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Feo, sucio y malo

Clásico accidentado. Cuatro expulsiones y un penal que discutió todo el equipo canalla.

Por: Pablo Soria

Las incidencias marcaron el ritmo del clásico. Y la emotividad no sólo se redujo a los goles. También estuvo en las expulsiones, en el penal que reclamó todo Central (sancionado correctamente por Abal), y a las desmesuradas ilusiones que se produjeron cuando entraron Figueroa y Boghossian. De fútbol, nada. ¿Acaso iba a esperarse algo más de un Central repleto de pibes y escaso de jerarquía, que pena por zafar de la Promoción, y de un Newell’s que poco tiene de aquél equipo arrollador del Apertura? El clásico duró quince minutos. Lo demás fue un combo de torpezas y brusquedades. Feo, sucio y malo.

Central tuvo el hándicap de un gol tempranero para manejar el sistema nervioso del clásico. Pero le faltó grandeza futbolística para dar el golpe de nocaut. La apatía de Zelaya en la definición lo privó de ampliar la diferencia. Es cierto, perdió mucho más que Newell’s cuando Paglialunga y Bernardi fueron expulsados.

En el primer avance, Newell’s desnudó el punto más débil de Central: la zona de Valentini. O Valentini mismo. Schiavi pateó el penal con categoría. Dos goles en quince minutos. Allí se terminaron las emociones. De ahí en adelante, ambos se repartieron el dominio. Y también las miserias.

Tras la inconcebible acción de Núñez (codazo a Ballini) podría haberse abierto otro partido, a partir del segundo tiempo. Pero Madelón no se salió del libreto (en realidad no tiene mucho recambio) y Sensini demoró el ingreso de Boghossian cuando la apuesta era un centro o una pelota parada. Encima Valentini estuvo a la altura de sus conocidos horrores defensivos. También se hizo expulsar. Y todo volvió a emparejarse hacia abajo.

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