El Parlamento griego adoptó este jueves un segundo paquete de reformas reclamadas por los acreedores de Grecia como paso previo a un nuevo rescate, a pesar de las deserciones registradas en el campo del primer ministro Alexis Tsipras.
El Gobierno recababa más de 190 votos a favor, cifra superior a la mayoría absoluta de 151 votos, cuando no había concluido la votación sobre una reforma de la justicia civil y la transposición de una directiva europea sobre los bancos.
Los 300 diputados griegos iniciaron a las 20h00 locales (17h00 GMT) el examen urgente del nuevo paquete de reformas, incluidas en el acuerdo con Bruselas a cambio de un nuevo rescate.
El Gobierno de Alexis Tsipras ha obtenido la aprobación del Parlamento para iniciar la negociación del tercer rescate, un nuevo programa cuyas condiciones el primer ministro griego aspira a poder mejorar.
La aprobación de los dos paquetes de medidas era condición imprescindible para que las instituciones, Comisión Europea (CE), Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internacional (FMI), accediesen a sentarse a la mesa para pactar un nuevo préstamo.
Como se preveía, la votación sobre la reforma del código civil y la adopción de la directiva europea sobre saneamiento de bancos contó con disidencias dentro del partido gobernante Syriza.
Hasta 36 diputados decidieron no respaldar las medidas, tres menos que en la votación precedente.
Entre los votos negativos estuvo el de la presidenta del Parlamento, Zoé Konstandopulu, quien además declinó presidir la sesión para mostrar su desacuerdo con las medidas.
En cambio, el ex ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, que votó en contra de las reformas presentadas el miércoles pasado, hoy decidió apoyarlas.
El proyecto de ley contó con amplia mayoría y, aunque obtuvo el respaldo de algunos diputados de Syriza que en la primera votación se abstuvieron, salió reforzado gracias a la oposición (conservadores, liberales y socialdemócratas).
Tsipras instó a sus diputados a «adaptarse a las nuevas realidades» y descartó «abandonar voluntariamente» el Gobierno, donde dijo que la presencia de la izquierda radical es «un bastión para la defensa de los intereses del pueblo», y prometió batallar para mejorar el acuerdo sobre el tercer rescate al país, que debe ser finalizado este verano.
«El Gobierno no oye más al pueblo», lamentaban Katerina Sergidou y Georges Kokkinavi, dos de los 6.000 manifestantes congregados delante del Parlamento al anochecer. Estos dos treintañeros, de la corriente más izquierdista del partido Syriza eran el reflejo de la contestación que afronta el primer ministro después del compromiso suscrito el 13 de julio con los europeos.
Solo un breve momento de tensión al final de la manifestación perturbó la calma imperante en la concentración.
El proyecto de ley aprobado incluye la reforma de la justicia civil, la aceleración del procedimiento de subastas y el refuerzo de la liquidez de los bancos, muy afectados después permanecer cerrados tres semanas.
Las primeras medidas -subidas de impuestos y cotizaciones- exigidas por los socios europeos fueron adoptadas la semana pasada por 229 de los 300 diputados de la cámara. Sin embargo sólo 123 de los 162 diputados de la coalición de gobierno -149 de Syriza y 13 de Anel- apoyaron el texto.
Alexis Tsipras subió el tono contra los díscolos. Seis meses después de llegar al poder, ha excluido del Gobierno a los ministros que se negaron a validar unas medidas de rigor contrarias a todas las promesas de Syriza.
El martes les reprochó que no tengan «ninguna propuesta alternativa». La portavoz del Gobierno estimó este miércoles que «el clima es mejor que la semana pasada» en el seno de la mayoría.
Pero la portavoz, Olga Gerovasili, también reconoció que de subsistir la división del partido de izquierda radical «entre dos estrategias, dos puntos de vista (…) quizás sea imposible seguir así».
Muy popular según los sondeos, Alexis Tsipras deberá tomar una decisión drástica, según los analistas, que parecen apostar por unas legislativas anticipadas.
Por ahora, el principal objetivo de Tsipras es llegar a un acuerdo sobre el tercer rescate, por unos 80.000 millones de euros, antes del 20 de agosto, día en que el gobierno tiene un vencimiento de 3.190 millones de euros al Banco Central Europeo, antes de otro de 1.500 millones con el FMI en septiembre.
«Hablar de la segunda quincena de agosto [para llegar a un acuerdo] es un buen intervalo», confirmó desde Bruselas el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici.
Según el ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, durante el análisis del texto en la comisión parlamentaria, antes de fin de año habrá una recapitalización de los bancos griegos. La retirada de dinero y los giros al extranjero siguen sometidos a estrictas medidas de control de capitales, vigentes desde finales de junio.
El Banco Central Europeo (BCE) decidió aumentar este miércoles nuevamente el monto de los préstamos de urgencia (ELA) a los bancos griegos, su única fuente de financiación reactivada después del acuerdo del 13 de julio.
Grecia ya recibió el lunes un préstamo de urgencia de 7.160 millones de euros que le permitió pagar su deuda de 6.700 millones con el FMI y el Banco Central Europeo. Y la agencia de calificación Standard and Poor’s subió el martes la nota del país por considerar que disminuyó el riesgo de una salida de Grecia de la zona euro, aunque no ha desaparecido.