«Los santafesinos comenzamos a ver concretado el sueño de recuperar el ferrocarril y con él recuperamos pueblos enteros”, se entusiasmó el secretario de Transporte de la Nación, Alejandro Ramos. Baigorriense de nacimiento, se refirió así al primer viaje de un tren de pasajeros después de 21 años, 11 meses y 15 días de Buenos Aires a Rufino, que arribó a destino sin inconvenientes el viernes por la noche. Y, además, con una formación de máquina y vagones cero kilómetro. “Es un día histórico para la ciudad y para la región, la llegada de este moderno tren nos hace sentir un gran orgullo”, dijo por su parte el ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, que abordó el convoy por la tarde en la ciudad bonaerense de Chacabuco hacia Junín, dos de las paradas, junto al presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez. Después, ambos se adelantaron para recibir el tren en la estación de destino, donde se produjo una movilización de miles de rufinenses.
Ante un marea de personas que colmaron las inmediaciones de la plaza y la estación de ferrocarril, los inconfudibles bocinazos de tono agudo se anticiparon al aplauso y los gritos y al acto formal donde el intendente de Rufino, Gustavo Deheza, junto a intendentes y presidentes comunales de la región, legisladores y concejales destacó las obras que hicieron posible el esperado regreso del tren de pasajeros. Acto seguido, se proyectó un video sobre la última visita a Rufino del entonces presidente Néstor Kirchner, en 2003, cuando comprometía la obra que este fin de semana se transformó en realidad.
“Así volvemos a abrir la posibilidad de que nuestros jóvenes vayan a estudiar y trabajar sin sufrir el desarraigo de sus tierras, al mismo tiempo que permitirá vincular los proyectos y trabajos comerciales», destacó el secretario Ramos.
«Esto se hizo posible gracias a la firme decisión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que dispuso la enorme tarea y asumió el compromiso de reabrir y recuperar todos y cada uno de los ramales ferroviarios que alguna vez funcionaran, con la consigna de que donde hubo un tren de pasajeros vuelva a haber un tren de pasajeros y donde hubo un tren de carga vuelva a tenerse un tren de carga», sorprendió a su vez el ministro Randazzo, quien ya había adelantado que el tren a Rufino “es el primer paso para que el tren vuelva a Mendoza”.
Regreso con gloria y confort
La formación partió de la estación porteña de Retiro a las 16.10 del viernes y llegó a la estación de la santafesina ciudad de Rufino a las 23.51, tal como estaba previsto, tras recorrer unos 430 kilómetros y detenerse en las estaciones intermedias de Chacabuco, Junín, Vedia y Alberdi. En cada una de ellas, la estación de trenes fue escenario para una fiesta popular, aunque el festival central estaba convocado desde las 22 en Rufino.
La última vez que un tren de línea había pasado por cada ciudad fue el 11 de marzo de 1993.
Melina Villegas, José El Cana Palacios, Huella Trunca, Los Hermanos Torres, Cecilia Mederos y Mili Díaz fueron algunos de los artistas que subieron al escenario rufinense a la espera del tren, que de ahora en más saldrá los viernes a las 16 desde Retiro para retornar los domingos a la misma hora. A diferencia de aquel último convoy, el de la despedida, el nuevo servicio tiene vagones con aire acondicionado frío-calor, iluminación LED, baños para personas con movilidad reducida y suspensión neumática.
Consignas
“Lejos de la consigna «Ramal que para, ramal que cierra», para nosotros es «ramal que arranca, no cierra nunca más»”, proclamó el ministro Randazzo recordando el lema que, a principios de la década del 90, precedió a la caída y desguace de decenas de ramales ferroviarios en todo el territorio nacional, entre ellos recorridos emblemáticos que habían sobrevivido al anterior desmantelamiento generalizado, llevado adelante 30 años antes.
Por entonces, el ministro de Economía Álvaro Alogaray a través del Plan Larkin –referencia al general estadounidense Thomas Larkin, devenido en consultor en transportes del Banco Mundial– dispuso un severo plan de ajuste que propiciaba el abandono del 32 por ciento de la red de vías existentes en el país, la venta de material y el despido de 70 mil trabajadores ferroviarios. Sólo lo logró concretar en forma parcial, por la resistencia sindical que despertó.