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La saga de la débil moneda china: esto recién comienza

“No es la autoridad del gobierno, son las fuerzas del mercado”. China no devaluó el yuan.

“No es la autoridad del gobierno, son las fuerzas del mercado”. China no devaluó el yuan.

Sólo permitió una mayor injerencia de la oferta y demanda de divisas en la conformación de la paridad oficial. Alentó así una fuerte depreciación de su moneda.

¿Sorpresa? Sí. China es una caja negra de opacidad impenetrable. A diferencia de la FED (Reserva Federal de Estados Unidos) de nuestros tiempos, todos sus movimientos son inesperados (aun los que son previsibles o los que son reiterados, como los recortes de tasas de interés y encajes).

La intriga sabe bien en el paladar chino, y nada más inquietante que ver desmoronarse al yuan casi el 4 por ciento de un sablazo con el beneplácito de Pekín y el aplauso del FMI.

Tanto presionar a China por la manipulación de su moneda, tanto bregar porque el mercado reemplace la arbitrariedad del fixing oficial, que ahora le resulta posible matar dos pájaros de un tiro con indudable elegancia. Como reconoce el FMI, China da un paso en la dirección correcta de un menor intervencionismo y, usando el enfoque “hands off” que recomienda la comunidad internacional, a caballo de la tendencia que hoy manda en el mercado, dejar que sea la mano invisible la que se ocupe de devaluar.

Preguntas al tiempo

¿Hasta dónde se querrá llegar? China no lo dirá, y si lo dice, no le creeremos. La explicación oficial es que la depreciación del yuan es un subproducto del remozamiento del régimen cambiario, y no un objetivo en sí mismo. Ocurre que es imposible distinguir uno de otro; sólo el tiempo nos dará una respuesta cabal. Es verdad que China avanza hacia una economía de mercado en múltiples frentes, no únicamente en el cambiario.

Máxime si los resultados son los deseados. Pero cuando hay conflicto, que lo digan las Bolsas de Shanghai y Schenzen tras su profundo chapuzón, el cielo debe esperar.

Interruptor, si hace falta

El switch a una economía de control y comando puede ser instantáneo. En caso de crisis, el mercado tendrá que subordinarse a lo que disponga la autoridad central y no se esperará de él otro comportamiento que no sea una estricta obediencia. Vale recordar que los controles de capitales siguen vigentes. Y, si hace falta munición, las reservas internacionales superan los 3,65 billones de dólares.

China quiere aggiornar su régimen cambiario y escogió un momento particular en el que eso conduce a una depreciación de su moneda. Adiós a las tasas chinas de crecimiento.

Bienvenidos a una nueva saga: la del yuan débil. En la era del dólar fuerte, un viejo compañero de ruta gira estratégicamente en redondo. Cuando Janet Yellen, algún día, pueda subir las tasas, no arrastrará al yuan. El vínculo ya se cortó.

Un ajuste del 4 por ciento es agresivo –más en el mundo de la tasa cero–, pero aun así es apenas un puntapié inicial. ¿La depreciación del yuan se hará más profunda? Seguro. ¿A esta velocidad de crucero? De ninguna manera. ¿China quiere propiciar la guerra de monedas? Menos que menos. El Banco del Pueblo leyó a Sun Tzu. Hará lo posible por evitarla. “En vista de las condiciones domésticas e internacionales, no hay razones para una depreciación persistente del yuan”, reza el comunicado tranquilizador. El secreto del éxito es no incentivar la imitación ni las represalias. De hecho, el miércoles los bancos oficiales intervinieron para levantar el valor de cierre del yuan frente al dólar y moderaron el tipo de cambio de 6,45 a 6,387. Si se observa la cotización del yuan offshore –que llegó a tocar 6,59 y finalizó en Londres a alrededor de 6,55–, se advierte una brecha que indica hacia dónde apuntan las fuerzas del mercado si se las deja actuar en libertad.

¿Y en la tierra del superdolar?

¿Qué hará la FED? El “superdolar” es otra manera de endurecer las condiciones monetarias y financieras, una vía alternativa que no desplaza las tasas de interés, pero ejerce innegable presión deflacionaria. ¿Subir las tasas en septiembre no será una peligrosa redundancia? Los contratos de futuros, que consideraban una probabilidad implícita del 60 por ciento de un retoque alcista en el cónclave de septiembre, ayer la rebajaron al 39 por ciento. Semanas atrás la estimación era cero. Se quemaron con leche: ya no subestiman el empeño de Yellen. Que sea ella quien sugiera que hay que desensillar hasta que aclare.

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