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Pigna diferencia el Bicentenario del Centenario

Por: Mora Cordeu

Por: Mora Cordeu/ Télam

El último libro del historiador Felipe Pigna, 1810, se remonta a la llegada de Colón a América para dar cuenta de la resistencia al invasor desde un principio, una resistencia y un clima de “insolencia”, como decían los españoles, que continuó hasta los sucesos de Mayo. “Sí, repaso las rebeliones de los pueblos originarios, de los mestizos, los afroamericanos, los criollos, algo que es anulado por nuestra cultura eurocéntrica”, dice Pigna.

Uno de los hechos que el autor de Los mitos de la historia argentina, Lo pasado pensado y Evita, entre otros textos, rescata también es la revolución haitiana: “La primera gran derrota de Napoleón a manos de un ejército de esclavos y la primera revolución triunfante en América latina en 1804”. Y además menciona la revolución de Chuquisaca, que nace en la  universidad de San Francisco Javier y empieza con un planteo jurídico-intelectual: “Hay un rey francés en España. La donación papal (de las tierras de América) corresponde a la persona del rey y no al reino, y al no estar el rey hay que plantear una nueva legitimidad”. Una idea que se plasma en la Revolución de Chuquisaca de 25 de mayo de 1809.

Para el historiador, “el tema de la circulación de las ideas es central frente al panorama tan fáctico que habitualmente se cuenta”.

Pigna va desagregando los hechos ocurridos las semanas anteriores al 25 de Mayo de 1810 y coteja una serie de elementos contradictorios que hacen elogiar la locura a Belgrano, en un texto en el que parafrasea a Alberdi.

“Había que estar un poco loco porque el panorama era sombrío: la capitanía de Chile en contra, Montevideo resistente, el inmenso imperio portugués que había sido trasladado a Río de Janeiro. Más todo el Alto Perú y la resistencia de Liniers en Córdoba”, remarca el conductor del ciclo de entrevistas ¿Qué fue de tu vida?, por Canal 7.

En toda América latina, subraya Pigna, “hay un acuerdo de jurarle fidelidad a un rey ausente como una salida para no jurarle fidelidad a ese consejo de regencia tan espantoso, que era donde residía la soberanía de Fernando VII, de carácter muy conservador, que quería someter aún más a las colonias”. 

A su juicio, al Bicentenario hay que diferenciarlo del Centenario, “que fue una cosa horrorosa y me parece que define mucho a la gente que lo reivindica”, remarca el historiador. “Cuando uno dice: «Añoramos aquel centenario donde el país estaba mejor» no está diciendo que no había leyes sociales, que la gente no votaba –observa–. ¿Cómo era ese país de doble cara?: la avenida Alvear y su fasto parisino y a pocas cuadras la miseria de los conventillos y más adentro la miseria profunda del interior”.

“En defensa de la memoria argentina de un siglo –recalca Pigna– decir que estamos igual es una falta de respeto. Avanzamos muchísimo. Hemos adquirido leyes sociales, incorporado minorías, tenemos una democracia de casi treinta años y nunca pasó esta continuidad. Por supuesto tenemos una deuda interna que hay que saldar, pero añorar un país para pocos, reivindicarlo, es absurdo”. Por eso, “hay que aprovechar el interés por el Bicentenario y traer al presente las cosas que quedaron pendientes. Hay que pasar a la acción y dejar atrás los recortes maliciosos de la historia”, finaliza.

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