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Habrá que pasar el invierno

La luz aumentó un 6% desde el 1º de marzo, y el impacto se sentirá en las facturas que lleguen a fin de mes y principios de mayo. La suba del agua es inminente y sólo falta la firma del decreto. ¿Gas también?

Por: Guillermo Correa

“Se trata de un aumento aprobado en la Legislatura el año pasado y que iba a entrar en vigencia en enero de 2010”, recordaron voceros de la Empresa Provincial de la Energía, quienes tácitamente admitieron que si el reajuste se aplicaba en el verano “con los cortes que se registraron en febrero”, la bronca podía ser demasiada. El “subsidio anímico” –por ponerle algún nombre– duró tres meses, pero ya se acabó: desde el 1º de marzo pasado las tarifas de la electricidad son un 6 por ciento más caras para los santafesinos y el aumento se sentirá en las boletas que lleguen en los últimos días del mes y en mayo. Lo mismo ocurrirá en las canillas: la suba es inminente y sólo resta una firma de la Casa Gris para que las facturas del servicio de Aguas Santafesinas lleguen con los nuevos valores. ¿Y el gas? En el vital consumo invernal, también está todo listo para el incremento, pero desde Litoral Gas recordaron que “desde hace muchos meses” persiste esa situación. “Estamos esperando el nuevo cuadro tarifario del Enargás. Está todo listo, salvo eso. Y no tenemos noticias de que en el corto plazo eso cambie”, admitieron desde la privatizada a El Ciudadano. Lo que sí está claro, es que a medida que empiece a bajar la temperatura, junto al consumo también subirán las presiones por el postergado aumento.

El panorama más claro para el invierno viene de la EPE. El 6 por ciento de aumento está contemplado en el presupuesto 2010 aprobado el año pasado por la Legislatura santafesina, y sólo los caprichos climáticos impidieron que los usuarios estén ya haciéndole frente. Es que las sucesivas olas de calor de enero y febrero, con temperaturas que orillaban o superaban los 40 grados de día y no perforaban el piso de 30 grados de noche, generaron picos de consumo que mantuvieron al sistema al límite.

Así, mientras los comercios de aire acondicionado celebraban, en la EPE transpiraban. Y los usuarios maldecían: en algunas zonas del centro rosarino, los apagones se sucedían a razón de uno por semana. Y en la periferia incluso hubo cortes que superaron las 12 horas seguidas. Con semejante escenario, el aumento, previsto para enero e incluso anunciado públicamente, parecía más que inconveniente, y el Ministerio de Aguas y Servicios Públicos de la provincia resolvió postergarlo.

Ahora, cuando volvieron las mangas largas a las primeras perchas del ropero, la situación es otra. “Desde el 1º de marzo está vigente esta suba que a la mayoría de los clientes les llegará en la factura de fines de abril o bien principios de mayo. La EPE tiene muchísimas rutas y fechas de vencimientos de sus facturas, y es difícil precisar si  algunos no recibieron la boleta con la suba”, dijo el secretario de Servicios Públicos de la provincia, Alejandro Boggiano.

Con todo, el gerente de Relaciones Institucionales de la EPE, Raúl Stival, arriesgó que no está previsto otro aumento tarifario en lo que resta del año “a menos qué”. Es decir, salvo que se dispare la inflación de un modo incontrolable, o que ocurra algún otro desastre que nadie quiere imaginarse. Pero a la par hizo notar ante este diario que la compañía estatal todavía está lejos de alcanzar un “equilibrio”, tras a la caída del 1 a 1 y la pesificación asimétrica, pese a que pasaron ocho años. “Nosotros no somos una empresa generadora sino distribuidora”, advirtió Stival. Es que la devaluación provocó un desajuste, que se cubrió con una política de subsidios a nivel nacional. “Pero eso sólo alcanza al costo de la energía que compramos en el mercado mayorista, y no a los insumos que utilizamos para la distribución, que son todos importados”, explicó el portavoz.

Con el agua, aunque la reestatizada Assa sí es productora y distribuidora, la descripción parece un calco. Según voceros de la empresa el valor actual  por metro cúbico –1.000 litros– que paga el usuario es de 43 centavos, mientras el costo para que esté en las canillas trepa a 1 peso. “Pero no se trata solamente de un problema de precios”, aclara el vocero de Assa, Guillermo Lanfranco. Y destacó que  el nuevo cuadro “rompe por primera vez con la tarifa plana”, que obliga a pagar el mismo precio por litro a quien se da una ducha que a quien llena la pileta de su casa de fin de semana.

“Esto no es como los impuestos: acá la gente paga lo que recibe. El agua del inodoro o la que se usa para lavar la vereda es la misma que con la que se llena un vaso para tomar. Hay que valorar el recurso: este servicio implica también salud pública y urbanización”, dice Lanfranco.

Lo que es cierto es que el reajuste en el agua todavía no tiene fecha, aunque todo indica que llegaría ya en las facturas de mayo. Y éstas, en forma inédita, tendrán distintos “rangos” de usuarios. Así, para los residenciales que tengan hasta 60 metros cuadrados de superficie cubierta –o el consumo de 22 metros cúbicos en el bimestre, si tienen medidor– tendrán que pagar una boleta 19 por ciento más alta. La primera franja representa el 30 por ciento de los usuarios de Assa; en tanto que la segunda tendrá un aumento del 29 por ciento y es para quienes vivan en casas o departamentos de hasta 110 metros cuadrados cubiertos o consumo de 40 metros cúbicos. Son el 38 por ciento de los usuarios. La tercera franja –hasta 200 metros cuadrados de superficie cubierta o 300 metros cúbicos de consumo– tendrá un incremento similar: el 29 por ciento. En este caso es el 27 por ciento de los usuarios de Aguas Santafesinas.

Las dos últimas franjas, en tanto, son quienes tienen 900 metros de superficie o consumos de 300 metros cúbicos –el 5 por ciento del total– con 39 por ciento de suba; y quienes superan a la anterior –no llegan en total al 1 por ciento–, que tendrán un aumento del 49 por ciento.

Y todas menos la primera franja afrontarán un 10 por ciento más en el siguiente pago bimestral. En plata, la primera franja afrontará una boleta de 16,18 pesos en promedio; la segunda y más numerosa, pagará 37,71 pesos; la tercera 66,14 pesos, y las dos últimas 120,05 pesos y 484,89 pesos respectivamente. Si los números asustan, para tranquilizarse basta con comprar una botella de agua envasada: Assa marca que el precio por botellón de dos litros en cualquier supermercado es el mismo que 7.700 litros de agua potable de la canilla.

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