El presidente estadounidense Barack Hussein Obama buscó ayer convencer a líderes del Golfo Pérsico sobre los fundamentos de sus negociaciones con Irán, aunque la tentativa podría ser insuficiente para disipar las desconfianzas de esas monarquías.
El jefe de la Casa Blanca mantuvo una reunión en su residencia campestre de Camp David con representantes de Arabia Saudita, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Catar, en una tentativa de responder a las inquietudes surgidas.
La agenda de discusión se centra en las negociaciones por el programa nuclear iraní, que la Casa Blanca considera prioritario, pero también el apoyo de Irán a los rebeldes chiítas en Yemen y al presidente sirio Tachar al Asad.
«Se trata de una negociación sobre la cuestión nuclear, no de una reaproximación más profunda entre Estados Unidos e Irán», destacó Ben Rhodes, un consejero muy próximo de Obama, al fin de la primera sesión de reuniones.
Rhodes admitió que la perspectiva de levantamiento de las sanciones a Irán (en el marco de las negociaciones que podrían ser concluidas a fines de junio) inquieta a los países de la región.
Temores regionales
Las monarquías de la zona del Golfo temen que el levantamiento de sanciones y la recuperación de la economía iraní refuercen la tendencia de Teherán a intervenir en toda la región.
Para Rhodes, «las sanciones nunca impidieron que Irán realice acciones desestabilizadoras», y por ello consideró que son mayores las posibilidades de que el país evolucione hacia una aproximación «constructiva» con la firma de un acuerdo.
En Yemen, donde Irán apoya a rebeldes hutíes, la coalición montada por Arabia Saudita mantiene una frágil tregua después de varias semanas de ataques aéreos.
El gobierno yemenita llamó ayer a su encargado de negocios en la embajada ante Teherán para protestar por la «injerencia» iraní.
De los líderes de seis países invitados por Obama, solamente dos están representados por sus máximos dirigentes: Catar y Kuwait.
En ausencia del rey Salman, de Arabia Saudita, quien declinó a último momento la invitación de la Casa Blanca, Obama recibió al príncipe heredero, Mohammed ben Nayef, así como al hijo del rey y ministro de Defensa, el príncipe Mohammed ben Salman.
Mohamed ben Nayef, saudí considerado en Washington el arquitecto de la lucha implacable contra la red Al Qaeda en su país, también saludó la «relación histórica y estratégica» entre Estados Unidos y Arabia Saudita. Pero las divergencias son evidentes.
Obama se propone defender el acuerdo marco concluido junto con varias potencias nucleares e Irán para impedir que Teherán desarrolle un arma atómica.