Como el fruto maduro de incontables presentaciones en vivo y ensayos a puerta cerrada en el Pasaje Noruega, ubicado en el tradicional barrio Echesortu, nació Mestiza, el primer disco de la agrupación rosarina de tango fusión que toma su nombre de esa calle de la ciudad que los vio nacer y desarrollarse. Pasaje Noruega está integrada por Eugenia Garralda Lazarte en voz, Guillermo de Pablo en guitarra, Nicolás Moro en guitarra y voz, Mariano Sayago en contrabajo y Marco Bortolotti en percusión y guitarra, una formación que se dispondrá a presentar su disco debut esta noche, a partir de las 21.30, en la Terraza de la Cúpula de la Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
“Empezamos tocando tangos como «Acquaforte» y «¡Mangangá!»”, relató De Pablo a El Ciudadano sobre un repertorio inicial que tenía que ver con la realización de una arqueología dentro del género. “Buscamos temas que nos gustaban a nivel musical y poético para rescatarlos, en nuestro estilo, de un limbo en el que estaban porque no se estaban tocando”, explicó.
Fue en ese camino que los arreglos y la apropiación de esas composiciones se fueron dando de diferentes formas: “Al principio fue muy intuitivo. A la hora de pensar las voces y los arreglos de los instrumentos, fuimos haciéndole caso a la música que conocíamos, porque veníamos de escuchar y de tocar otros estilos”.
Además de los dos señalados y “Melodía del arrabal” de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera o “Negra María” de Homero Manzi y Julio Demare, el disco contiene temas como “Entre muros” de De Pablo, y “A sangre fría” de Nicolás Moro, composiciones propias del grupo que, según afirmó De Pablo, nunca pensó en hacer tango fusión: “Fue algo que salió con los años, conociendo a grandes maestros del tango y colegas; fuimos tomando clases, aprendiendo, hilando más fino y la cosa fue tomando forma”.
“Se dio no con la exigencia de entrar en un canon estético determinado –agregó Bortolotti– sino por placer. Eso nos llevó a aprender todo lo que tenía que ver con el tango, un paso muy importante a la hora de abordar cualquier genero de música popular”.
Y sin duda, lo que obtuvieron estos músicos fue un espacio de creación de una estética que los identifica, un espacio de juego en el que buscaron “en vez de resignificar a través de la interpretación cosas que tengan que ver con el tango y otras músicas cercanas, ver desde dónde era posible crear”, en palabras de De Pablo, quien continuó: “En ese sentido, no queremos limitarnos. Siempre nos pasa que cuando escuchan algunas canciones del disco nos dicen «eso no es tango»; para nosotros son canciones que abrevan en una especie de identidad musical muy fuerte, pero son canciones. A la hora de componer dentro de un estilo, uno debe tomarse la responsabilidad de aprender ese estilo pero también debe tener la libertad para jugársela”.
Avatares de un tango joven
“Hoy hay muchos grandes músicos que están diciendo que el tango es una forma de expresar este momento histórico que nos toca vivir. Al ser un lenguaje tan rico musicalmente, te da miles de variantes para crear. Es una forma auténtica de mostrar lo que sucede”, graficó De Pablo al tiempo que contó que Pasaje Noruega pertenece a Mutar (Asociación Civil Músicos Tangueros Rosarinos), “una asociación que nuclea a músicos e interpretes del género que estamos en la búsqueda de renovar el estilo y sacarlo nuevamente a la calle. También estamos con el tema del tango nuevo, algo que en Buenos Aires empezó hace unos 10 o 15 años. Rosario es la ciudad que le siguió los pasos y hace ya 4 o 5 años que empezó a ser un poco más visible este fenómeno”, agregó el guitarrista.
“Tenemos entre nosotros el punto común de considerar al tango como una música criolla más de Latinoamérica. El tango tiene los mismos avatares que cualquier música criolla del continente, es una más. Para nosotros, en cualquier encuentro de música latinoamericana, el tango es una música más y es ilógico que no esté. Queremos vencer ese corte”, concluyó Bortolotti.