El Vaticano le confirmó al gobierno argentino que el papa Francisco vendrá al país el año que viene. Puede parecer un dato redundante, pero se lo debió aclarar en persona Francisco a Cristina Fernández de Kirchner en la reunión del domingo en el Vaticano. Fue ante la noticia que llegó desde Chile de que el secretario de Estado Pietro Parolin le había expresado dudas a Michelle Bachelet. La presidenta de Chile estuvo con el Papa el viernes y a esa reunión siguió una charla de Parolin con funcionarios de la delegación chilena. Allí les dijo que la idea de Francisco era venir en 2016 a la región para visitar por lo menos Argentina y Chile, pero que la agenda de actividades y viajes del Pontífice está muy cargada y que podría postergarse para los primeros meses de 2017.
Cristina de Kirchner ha sido muy parca cuando le preguntaron qué habló con Francisco en las casi dos horas de la reunión del domingo. Admitió revelar ese tramo de la charla con la confirmación del viaje para el año que viene, cuestión que la presidenta quiso precisar ante la noticia chilena de una posible postergación. En ese diálogo el Papa interrogó a Cristina de Kirchner sobre la situación de varios países de la región. La Argentina funciona para el Vaticano como el observatorio de los países latinoamericanos, rol de padrinazgo que el país ha cumplido siempre para el resto de mundo, especialmente para los Estados Unidos, que siempre ha entendido que países como Bolivia, Venezuela o Cuba tienen una relación especial con la Argentina que conviene aprovechar. Así han actuado gobiernos argentinos ante Evo Morales y, antes, con Hugo Chávez, informando y tratando de influir sobre esos gobiernos en su rol internacional, con variado éxito en cada caso.
Que el Papa sea argentino explica que aproveche lo que le informan de Buenos Aires sobre el resto de la región. Cristina de Kirchner, además, es la mandataria con más años en el cargo y ha visto pasar a todos. “Briefearla” sobre cómo le va a cada cuál es una oportunidad que Francisco no dejó pasar; eso explica el informe que escuchó de ella sobre Dilma Rousseff, Bachelet, Nicolás Maduro, Evo y otros. La presidenta, se sabe, tiene ideas formadas sobre todo y sobre todos y eso le sirve al Papa para armar el diseño de su próximo viaje a Bolivia, Ecuador y Paraguay.
Esa gira será la oportunidad para otra algarada papista en la Argentina. En la rueda de prensa que siguió a la entrevista del domingo, la presidenta dijo que irá a verlo al Papa a esos países si los presidentes la invitan. En la Cancillería ya hay una invitación, informan, de Evo Morales para una misa que dará el Papa en la localidad de Tarija, en la frontera con la Argentina, una forma de que los argentinos puedan acercarse a Francisco por la vía más cercana.
El rol de la Argentina como padrino de la región en materia vaticana explica que antes del viaje de Cristina a Roma se reuniesen en Buenos Aires todos los funcionarios del área de Culto de los países de la Unasur para coordinar acciones de acercamiento a Roma. Esa actividad la había acordado el secretario de la Unasur, el ex presidente de Colombia Ernesto Samper, en la visita que le hizo a la presidenta hace dos meses, cuando asumió la secretaría de ese sello.
Samper es una figura gravitante en estos días como gerente de las gestiones de los países de la región, junto con el Vaticano, para superar la crisis por los presos políticos del régimen madurista. Ésa es una cuestión central para el Vaticano porque la situación en Venezuela está ligada al trámite del desbloqueo de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Washington ha designado al diplomático Tom Shannon como zar para mejorar las relaciones con Caracas, en donde estuvo como nuncio Parolin antes de ir a Roma como secretario de Estado.
Francisco esperaba a Maduro el domingo a la mañana, pero el bolivariano se declaró con una otitis aguda. El Papa lo aguardaba con una copia de la carta que le enviaron dos ex presidentes, Andrés Pastrana y Tuto Quiroga (Colombia y Paraguay, respectivamente), pidiéndole por la libertad de los detenidos. En ese texto se dice: “Su Santidad, ¿sería concebible que en su natal Argentina la opositora Elisa Carrió (como Leopoldo López en Venezuela) esté bajo arresto en una guarnición militar más de 15 meses? ¿Sería posible que el alcalde opositor Mauricio Macri (como el alcalde Ledezma de Caracas o Ceballos de San Cristóbal) esté bajo arresto domiciliario sin visitas, o en una cárcel inhumana?”. Hizo bien en ausentarse Maduro ante esta presión, aunque sus funcionarios les dicen por lo bajo a los opositores y a Shannon que los presos serán liberados cuando baje la presión pública. Es decir, que no salga en los diarios.
La pasión vaticana del gobierno no termina en esta coreografía de encuentros. En septiembre Cristina de Kirchner estará, como todos los años, en la asamblea de la ONU, lugar que será visitado también por Francisco en un viaje de debut que tiene como ingrediente que hablará también en el Capitolio. Nunca antes un Papa les habló a los legisladores de ese país.
Antes, la semana que viene, habrá otra batucada con argentinos. El Papa presentará el jueves 18 la esperada encíclica sobre el medio ambiente, que desarrollará el criterio del “cuidado de la Creación”. Ese texto ha sido elaborado en su parte principal por un argentino, el obispo Víctor Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina y uno de los “ghost writers” del Papa desde los documentos de Aparecida. También han aportado a ese texto el teólogo brasileño Leonardo Boff, a quien el Papa recibió en Roma con bombos y platillos este año después de décadas de tenerlo marginado por su pasado en la Teología de la Liberación, y que es un entusiasta de Francisco, sobre quien escribió una hagiografía apenas Jorge Bergoglio fue hecho Papa. Boff jalea desde el año 2000 la llamada “Carta de la Tierra”, un texto ambientalista cuya redacción hizo un grupo en el que figuraron Boff, Mikhail Gorbachov, Steven Rockefeller y, entre otros, Mercedes Sosa. Esa constitución que sirve de base a la encíclica fue discutida desde 1992 por más 100 opinadores en 46 países. Entre los locales, se le atribuye alguna colaboración también a Aldo Carreras, funcionario hoy de Daniel Scioli y que es un experto en el tema migratorio.
Los argentinos esperan más milagros. El jueves se inauguró una muestra sobre Eva Perón en la residencia del embajador argentino en Italia, curada por el diplomático Federico González Pierini, con la presencia del funcionario de la cancillería vaticana que maneja el “desk” de la Argentina, monseñor Giuseppe Laterza. Ante él, el embajador Eduardo Valdés exaltó la figura de la abanderada de los descamisados y recordó que no han faltado quienes la han querido canonizar. Ante el embajador Torcuato Di Tella (el dueño de casa, la misma donde se alojó Eva Perón en 1947), Valdés bromeó con que habría que probarle antes a Evita algún milagro. “Por ejemplo –dijo–, que lo convirtiera a Di Tella, aquí presente, al peronismo”.