“Trabajar para poder prevenir el suicidio es una responsabilidad de todos”, tal es el lema del II Encuentro Nacional de Suicidiología que se realizará hoy de 14 a 19 en el aula magna de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), avenida Pellegrini 1618.
Miriam Ledesma, organizadora del congreso y coordinadora del Teléfono de Asistencia al Suicida Rosario, señaló que uno de los temas a tratar será la aprobación, la semana pasada, de la ley nacional de Prevención del Suicidio. “Esperemos que con la nueva ley Nº 27130 el Estado obligue a las provincias a cumplir y tengamos un presupuesto para la asistencia”, indicó al respecto.
De este segundo encuentro participarán Ernesto Páez, psicólogo y embajador de la Paz; el psicopedagogo Martín Álvarez; la criminóloga Claudia Bravo; Sergio Vázquez, médico forense del Instituto Médico Legal, y el médico psiquiatra Lucas Raspal. Ledesma admite que el tema “no es de fácil tratamiento”.
“Entendemos que para los medios, poner el tema suicidio en debate es complejo y dar cifras no es conveniente”, advirtió.
Como coordinadora del Teléfono de Asistencia, el 4724646, la profesional lucha por mantener al cuerpo de voluntarios que atienden los llamados de quienes apelan a esta línea muchas veces como última alternativa ante la perspectiva del paso final. “Con la aprobación de esta ley esperemos que haya presupuesto para quienes vienen a cumplir un turno. Hace seis meses que no podemos hacer estadísticas porque no hay voluntarios. Es realmente grave que alguien llame y nadie atienda. Contamos con dos turnos solamente; los domingos por la tarde, día y horario crítico si los hay, no atiende nadie”.
Demanda sin respuesta
Ledesma y su equipo de capacitación de voluntarios, mantuvieron una reunión a mediados de enero pasado, donde propusieron a las autoridades del Ministerio de Salud que “a la gente que ellos tienen deambulando, sin trabajos concretos, nos las manden para capacitarla, pero no hemos tenido respuestas. Hay muchos llamados con angustia, puntualmente de gente que no es que tenga pensado hacer lo peor sino simplemente busca ser escuchada. Para eso contamos con un protocolo y una capacitación que realizamos dos veces al año”.
“En marzo no tuvimos inscriptos; por ello, el 15 de mayo hacemos la nueva convocatoria, pero será importante que el trabajo sea remunerado. En todos los años desde que se creó el Teléfono de Ayuda hemos capacitado a más de mil voluntarios, pero hoy no contamos con personal”, reveló.
Alcances de la ley
Ledesma explicó los alcances de la ley nacional de prevención del suicidio que tiene como objetivo “la disminución de la incidencia y prevalencia del suicidio, a través de la prevención, asistencia y posvención”, y es declarada de interés nacional “la atención biopsicosocial, la investigación científica y epidemiológica, la capacitación profesional en la detección y atención de las personas en riesgo de suicidio y la asistencia a las familias de víctimas del suicidio”.
Entre los objetivos de la norma también se destacan “el abordaje coordinado, interdisciplinario e interinstitucional de la problemática del suicidio; el desarrollo de acciones y estrategias para lograr la sensibilización de la población; el desarrollo de los servicios asistenciales y la capacitación de los recursos humanos, y la promoción de la creación de redes de apoyo de la sociedad civil a los fines de la prevención, la detección de personas en riesgo, el tratamiento y la capacitación”.
Desde el Ministerio de Salud de la Nación anunciaron que, entre otras tareas relacionadas con la prevención, se deberán “desarrollar campañas de concientización sobre factores de riesgo” y generar “factores de protección a través de los medios masivos de comunicación y otros alternativos”.
Para la coordinadora del Teléfono de Asistencia al Suicida es vital el párrafo de la ley que indica que los operadores de la línea telefónica gratuita de escucha a situaciones críticas deberán estar “debidamente capacitados en la atención en crisis y riesgo suicida y dotados de la información necesaria referida a una red de derivación y contención”.
“Es algo con lo que hoy no contamos y en los últimos seis meses se nos hizo imposible realizar”, concluyó Ledesma.
Cada diez que lo intentan, uno lo consuma
Si bien no hay un perfil del suicida, los profesionales que debatirán hoy en el II Encuentro Nacional destacan “la presentación de tres signos cardinales –el signo de las 3 D–: desamparo, desesperanza y desesperación”. Se calcula además que por cada persona que realmente se quita la vida hubo otras diez intentaron hacerlo.
En la actualidad, en la mayor parte de los países europeos el suicidio es la cuarta causa de muerte después de los accidentes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer entre las personas de 15 a 44 años. Pero debe considerarse que no todos los países llevan estadísticas de los suicidios, razón por la cual en los últimos años la Organización Mundial de la Salud ha tratado de reunir e interpretar esos datos en escala global con el objeto de estudiar las tendencias nacionales y determinar los aspectos significativos desde el punto de vista de la frecuencia de estos hechos luctuosos.
Según un informe que se debatirá hoy en el II Encuentro, la diferencia en la elección de los métodos empleados para consumar el hecho refleja la diferencia básica entre el hombre y la mujer para enfrentar la vida. “La mujer elige el suicidio como una manera de expresar su desesperación mientras todavía hay esperanza de recibir ayuda. El hombre, en cambio, aguarda para hacerlo hasta el momento cuando le parece que la única salida posible es la muerte”.
Estrés sin compensación
La deserción de parte de quienes se inscriben como voluntarios para operar la línea telefónica 4724646 de asistencia al suicida se explica por la fuerte presión que el tema pone sobre quien escucha pese al entrenamiento a que es sometido. Presión no compensada, por otra parte, con una remuneración que justifique someterse al estrés que la tarea provoca. La coordinadora del servicio, Miriam Ledesma, es clara respecto de que por más de que se trate de un voluntariado no puede sostenerse sin paga.