“Son unos dinosaurios”, comentaba enojado un industrial: “Cómo van a proponer que vuelva Cavallo o que hay que terminar con el populismo industrial”.
El recuerdo de Domingo Cavallo, más propiamente del equipo de 200 economistas que lo acompañaron al frente del Ministerio de Economía en su gestión durante la década de los 90, lo hizo Miguel Ángel Broda, cuestionando que no veía que los candidatos contaran con los profesionales adecuados para enfrentar “la magnitud de la agonía, que es mucho peor que la crisis”.
José Luis Espert no dudó en cuestionar duramente la política actual y defender el liberalismo económico al afirmar que estaba en contra del “populismo industrial” y propiciar el libre mercado. “El dólar (el tipo de cambio) es la manera de proteger” afirmó.
En tanto, otro empresario también industrial no sin pesar coincidía en el duro diagnóstico económico que brindaron Broda y Espert, en el sentido de que es inevitable el ajuste.
Fueron sólo muestras del debate que generó entre los empresarios la convocatoria del Consejo Interamericano de Comercio y la Producción (Cicyp), entidad que preside Eduardo Eurnekian, para escuchar las disertaciones de los economistas Carlos Melconian, Miguel Ángel Broda y José Luis Espert.
Broda, con sus irónicos comentarios, distrajo a los asistentes del lomo de ternera en salsa de hongos que sirvieron. Sin empacho y con la ventaja de ser un “economista independiente”, calificó el plan económico de Axel Kicillof como “astuto y perverso” y descartó el adjetivo de “bomba” para bautizarlo “el plan AA” a base de analgésicos y antiinflamatorios.
A su juicio, los parches que aplica el gobierno están logrando el resultado esperado.
“Este plan le va sumar votos al oficialismo”, afirmó. Para luego advertir, que si bien “puede perjudicar el triunfo de la oposición, la macroeconomía siempre se venga”. Y sentenció que “el plan analgésico y antiinflamatorio de Kicillof hipoteca el 2016”.
Hizo referencia al atraso del tipo de cambio: según sus cálculos, para recuperar, “el dólar ahora debería estar a 20,40 pesos”. Admitió que el tipo de cambio funciona como ancla inflacionaria, pero alertó que este escenario podría modificarse “tres meses antes de las elecciones, porque viento de frente se va a tener”, aventuró.
Broda se mostró más pesimista que sus otros colegas respecto de la recuperación de la Argentina.
El economista, con la tranquilidad de no tener que hacerse cargo de la herencia que dejará el kirchnerismo, sostuvo: “Tenemos que tener muy poco miedo a lo que quede del FPV y a los militantes del antiajuste”.
Para salir de la agonía, Broda propuso: “Argentina tiene que ser un país normal, no inventar nada. Mejor copiar a los exitosos” e invitó a implementar un “plan fotocopiadora”.
Cepo
Carlos Melconian fue el más moderado, quizás porque sabe que sus palabras pueden generar un revuelo que le signifique un llamado airado de su jefe, Mauricio Macri, como ocurrió cuando salió a relativizar que el 11 de diciembre se iba a levantar el cepo.
Volviendo sobre sus palabras, el economista del PRO aseveró que “la instrucción interna al equipo de Macri fue la de eliminar el cepo y derrumbar la inflación”. Pero, prudente, indicó que ello será con “un plan económico integral”.
Como consultor económico, no negó los problemas macroeconómicos que enfrenta la Argentina: elevado déficit fiscal y presión tributaria, lo que implica que no hay mucho margen para obtener ingresos para el Tesoro vía impuestos. Es más, ratificó que se van a eliminar las retenciones que –dijo– representan entre el 7 y 8 por ciento del total de los tributos. Para Melconian, es vital “recuperar el crecimiento” y “eliminar el impuesto inflacionario”. Si bien admitió la necesidad de un ajuste, descartó la política de shock a favor del gradualismo.
Y aunque juró que el PRO no ha tenido ningún diálogo con los fondos buitre, apuntó: “Sí lo haremos después de diciembre”, ya que para él el futuro presidente será Macri.
Populismo industrial
El estilo provocativo de Espert provocó más de un comentario, especialmente cuando dio a entender que Argentina podría continuar repitiendo los ciclos de crecimiento seguidos de crisis. “Cada 10 años discutimos lo mismo: ajuste, devaluación”, indicó al tiempo que vaticinó que “el ajuste va a venir, pero ¿para hacer qué?”. Y aventuró: “Si después del ajuste volvemos a inflar el gasto, tomar deuda, será más de lo mismo”.
Espert criticó duramente a quienes proponen políticas de gradualismo porque “demuestran actitud perdedora y soberbia”. Y en coincidencia con Macri afirmó que ve posible eliminar el cepo con “un plan muy creíble”.
Para acceder a préstamos internacionales propuso volver a tener “un acuerdo con el FMI”. Pero como no ve posible que se pongan en práctica las políticas que pregona, vaticinó la vuelta de “épocas aciagas”.
Más de un empresario se atragantó con el postre –bavaroise de frutos silvestres– cuando le escucharon decir que en los últimos 100 años de historia económica imperó en el país un “populismo industrialista”. Para este economista, la Argentina debe “vivir del libre comercio” y tiene que tener un Estado pequeño.
Pero una de las mayores provocaciones de Espert fue afirmar que las “paritarias son fascistas”, porque a su criterio el “el Estado no tiene que hacer llamados a los sindicatos a negociar”. “Pero ese es el populismo que tenemos, no nos quejemos”, les recordó a los asistentes.
A pesar de los lapidarios diagnósticos macroeconómicos que llevaron a afirmar que Argentina es “una máquina de decadencia”, Broda aseveró, con igual firmeza, que siempre los empresarios ganaron plata y que “la tasa interna de retorno es de 6 puntos en Argentina”.
Al término del encuentro la mayoría coincidió que algunas iniciativas oficiales como el plan Ahora 12 estaban funcionando y algunos industriales reconocían que había una lenta recuperación.