se debate en fueros internacionales. “La mejor versión del patriotismo es ser cordial y respetuoso en nuestra visita”, dice Marcelo, de apellido Abdala, a El Ciudadano y acepta la complejidad del viaje que hoy emprende hacia las islas. Es el representante legal de la Escuela Cristiana Evangélica de la zona de Pichincha y llevará, junto con una profesora de Educación Física, a siete alumnos de segundo año en este viaje de estudio.

Según lo programado, pasarán menos de una semana en la isla principal donde realizarán recorridos históricos y turísticos.

El caso de la escuela se conoció en noviembre y puso en alerta a las agrupaciones locales de ex combatientes de Malvinas. Algunos medios locales hablaron de un intercambio cultural y deportivo. Otros artículos señalaron que el viaje legitimaría la ocupación de territorio argentino.

“Nos permitirá poder contactar con la historia que nos une tanto desde lo sentimental. Es muy importante poder estar en esa parte. Es un sentimiento”, argumenta Marcelo, quien insiste: “Nuestra intención es el diálogo. Poder dar un ejemplo de respeto mutuo y solidaridad para convivir”.

El viaje

Rosario, Ezeiza, Santiago de Chile, dieciocho horas de espera y aterrizaje en las islas Malvinas. Tal es la hoja de ruta de siete alumnos de 14 años de la Escuela Cristiana Evangélica Argentina, ubicada en Salta 2300 y a la que asisten 500 chicos entre primaria y secundaria. Excursiones a sitios históricos y otros puntos de interés figuran en el itinerario. Por la noche, se hospedarán en algunas de las 120 plazas hoteleras, aclara Marcelo, quien será acompañado por Cristina Feria, profesora de Educación Física de la escuela. La mayor parte del turismo al archipiélago llega en crucero, pasa el día y vuelve a dormir al barco. Por esto las plazas hoteleras no son muchas. “Hemos trabajado en preparar a los alumnos para que tengan un comportamiento ejemplar. Es un sacrificio grande desde lo económico”, dice Abdala.

El viaje se gestionó en 2014 a partir de conexiones con la Universidad de Edimburgo, en Escocia, donde Abdala realizó una especialización en medicina.

“Hablamos con Migraciones. No hubo gran problema para poder ir. Nos atendieron muy bien. Fueron muy educados”, agrega el representante legal de la escuela.

Madurez y memoria

En diálogo con El Ciudadano, el presidente del Centro de ex Combatientes local, Rubén Rada, sentó su posición al respecto, la misma que la entidad mantiene desde 1999, tras el acuerdo entre Argentina y Gran Bretaña por el que se retomaron los vuelos del continente a las islas.

“No nos oponemos. Nos gustaría que los alumnos vuelvan con un grato recuerdo y la noción de que esa tierra nos pertenece”, precisa el veterano de guerra.

Sin embargo, es política o costumbre de distintos centros de ex combatientes del país, incluido el rosarino, que los que fueron soldados no viajen a Malvinas. Que la oficina de Migraciones británica les selle el pasaporte es para ellos reconocer que no están en suelo argentino. “Una señal de protesta”, define Rada. Él ha sido invitado varias veces y se ha negado en todas.

“No podemos evitar que la gente viaje. Muchas madres de soldados viajan al cementerio de Darwin ¿Quiénes somos nosotros para decirles que no? Lo importante es recordar que las islas son argentinas”, insiste el presidente de la institución que reúne a quienes, como conscriptos, fueron llevados a combatir al frente.

“Una emoción muy grande”

Abdala, que por estas horas imagina cómo será llegar al archipiélago, era estudiante de Medicina cuando comenzaron los combates en el sur.

El hombre, médico de profesión, explica lo que le pasa con las Malvinas como un sentimiento. “Para todos los argentinos es un sentimiento muy grande. Para chicos y grandes. Pienso que va a ser una emoción muy grande pisar Malvinas”, considera y admite que el viaje, deseado por muchos años, se reavivó tiempo atrás luego de una entrevista con un profesor de Pediatría y ex combatiente.

“Esa entrevista volvió a despertar mi deseo de ir en este sentido a Malvinas. Con paz, camadería y no violencia”, señala Abdala.

Apelan una decisión de la Corte Suprema sobre torturas cometidas en Malvinas

Ex soldados combatientes de Malvinas pidieron a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que “reconsidere” la resolución que desestimó la posibilidad de investigar las torturas que sufrieron conscriptos argentinos por parte de sus superiores durante la guerra del Atlántico Sur.

Entre las víctimas de estos vejámenes, amparados algunos de ellos en el derogado Código de Justicia Militar, hay un integrante del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Rosario y otras dos de las alrededor de doscientas víctimas son de San Lorenzo y Casilda.

“No se podía aplicar el Código Militar como proponen desde la Corte Suprema. La circunstancia no era normal. Teníamos problemas con la oficialidad, hambre y frío. Muchos fueron estaqueados por robar un paquete de galletitas”, ejemplificó ayer el presidente del centro de ex combatientes de Rosario, Rubén Rada.

La Corte Suprema de Justicia sostuvo en un fallo conocido el martes que los castigos a los conscriptos no constituyen crímenes de lesa humanidad como afirman los agraviados y que por lo tanto no son imprescriptibles, cerrando el paso a la continuidad de los reclamos.

El pedido de “reconsideración, revocatoria y nulidad” de la resolución firmada el 19 de febrero por los ministros Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Carlos Fayt y Juan Carlos Maqueda fue realizado mediante un escrito de ocho carillas que presentó el Centro de Ex Combatientes de Malvinas de La Plata (Cecim) ante el máximo tribunal.

Para esta entidad, con su resolución la Corte “dicta un precedente de enorme gravedad institucional”, que “impide conocer y perseguir penalmente a quienes llevaron adelante las torturas y los crímenes de lesa humanidad” sobre los soldados argentinos en la guerra de 1982.

El estaqueamiento es un castigo que consiste en amarrar a la persona en el suelo, con los miembros extendidos, causando una tortura que agravaba el rigor del clima invernal malvinense.

Con más de 120 denuncias de torturas, estaqueamientos, violaciones y otros tratos inhumanos, la causa por violaciones a los derechos humanos contra los soldados que combatieron en la guerra de 1982 se inició en el 2007 en el juzgado federal de Río Grande.
Rada afirmó que desde Rosario seguirán el pedido para que la Corte Suprema revea el fallo, en sintonía con la actitud que sostienen las agrupaciones de ex combatientes del Chaco, La Plata y Corrientes, entre otras.

El presidente de la Comisión Nacional de ex Combatientes, Ernesto Alonso, afirmó que el fallo reivindica la doctrina del Punto Final.

“No podemos dejar de contextualizarlo: se fue (Eugenio) Zaffaroni y sacan este fallo un día después del 18F, el día del lanzamiento del Partido Judicial», añadió en relación con la marcha convocada por la muerte del fiscal Alberto Nisman.

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