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Algo falló en la facultad

Las autoridades del Centro de Estudiantes de Ingeniería comprobaron y admitieron un “faltante” de 158.230 pesos en la fotocopiadora. Fue un robo “hormiga” que se ejecutó a lo largo de todo 2014.

Un robo hormiga que no pasó el filtro de futuros ingenieros. El Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura (Ceceia) de la Universidad Nacional de Rosario comprobó un “faltante” de 158.230,59 pesos de su fotocopiadora, al que se refirió no como un saqueo de un solo golpe sino como el resultado del desvío de “pequeños” montos –serían del orden de los 500 pesos– en forma diaria o casi durante todo el año pasado. La maniobra fue autodenunciada en el Boletín Nº8 del propio Ceceia, en el que su conducción, que surgió de la lista “La Unidad” y está conformada por estudiantes “independientes” de distintas vertientes ideológicas, asume que el desvío existió y se declara responsable de “no haber controlado el movimiento de dinero a tiempo”.

La insólita situación fue ventilada fuera de los claustros por el portal de noticias rosarioplus.com, pero ya había dejado absorta a la comunidad educativa de la facultad, donde cursan unos 4 mil alumnos. Primero por el monto del que se trata –que evidenciaría no un traspié individual sino una falla estructural de controles– y después por la forma en que se admite: “Aunque este valor es muy elevado, no lo es tanto si lo comparamos con los dos millones de pesos que genera la fotocopiadora anualmente”, se escribió en el Boletín.

Como parte de la plataforma de gestión de la conducción del Ceceia, la fotocopiadora funciona con un modelo autogestionario y abierto a los estudiantes que quieran trabajar en ella. Se persigue así un doble objetivo: que “el precio de la copia esté lo más barato posible”, incluso con la intención de que sea “al costo”, y que se puedan “generar salarios” que permitan afrontar los estudios a los estudiantes que allí trabajen.

Pero en 2014 algo no funcionó en el control diario del Grupo Abierto de Autogestión de la Fotocopiadora de los Estudiantes, que hasta ahí y por más de un lustro, venía bien.

“En diciembre del año pasado los trabajadores de Grafo no pudimos cobrar una parte de nuestros sueldos (la mitad de las vacaciones, el aguinaldo y un retroactivo). A la vez, cuando comenzamos a confeccionar el balance del año, nos encontramos con la causa de esta falta de dinero”, explicaron en el Ceceia.

Con todo, la sensación de cal y arena se extendió entre alumnos, docentes y directivos de la facultad, ya que por una parte se asumió el desfalco sin titubeos y hasta con los centavos contabilizados. Pero por la otra la desazón es que éste se cometió en una representación estudiantil, es decir que sus autores fueron jóvenes y futuros profesionales de la ingeniería.

“Durante 2014 fuimos sufriendo sistemáticamente el robo de cantidades de dinero (pequeñas en relación a los movimientos mensuales) a lo largo de todo el año”, admitieron las autoridades del Centro.

Con todo, la mecánica y el volumen del desvío de dinero aparecieron con toda claridad cuando la conducción del Ceceia preparaba su memoria y balance, con la rendición de cuentas de lo actuado el año pasado, para ser sometido a la consideración de la asamblea de estudiantes.

¿Y ahora?

El Centro de Estudiantes de Ingeniería no aclaró si el faltante de dinero de la fotocopiadora fue objeto de una denuncia judicial. El caso es complejo, ya que dentro de cualquier universidad pública –y por lógica de la Universidad Nacional de Rosario– no tiene juridicción ni la Policía de la provincia ni la Justicia ordinaria. Al tratarse de instalaciones que dependen del presupuesto nacional y cuya autonomía está garantizada constitucionalmente, toda denuncia de un delito dentro de los claustros debe efectivizarse ante la Justicia Federal. Todo indica que el mismo camino debería seguir una investigación dentro de la representación estudiantil.

Vaciada

No es la primera vez que la fotocopiadora del Centro de Estudiantes de Ingeniería –que realiza millones de copias al año, a razón de más de 6 millones y medio en 2012 y más de 7 millones en 2013– es blanco de un delito. Las autoridades del Ceceia denunciaron en el Boletín Nº7, de marzo del año pasado, que el 25 de noviembre de 2013 el local de la fotocopiadora ubicado en La Siberia fue objeto de un robo en el que “la caja fue completamente vaciada”, justo cuando allí estaba depositado “excepcionalmente” la recaudación de una choripaneada que iba a ser destinada a la compra de papel. Se llevaron alrededor de 14.500 pesos.

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