El papa Francisco regresó ayer a Sudamérica después de dos años y recordó “la deuda” que la región tiene con “los más vulnerables”, al iniciar en un Ecuador convulsionado por protestas una gira que también lo llevará a Bolivia y Paraguay.
El primer Papa latinoamericano y jesuita aterrizó en la tarde de ayer en el aeropuerto Mariscal Sucre, a 20 kilómetros de Quito. El fuerte viento que soplaba le arrancó el solideo cuando apareció por la puerta minutos después. Un Francisco sonriente bajó por las escaleras y recibió un abrazo del presidente Rafael Correa, con quien mantendrá hoy un encuentro en el Palacio de Carondelet, sede de gobierno.
Francisco cumplirá un periplo que incluye a Bolivia y Paraguay, y con el que pretende llevar su aclamado mensaje de justicia social para los pobres de la llamada periferia.
En su primer mensaje, Francisco invitó a Correa a fomentar “el diálogo y la participación sin exclusiones” tras un mes de protestas a favor y en contra del gobierno.
En el evangelio se pueden encontrar “las claves” para “afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones”, dijo. Y agregó: “Solo ello permitirá que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía toda América Latina tiene”.
“Para esto, señor presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”, sostuvo.
Tras su mensaje, Francisco hizo un recorrido en auto hasta la Nunciatura Apostólica, en el norte de Quito. Apostados a los dos lados de la vía, miles de fieles agitaban banderas blancas al paso del vehículo.
El Papa volvió a suelo sudamericano dos años después de participar en 2013 en Brasil en las Jornadas Mundiales de la Juventud.
El paso del pontífice por Ecuador coincide con un momento de crispación política. Correa, un confeso admirador de Francisco y quien se describe como un “católico humanista de izquierda”, enfrenta desde hace un mes protestas frecuentes que exigen su salida del poder en rechazo a políticas de corte socialista que, según el gobierno, pretenden redistribuir la riqueza a través de impuestos a los más acaudalados.
El oficialismo también se ha movilizado para neutralizar lo que Correa ha denunciado como una intentona golpista.
En su discurso de bienvenida a Francisco, Correa señaló: “El gran pecado social de nuestra América es la injusticia. ¿Cómo podemos llamarnos el continente más cristiano del mundo siendo a su vez el más desigual? Cuando uno de los signos cristianos más recurrentes en el evangelio es compartir el pan”.
La imagen de Francisco invadió Quito
Imágenes del rostro de Francisco, gran presencia de fuerzas de seguridad y avisos de restricción al tránsito son tres constantes en cualquier punto de Quito, que se vio revolucionada por la llegada ayer del Papa.
Fotos en las calles, posters en las iglesias, adhesivos en autos y remeras en negocios son algunas de las formas en que surge la cara del pontífice por toda la capital ecuatoriana, que recibió su última visita papal en 1985 con Juan Pablo II.
Además, se instalaron imágenes de santos a lo largo de avenidas importantes y gigantografías del rostro del pontífice acompañadas de frases suyas en edificios públicos como el Banco Central de Ecuador, la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo y el Ministerio de Agricultura.
Pero el merchandising también está presente. Algunas parroquias, como la Del Sagrario, venden camisetas, bolsos y pulseras para recordar la visita.
Por su parte, la Catedral de Quito, lugar que Francisco visitará esta noche tras reunirse con el presidente Rafael Correa, tiene en su fachada varios posters de distinto tamaño que en la parte inferior poseen el lema “bienvenido a mi familia” y en la superior un fotomontaje del pontífice saludando y de fondo la escultura de la Virgen de El Panecillo, que representa a la ciudad y está ubicada en la cima de la colina homónima.
En el Palacio de Carondelet, sede de gobierno y escenario del encuentro de hoy entre el Papa y el presidente Rafael Correa, el tercero desde que Jorge Bergoglio inició su pontificado, tiene banderas que entrecruzan los colores de Ecuador y del Vaticano y en sus plazoletas internas se instalaron arreglos florales con más de 100 mil rosas.